sábado, 17 de octubre de 2009

¿LA LIBERTAD SE CONQUISTA?




Desde mi actual y ya relativo silencio y a pesar de no haber creído demasiado en más testimonio que el que uno mismo se forja en la vida, aquí te traigo un valioso documento. Es una entrevista de alguien (un ex-banquero español) que, culpable o no, víctima propiciatoria o cohartada, fue juzgado como estandarte de una época pasada y de una saga de presuntos empresarios y directivos con escasa ética en sus actividades y negocios. En una palabra, alguien a quien muchos sentenciaron a estar perdido para siempre y, seguramente, ser irrecuperable como ser humano. Pero la verdad de la persona, si la dejamos y la aceptamos, acaba por fluir... enseñándonos que siempre llega nuestro momento para llegar a ser!

Como suelo decir, toda persona llega a serlo, aunque se resista y tarde "mucho" tiempo (seguramente el justo, ni más ni menos). Nacemos seres potencialmente humanos y creciendo llegamos a ser personas! Todos, sin excepción! ¿Cuántas veces juzgamos y sentenciamos a los demás, condenándoles a nuestra indiferencia o distancia y a permanecer eternamente purgando su culpa? ¿Que precio debe pagar alguien que para aprender -como todos- a llegar a su propio camino haya de perderse antes? ¿No será que, en el fondo, no somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos con nuestros errores, sueños rotos o calamidades necesarios para llegar al verdadero camino, y solo somos capaces de verlo, juzgarlo y condenarlo -lamentáblemente- en los demás? ¿Somos espejos de los demás y viceversa, además de personas en permanente crecimiento? ¿Y eso no debería hacernos más tolerantes con los demás, a la vez que con nosotros mismos? ¿Podemos reclamar una vida justa, sin serlo primero con nosotros mismos y con los que nos rodean?

Aquí la mencionada entrevista. Disfrútala...


Mario Conde, 61 años, abogado y financiero"La defensa de un hombre es no ser sus cosas". La Contra de La Vanguardia- IMA SANCHÍS - 16/10/2009

¿De la gloria a la cárcel de Alcalá-Meco?

Mis hijos me han oído decir que la defensa de un hombre es no ser sus cosas. Siempre hice ese ejercicio: no fui mis cosas en los honores de Banesto ni en la cárcel, y eso me ha permitido subsistir, el encontrarme a mí mismo con independencia del entorno.

(...)

He vivido traiciones deleznables y crueldades innecesarias. A Herri Batasuna le concedieron días entre la sentencia y la cárcel, y a mí, minutos. Me condenaron a 20 años y no me dejaron ni despedirme de mi familia.

¿Qué le reconcilió con el ser humano?

El comportamiento de algunas grandes personas. Nuestra civilización se rige por patrones de pensamiento, respuestas automatizadas, modelos, ausencia de reflexión, principio de conveniencia, pero se puede enseñar a pensar de otra manera. Jesús tiene una frase a la que le he dado vueltas: "Vosotros pensáis como hombres y no pensáis como dioses". Pensar como dioses es abrir los ojos.

...

Mientras no recuperemos determinados valores es inútil que hablemos de mercado, de técnicas o de regulación, de código de valores, de leyes... si los hombres que las ejecutan y que las interpretan no tienen un esquema de valores en el cual no se sustraen de lo conveniente. La clave está en los hombres.

¿Cuál ha sido su error?

¿Cometí un error porque he ido a la cárcel? El sufrimiento forja y creo que nadie que no haya sufrido debería ejercer poder. No estaba en mí elegir, estaba no sucumbir. Cuando se cierra la puerta de una celda entiendes la categoría de lo inevitable.

Hay que aprender a vivir con ello.

Sí, y aprendí. Quizás estos años de aprendizaje me hayan permitido superar la prueba de mi vida, que es la muerte de Lourdes..., me pareció tan cruel el destino...

Ocurrió cuando por fin podían estar juntos, ¿cómo se lo explica?

Su muerte aniquiló mis ganas de vivir, estaba cansado. Pero hay unas palabras de Lourdes que me repito: "Mario, he sido muy feliz. Lo mismo que me ha tocado vivir una vida completa, ahora me toca esto". Si su muerte tiene un sentido, está en mi vida.

¿En qué le han cambiado estos años?

Somos siendo, un gerundio constante.

¿Qué le mantuvo?

El respeto por mí mismo, la coherencia. Cuando estás solo en la celda, únicamente te mantiene lo que llevas dentro.

Hay quien cree que estuvo en una suite carcelaria.

Ja, ja, el único privilegio que tuve, como otros, es estar solo en una celda por razones de seguridad absolutamente justificadas.

¿La libertad se conquista?

Fui siempre libre, pero no lo sabes hasta que te encierran. Cuando alguien te explica cómo es, en realidad te está diciendo cómo le gustaría ser; mi ventaja es que sé cómo reaccioné ante experiencias muy duras.

Una herramienta ha sido la disciplina.

Sí, y la voluntad, toda la vida. No ceder al desasosiego, comprender que, si de verdad estaba allí pero no era de allí, estaba salvado.

¿Cómo ha controlado el rencor?

Si dejas que el rencor y el odio entren, ya no cabe nada más y te mueres por dentro, te envenenan el alma. Lo que nos hace humanos es la capacidad de amar.

¿Incluso rodeado de sinsentido...?

Ahí el amor es la única defensa. El polvo de la ignorancia se va depositando, todos los días tienes que revisar si algo de rencor se ha instalado en ti, limpiar tu alma a diario.

Decidió ayudar a otros presos.

Les hacía los recursos, pero me parecía que era lo que tenía que hacer, la manera de evidenciar mi reconciliación con el hombre.

¿Qué ha sido lo más difícil de todo?

El día a día. Me concentré en el presente. Una de las mayores pruebas de madurez es la gestión de los recuerdos. El recuerdo es una cosa. Lo es el pasado de Banesto y lo es mi vida con Lourdes, una cosa maravillosa, pero si me vuelco a vivir en ese pasado me pierdo la vida, que es lo único que tengo.

¿Cuándo se es libre?

Cuando se es digno, y la dignidad no admite medias tintas. Somos esclavos de nuestras creencias, apegos y sentimientos. La realidad que nos rodea es un producto mental. Se es libre cuando se es limpio de corazón.


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