miércoles, 13 de octubre de 2010

Y SE HIZO LA LUZ!!!



Supongo que hoy los diarios de medio mundo ya escriben sobre la epopeya y salvamento de los 33 mineros chilenos que ayer empezaron a ser rescatados de las entrañas de la tierra, donde trabajaban y quedaron aprisionados. Detrás de este lamentable suceso hay un fenómeno social y económico, como suele pasar, con condiciones laborales precarias, indiferencia social y miseria a raudales. Pero, como sabes, no entro en estos derroteros, "doctores tiene la iglesia". Ya habrá quien se ponga las oportunas medallas y quien, incluso, se lucre con todo ello, aunque el pueblo chileno -y, podríamos decir, el mundo entero- ha demostrado estar a la altura humana, en cuanto a solidaridad se refiere! Lástima que deban suceder estas cosas para despertar las conciencias dormidas...

Hoy he intentado ponerme en la piel de estos mineros y de sus familias... y he sufrido un poco como cada uno de ellos. Tampoco voy a llamarles "hermanos" como muchos hacen, como si solo su desgracia nos hubiera hecho hermanos! También son "hermanos" -mal que nos pese a veces- los empresarios dueños de la mina, los técnicos que han propiciado el rescate, los sanitarios que les devolverán la salud... Porque hermanos somos todos, los felices, los infelices y todos los habitantes de esta Tierra nuestra, que tanto degradamos y malversamos entre todos. Me es difícil ponerme en su piel y sentir el horror de estar en una oscura caverna a cientos de metros bajo la superficie y sin poder salir, durante más de 2 meses. Ni ponerme en la piel de los que, desde fuera, esperaron impacientes y solo aguantados por la fe, que la moderna tecnología hiciera posible el milagro de recuperarlos a la luz del día... y a la vida!!!

Creo que resulta más fácil buscar una experiencia similar vivida por uno mismo para intentar -en lo posible- sentir lo que ellos -y sus familiares y allegados- sienten hoy y ahora. Sé que alguien pensará lo difícil que resulta vivir una experiencia similar sin ser minero! No querría frivolizar sobre este tema, caer en el agravio comparativo ni herir susceptibilidades... pero déjame seguir explicándote la metáfora real como la vida misma!

Creo que cada uno de nosotros, hoy y ahora, se halla en una obscura mina bajo tierra... o bien saliendo de ella! Nacimos a plena luz del día y nuestra infancia transcurrió sobre la superficie de este entonces bello, redondo e infantil planeta llamado Tierra. Pero, con los años, adquirimos el aprendizaje de "lo conveniente y necesario" para habitar un mundo que tiene poco de humano... y, mucho menos, de infantil! Entonces es cuando comenzamos nuestra involuntaria andadura hacia las profundidades de la mina, enterrando a nuestro paso nuestro verdadero ser, nuestros sueños e ilusiones, nuestros sentimientos y ese Alma que -sin saber del todo qué es- de vez en cuando nos recuerda de su existencia y se rebela para salir a flote, aprovechando el menor descuido o cualquier infortunio, propio o ajeno!

Y nosotros, obedientes y aventajados alumnos de una vida ajena, pero aparentemente plácida, previsible y segura (realmente en una estrecha y oscura cueva hay pocas opciones), aprendemos a subsistir -incluso con una cierta dignidad y orgullo- en un hábitat sombrío, ajeno, inhumano, pero en el que estamos -casi- todos inmersos. Fuera, sigue luciendo la luz del sol, pero incluso llegamos a olvidar su grata presencia. Llega un momento en que estamos tan acomodados a la gruta, que incluso tememos salir de ella por miedo a lo desconocido de allí fuera, sin darnos cuenta -ni recordar siquiera- que ya habíamos vivido antes a plena luz del día, cuando éramos niños y solo nos importaba la salud, la alegría y nuestra felicidad fácil y espontánea! En la cueva, aunque hay obscuridad, ya hemos aprendido a sentirnos confortables y seguros... ¿para qué salir, entonces, a la temida y desconocida intemperie? ¿Tan valioso es lo que nos fuéramos a encontrar como para asumir el riesgo de salir de la protectora mina donde una mayoría convive?

Salir a la luz de Alma es como hablar de la muerte o como, para estos mineros, volver a salir a la superficie! Nadie ha estado muerto para contarlo, luego no hay testigos para promocionar el vital tránsito... y pocos de nosotros hemos estado encerrados en una mina para saber qué significa volver a la superficie! Con el Alma sucede un poco lo mismo: los que creemos perseguirla y creemos estar un poco fuera de la mina, nos tienen por unos locos chiflados o por poetas románticos en un mundo donde todo eso no está bien visto! Pero la verdad es que el camino desde la gruta hacia la luz del sol es, en sí, apasionante... y vale por sí mismo, más que llegar a la meta! En éste, uno crece, madura, empieza a tener esa extraña sensación -hasta entonces- de entender la vida y, a la vez, a confiar en ella, traiga lo que traiga... y eso te empieza a hacer sentir definitivamente libre y dueño de tu vida! ¿No será, por casualidad, lo que sentían esos pobres mineros mientras, uno a uno, salían de la mina que pudo haberlos sepultado en vida?

Fuera hay sol, es verdad -aunque no se vea cada día- y es necesario tener fe en él para proseguir el camino... hacia una mejor vida! Pero ¿quién nos ha dicho que la vida debía ser siempre y en todo momento fácil y luminosa? Seguramente bastará recordar que el primer paso para salir de la cueva -donde permanecimos demasiado tiempo aletargados- fue, precisamente, el sufrimiento, ante una situación dramática que nos forzó a cuesionar primero y a romper después nuestra apática vida de "hombres de las cavernas"... y perdoname la ironía!

¿A cambio de qué? ¿Qué certeza tenemos de que, el nuevo camino hacia la luz, nos lleve realmente a donde siempre quisimos ir... o soñamos? Ninguna garantía, es verdad, pero uno se acaba dando cuenta de que el propio logro de salir de la gruta oscura y andar un camino desconocido -aunque igualmente lleno de placeres y sufrimientos- te hace sentir bien y pleno... y que es difícil mirar atrás y sentir nostalgia por algo que nadie merece vivir! Seguramente esta plenitud del ascenso es lo más parecido al concepto de "felicidad" que todos aprendimos... y pocos vivimos! Porque, ese camino incierto que es la vida, está hecho de amor -o confianza, que es lo mismo- y en la remota posibilidad de llegar a ver la luz del sol... o, lo que es lo mismo, descubrir que, al fin y al cabo, el sol está -y siempre ha estado- dentro de cada uno de nosotros... aunque antes nos conformáramos a vivir en la oscuridad!

 

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