viernes, 11 de junio de 2010

¿PERSONAS...O MUJERES Y HOMBRES?



Cada día me sorprende más el ser humano y su comportamiento. Y no es una ironía, sino una afirmación personal ante la riqueza de su repertorio de pensamientos, sentimientos, actitudes... como persona. Porque, aunque no siempre actúe como tal (y esa sí es una ironía) es eso, una persona. Y como tal tiene ese repertorio, como también la capacidad de elegir lo que vive y cómo lo vive... aunque no siempre sea consciente de ese poder o lo ejerza. Porque en lo que vive -que seguramente no depede solo de ella- es más importante su actitud mental y su percepción emocional, que lo que objetivamente sucede en su vida. Así se entiende que una determinada circunstancia pueda generar una sonrisa en una persona y un llanto en otra.

Aún así, deberemos admitir que cada persona, por decirlo de alguna manera, aprende a reaccionar, a comportarse, a pensar o a sentir de una determinada forma. Y ese aprendizaje conformará nuestra personalidad y nuestra vida, día a día. Sin duda, tendrá también determinantes genéticos, culturales, sociales que influirán en su personalidad, entre los cuales, deberemos añadir el sexo. Dejando de lado ese comportamiento basado en su diferenciación física -tanto genital como hormonal- la propia educación establece una diferencia entre ambos sexos. Aunque parezca trasnochado, en demasiados casos, al hombre se le educa para la autodeterminación, mientras que a la mujer se le educa para la dependencia. Sin juzgar si eso es bueno o malo para cada uno de ellos, este hecho es aún hoy evidente, aunque ciertas personas y organizaciones afirmen lo contrario basándose en su experiencia o en su voluntad de cambiar las cosas...

Ayer mismo, en una reunión de negocios en la que yo era el único varón ante tres féminas profesionales, se me ofreció la posibilidad de liderar el proyecto objeto de la mencionada reunión. "Eres el más equilibrado" fue el argumento esgrimido para ofrecerme liderar el equipo. Yo respondí que debería pensarlo -incluso a un hombre se le debe permitir dudar o no tener capacidad inmediata para responder a un reto-, pero contundentemente respondí que mi supuesta capacidad dependía más de mi propio interés, mi experiencia y mi capacidad personal, que por el hecho de ser un hombre. Es posible que, efectivamente, fuera, además, el más ecuánime y equilibrado del grupo, pero no por haber nacido hombre, sino porque como persona he trabajado varios aspectos, entre ellos mi equilibrio personal y profesional...lo que tampoco resulta común entre los hombres! En cualquier caso, se suponía mi experiencia y conocimiento, más que mi capacidad de liderazgo basado -a la vez- en saber conjugar la firmeza "masculina" y la empatía "femenina"!

Y es que la verdad es que el mundo ha cambiado mucho en los últimos siglos. Sin valorar las causas ni el resultado y efectos personales, la mujer empeñada en igualarse al hombre en lo profesional -y aunque no lo admita publicamente, también en lo personal- ha renunciado en muchos casos a su sensibilidad humana y, por tano, a su capacidad de gestionar los sentimientos propios y ajenos, lo que les asemeja a su supuesto y eterno rival -personal y profesional- el hombre. Eso, al parecer, les confiere la "dureza" del varón en las decisiones profesionales y, por tanto, les salva de su excesiva preocupación por lo emocional, lo que le parece lo mejor en un mundo empresarial masculinizado y, por tanto, insano, competitivo e insensible. La verdad es que esa es una renuncia con un alto coste humano y, según mi opinión, nada favorable en un mundo como el actual. Porque, contra todo pronóstico y en la cruda realidad, la falta de equiparación profesional sigue siendo evidente y una gran injusticia humana, social y profesional.

Y en el terreno personal las cosas también han cambiado. Cada día más la mujer cede su innata capacidad de gestionar las emociones a cambio de no sentirse tan vulnerable ante el hombre y la sociedad. No quiero tampoco afirmar que solo la mujer sea sensible y capaz de gestionar sus emociones, sino que ella es normalmente -hasta ahora- más impermeable a la presión masculinizadora de la sociedad y ha preservado mejor los valores humanos y la propia conexión con su yo interior! Pero, personal y lamentablemente, cada día me encuentro con más mujeres -es verdad que de una cierta condición personal, social y cultural- incapaces de gestionar sus propios sentimientos o los ajenos, seguramente endurecidas por la experiencia personal o la exigencia profesional... o bien como opción personal. Ni que decir tiene que esa renuncia -seguramente lícita, aunque dominada por el miedo a ser- es lamentable, en un mundo que, cada día más, necesita recuperar la sensatez y la sensibilidad, cualidades históricamente femeninas, con perdón. El hecho es que, aunque algunos hombres hemos optado por recuperar la sensibilidad que perdimos en nuestro camino hacia la supuesta virilidad y el reconocimiento social y profesional, a algunos hombres y, sobre todo, a nuestro mundo actual le iría muy bien esa valiosa aportación de la mujer!

Te traigo una interesante entrevista que, según mi opinión, es demasiado determinista en cuanto a los roles sexuales y algo reduccionista por provenir de una científica. En ella pretende ilustrar las pretendidas, innatas e irreconciliables diferencias entre el hombre y la mujer, obviando que ambos son personas ante todo, además de un organismo articulado -y dominado, en algunas ocasiones- por diferentes genes y hormonas. Cuando leo este tipo de información no puedo dejar de pensar en el sutil y peligroso empeño de la sociedad -y de la ciencia, su brazo armado- por agrandar la distancia entre los sexos, olvidando que una misma Conciencia humana y sentido de la vida es lo que debiera guiarnos a ambos sexos por la existencia. De todas maneras, extrae tus propias conclusiones...


