viernes, 23 de octubre de 2009

CUÍDATE DE TÍ MISMO!



Muchas veces tenemos comportamientos o hacemos cosas sin saber por qué las hacemos, sin que tengan un sentido o incluso transgrediendo nuestros valores personales (y eso siempre se paga). Pocas personas se cuestionan a qué se debe esto, solo sufren sus efectos, la mayoría de las veces demoledores, lo que hace que para mucha gente la vida les parezca injusta.

Y es que bajo la piel, en nuestro subconsciente hay creencias propias o ajenas que desconocemos pero que influyen en nuestro comportamiento y a la hora de tomar decisiones. Es lo que los terapeutas llamamos "creencias limitadoras". Es un cúmulo de información y experiencias que se han aposentado ocultas en nuestra mente y que, normalmente, no han sido "procesadas", o sea que no somos conscientes de que existan en nuestro interior ni coinciden con nuestra manera real y consciente de ver las cosas. El problema radica cuando actuamos -sin darnos cuenta- a partir de ellas y, muchas veces, condicionan nuestra voluntad o la idoneidad de nuestras decisiones. Y es que, desde nuestra infancia, la mente almacena información percibida y vivida (más que enseñada explicitamente) que permanece guardada... y lista para actuar cuando el momento lo requiera, incluso años después, generando reacciones automatizadas que, normalmente, tienen poco que ver con nuestra voluntad o nuestros propósitos. Así se explica esa cierta incoherencia que casi todos tenemos en algún momento de nuestra vida y nuestra manera de proceder en ella!

Esas creencias pueden favorecer o dificultar nuestra manera de vernos a nosotros mismos, a nuestro mundo y, como consecuencia, cómo vivimos nuestra vida. Unas creencias, las favorables, nos ayudan; otras, sin embargo, deberían cuestionarse y hacerlas desaparecer, pues condicionan de manera limitativa nuestros propósitos personales, nos impiden ser y actuar como realmente somos o nos impiden llegar a dónde queremos llegar. El proceso de cuestionarse esas creencias escondidas yo le llamo des-educación y es un paso más -y necesario- en el autoconocimiento y, como consecuencia, en el crecimiento personal. Es un proceso humanamente duro pues, como una embarcación que desata sus amarras que le fijan al pantalán del puerto y se queda al albur de las olas y del propio mar, supone perder los propios y hasta entonces clásicos referentes -aunque algunos fueran erróneos y/o perjudiciales. Para ello, uno debe -simplemente- no tener miedo a, muchas veces, sentirse desorientado, es necesario; porque tras la inicial obscuridad e incertidumbre en el proceso, surje la luz, es decir la recompensa ganada día a día de poder vivir una vida mejor, basada en la verdadera libertad, es decir, exenta de esos condicionantes ocultos, pero evidentes y muchas veces tóxicos. Porque, además, cuando uno descubre lo que realmente ha movido los hilos de su vida viendo los resultados obtenidos por esa crónica falta de libertad real, uno asume su protagonismo ante la vida -y deja de ser una mera víctima-, uno está agradecido ante las oportunidades vividas y, al final, le permite ser más el mismo , logrando día a día cambiar su propia vida -de una vez por todas- y aspirar a lo que realmente merece, es decir, su verdadera -y siempre posible- felicidad.

Aquí te traigo una interesante entrevista de un terapeuta, sobre este tema de las creencias. Extrae tus propias conclusiones...

Thomas Gilovich, 55 años, que investiga falsas creencias; "Los medalla de bronce están más contentos que los de plata"La Contra de La Vanguardia. LLUÍS AMIGUET - 23/10/2009

Tras los JJ. OO. de Barcelona, estudiamos la satisfacción de los medallistas...

... Proporcional a sus logros... Supongo.

... Mal supuesto. Contra pronóstico, los medallistas de bronce estaban más satisfechos que los de plata.

¿Por qué?

Los platas, en vez de asumir la responsabilidad en su "derrota", tendían a achacarla a la mala suerte: la dirección del viento; la falta de concentración... Cualquier cosa...

Es menos frustrante fracasar del todo que llegar a triunfar... Casi.

... Al no asumir su actuación evitaban la sensación de derrota, pero también la compensación de la "casi" gloria.

¿Por qué?

Los bronces, en cambio, asumían con facilidad su actuación y se sentían "casi" ganadores al compararse con los cuartos y quintos.

Más que ganar, debes creerte ganador.

Mi especialidad como psicólogo social cognitivo es combatir falsas creencias.

¿Desmiente las leyendas urbanas?

Con estadísticas: clichés, estereotipos, efecto halo,causas aparentes y ocultas...

¿Cuál es la falsedad que más le duele?

Que existe una justicia metafísica más allá de la humana que acaba premiando y castigando todas las buenas y las malas obras.

¿No existe la justicia poética?

Sólo en la poesía. Si existiera: ¿por qué conocí a un niño de cinco años que murió de leucemia entre horribles sufrimientos? ¿Qué terrible pecado había cometido?

¿. ..?

Pues tenemos tal habilidad para contarnos a nosotros mismos historias que confirmen nuestras falsas creencias que me han llegado a contestar: "Algo habría hecho el niño en su vida anterior".

Justicia humana es un oxímoron.

La falsa creencia es el atajo que tomamos para ahorrarnos esfuerzo mental y la tarea de suspender el juicio y aceptar que el mundo es más caótico de lo que queremos creer.

Por ejemplo...

Es falso que existan las rachas de suerte: ni en el deporte, ni en el juego ni en la bolsa. Y lo hemos estudiado estadísticas en mano hasta el punto de que la NBA se interesó por nuestros resultados.

Y...

Los jugadores no aciertan más en rachas: en cada ocasión aciertan o fallan igualmente independientemente de qué hubieran hecho antes. También es falso que cuando adoptas un niño te quedas "embarazado" o la superstición de que tiene mas posibilidades de sufrir un percance el aviador, bombero o torero que cambia su turno con otro colega.

¿Por qué lo creemos?

Porque cuando alguien que adopta se queda "embarazado", todo su entorno lo comenta. Del mismo modo, cuando, como le pasó al Yiyo u otros pilotos o bomberos, que cambian turno y sufren accidentes, todo el mundo repite incansable: "¡Fíjate: no le tocaba a él morir!". Y la insistencia al repetir una anécdota la convierte en categoría y casi en profecía para todo el grupo.

¿Por qué hay clichés raciales?

Si le digo que soy californiano, pensará que hago pesas y vivo en la playa, y, sin embargo, me paso la vida en la biblioteca. Tendemos a pensar que los miembros de otro grupo son más iguales entre sí de lo que somos nosotros en nuestro propio grupo.

¿Por qué?

De nuevo por pereza mental: es más cómodo inventarse categorías que aceptar la inmensa complejidad del universo y que cada individuo es diferente. Así nace el racismo.

¿Y las profecías autocumplidas?

Tal vez creer que está en racha le dé alguna seguridad, pero no tiene reflejo en las estadísticas. En cualquier caso, también habría profecías autoincumplidas opuestas: creerse muy seguro conduciendo podría hacerle más proclive a tener accidentes.

¿Y si me creo un genio: llegaré a serlo?

Los Beatles - demuestra Madwell-o Bill Gates no fueron sino especialistas que invirtieron miles de horas más en lo suyo que los demás.

¿Por qué los consideramos genios?

Porque es más bonito hacer creer que gozas de un don innato y mágico para la música o la informática. Nadie explica la aburrida verdad de que metió miles de horas en ensayar mientras sus amigos veían la tele.

¿Le perdonan el triunfo esos amigos?

También ellos prefieren pensar que no son genios simplemente porque tuvieron mala suerte en vez de aceptar que el genio lo es porque trabajó más que ellos.

¿Por eso falla la cultura del esfuerzo?

Falla por lo que denominamos pluralistic ignorance no molan-y en cambio alardean de pasar muchas más en el bar. Y exhiben sus borracheras. Así que los pobres crédulos que creen e imitan esa farsa acaban alcohólicos y suspendidos.

¿Ser empollón garantiza el éxito?

Proporciona hábito de trabajo, que suele ser la puerta de cualquier habilidad. Y además está el efecto halo,por el que tendemos a creer que alguien que hace bien una cosa también hará bien todas las demás.

¿Y no es más fácil acertar dos veces?

¡No! Pero ese efecto hace que los periodistas pregunten a estrellas del pop cómo solucionar el hambre en el mundo. Y así llegó Reagan a presidente.


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