Louann Brizendine, 57 años, neuropsiquiatra; autora de "El cerebro masculino""La fidelidad en él depende de un gen; en ella del día del mes". La Vanguardia. La Contra. LLUÍS AMIGUET - 01/06/2010

Cerebro... ¿Masculino?

¿Sabe por qué tanta broma?

¿. ..?

Porque es incómodo admitir el enorme impulso sexual del varón. De hecho, la civilización consiste en encauzarlo.

Y su libro El cerebro femenino es más gordo que El cerebro masculino.

Mis amigas decían que para "el cerebro masculino" bastaba un cómic. Esas bromas revelan la incomodidad de la sociedad ante el chorro de testosterona que arrastra al hombre y arrastra el hombre toda su vida.

¿Cuándo empieza el drama?

Hasta las ocho semanas de embarazo los cerebritos son iguales. Entonces los testiculitos empiezan a emitir la testosterona que hace diferente al cerebro masculino.

¿En qué?

Para empezar, el hipocampo, área cerebral que regula la actividad sexual, en el hombre es dos veces y media mayor.

¿Y eso le hace esclavo de sus pasiones?

Entre los 9 y los 15 años, el niño sufre un aumento de testosterona del 250 por ciento. Eso influye sobre todo - pero no sólo- en su sexualidad...

¿En qué más?

Los niños son más violentos, agresivos, posesivos, territoriales y jerárquicos, y muestran distinta visión espacial que las niñas. Ellas tienen quince veces menos impulso sexual.

¿Algún experimento lo demuestra?

Conductuales, muchos. Hemos preguntado a chicos y chicas de 16 años cuántas parejas sexuales querrían tener en toda su vida. Ellos dicen - de media- 17. Y ellas, 2.

Y ellos no llegan y ellas se pasan.

Es más preciso decir que la tendencia a la fidelidad en ellos depende sobre todo de sus genes y en ellas, del día del mes, de su ciclo.

¿La infidelidad está en los genes?

Creemos que en algunos varones existe un gen, el detector de la vasopresina, que determina la inclinación a la poligamia. Quienes lo tienen son monógamos con facilidad.

¿Cómo lo sabe?

Lo tiene el perro de la pradera, que es monógamo. En cambio, su primo el ratón de montaña es muy promiscuo. Colocamos ese gen del perro de la pradera en el ratón y el polígamo se volvió monógamo. Algo parecido sucede con el lagarto de garganta naranja...

¿Se enamora el bicho?

Depende del color de su garganta: los naranja son machos alfa con un gran harén; los acechan los gargantas amarillas, que aprovechan sus despistes para meterse en el harén y copular, y por último los gargantas azules, que seducen a una sola hembra a la que se dedican y entregan durante toda su vida.

¿Usted qué estrategia prefiere?

A mi marido le apodo garganta azul cariñosamente y las genetistas bromean con que el tamaño sí importa, porque ese gen que los hace fieles influye más cuanto más largo es.

¿Cuál es el peor malentendido entre ellos y ellas?

Cuando pregunto a mis pacientes: "¿Cómo sabes que ella te quiere?", suelen responder: "Porque practica el sexo conmigo".

Primario, pero sincero.

Si les pregunto a ellas sobre ellos, responden: "Porque habla conmigo" y - las más afortunadas- "porque me escucha".

¿Y cuál es su consejo?

Ella debe considerar que, tras la petición de sexo de él, su pareja, hay mucho más que la mera búsqueda del placer: hay refuerzo del vínculo. Y él recordar que la excitación de su mujer no comienza, como en ellos, cinco minutos antes del coito, sino al menos 24 horas antes; en realidad, todo lo que sucede en la relación influye en la excitación de ellas... Excepto, quizá, dos días al mes.

Cuente, cuente...

Las mujeres preferimos gargantas azules en general, es decir, buscamos compromiso a largo plazo. Pero hay dos días - justo antes de la ovulación- en nuestro ciclo en que miramos con interés, incluso sin darnos cuenta, a los chicos malos, pero atractivos, que normalmente rechazaríamos por su evidente falta de compromiso.

¿Por qué?

Hormonas. En esos días las chicas - a veces sin advertirlo-prefieren dejar al chico fiel en casa y buscar diversión fuera. Por eso, hay un cinco por ciento de progenie extramarital. De ahí que las culturas patriarcales quieran controlar la fecundidad femenina.

¿Qué le ha sorprendido al investigar?

La respuesta de los padres a la química del embarazo. La embarazada emite feromonas por su piel con su sudor que, al olerlas, inhiben la testosterona del padre - así le vuelve más fiel- y aumentan su nivel de prolactina.

... que potencia el instinto paterno.

Ese cambio hormonal causa el síndrome de Couvade o embarazo empático en algunos: bien documentado por los antropólogos.

Papás embarazados psicológicamente.

He atendido casos extremos de papás primerizos que engordan con la madre embarazada: uno ganó siete kilos y los perdió tras el parto. Ese cambio en el cerebro del padre agudiza sus sentidos y hace que oiga el llanto de un bebé un 30 por ciento más.

¿Dura mucho el embarazo paterno?

Al ver la cara del bebé se activan en los padres los circuitos neuronales del enamoramiento: se activan las dopaminas y oxitocinas. Y esa gratificación se mantiene hasta la adolescencia cuando juega con el niño.

O niña.

El niño juega retando al padre y la niña dominándolo en juegos de rol.

 

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