viernes, 23 de enero de 2009

¿VIDA PROPIA O AJENA, HUMANA O DIVINA, JUSTA O INJUSTA?



Normalmente en este Blog suelo tratar temas desde un punto de vista trascendente, diría que incluso algo místico. Pero no querría olvidar que esa visión debe estar necesariamente inmersa e implementada en la vida cotidiana, la de cada día. No podemos aspirar a grandes ideales sin antes buscar nuestra armonía en lo cotidiano. Y lo cotidiano no es más que lo que nos sucede cada día, en nuestro hogar, nuestro trabajo, en la calle, en el bar... y con personas tan normales y cotidianas como nuestra pareja, nuestros hijos, nuestro vecino, nuestro colega de trabajo, nuestro amigo, ese hombre que nos cruzamos cada día en la vía pública, etc. Así, nuestra vida ordinaria está llena de gestos, rituales y guiños que, más allá de ser a menudo señales de lo divino de nuestra vida más elevada, son el pan nuestro de cada día... y lo que conforma nuestra manera de pensar, de sentir y de vivir humanamente. Y eso no excluye ni menosprecia esa otra visión más amplia y mágica que algunos hemos aprendido a encontrar en cualquier persona, momento o lugar de nuestra vida. Son dos mundos en uno, el interno y el externo. Y depende de nuestro equilibrio y buen andar en ambos, que vivamos una vida plácida, armónica y satisfactoria.

Occidente vs Oriente, ¿dos visiones contrapuestas?

Occidente, hace ya muchas generaciones, optó por despreciar lo interno, lo propio, en favor de lo externo y ajeno, del Sistema por encima de la persona; en Oriente, en cambio, hace igualmente muchas generaciones optó por lo interno, lo propio y desoyó lo común, lo colectivo, lo externo y lo ajeno. Hoy, tal vez miles de años después, podemos afirmar con rotudidad que ni una visión excesivamente alienante y externa, ni una visión exclusivamente interna y personal, configuran un mundo y una vida completa. A Occidente esa visión superficial le supuso la pérdida de unos ideales personales y propició el buen funcionamiento del Sistema, generando riqueza, progreso y bienestar social; a Oriente, en cambio, esta visión profunda favoreció el enriquecimiento humano y personal, pero trajo consigo pobreza, subdesarrollo y precariedad económica. Por decirlo de alguna manera, a cada uno le faltaba lo que poseía al otro. En fin, esto provocó un desequilibrio en y entre ambos.

La persona y sus contrastes

A nuestra vida personal le ocurre algo parecido. El ser humano, por lo visto, es un ser de contrastes, no necesariamente beneficiosos para él mismo. Como muestra un botón. O se es de derechas o de izquierdas, políticamente hablando; o se es hombre o mujer; o se es conservador o progresista; o se es intelectual o deportista; o consumidor o consumido! Y es que tendemos -desafortunadamente- a ser duales por educación, pues nuestra mente lo es: blanco / negro, norte / sur, vivo / muerto, rico / pobre, simpático / antipático, justo / injusto, racional / sentimental. Eso es precisamente lo que nos hace sentir, según el día, contentos o tristes, enamorados o enrabiados, optimistas o pesimistas! Pero más allá de nuestra limitada y dual mente racional, el ser humano, el mundo o la propia vida es algo más amplio, más integrado, más pleno que esa sesgada visión monolítica y monocolor. Y llegar a descubrir los matices, la ausencia de dualidades enfrentadas, la variabilidad de lo que pensamos, sentimos y hacemos en nuestra vida, es necesario y aporta crecimiento personal, pues nos enseña a entender que lo bueno y lo malo, lo razonable y lo irrazonable, el éxito y el fracaso, lo placentero y lo sufrido... todo ello forma parte de nuestro personal Universo interno y externo... y esa es, precisamente nuestra grandeza, nuestra singularidad y nuestra riqueza!

¿Opuestos... o son, simplemente, complementarios?

Hay que hacer un esfuerzo por aceptar e integrar nuestros contrastes intrínsecos y humanos, como el amor y el odio, lo beneficioso y lo perjudicial, lo humano y lo divino de nuestro ser, para luego, a partir de nuestra libertad personal e intransferible, optar por lo que somos y nos ayuda a ser más "yo", sin colorantes ni conservantes! Basta ya de buscar culpables a lo que nos pasa en nuestra vida, ya sea Dios o Satanás, nuestra ideología o nuestra religión, el ser hombre o ser mujer, ya sea el mundo exterior o el interior, ya sea el pasado o el futuro. "Yo, aquí y ahora", esa es la regla inequívoca y verdadera de nuestra vida, no hay otra! Pues en el "yo" está nuestra parte humana y la espiritual, en el "aquí" está nuestro necesario contexto, con sus oportunidades e inconvenientes y en el "ahora" porque es cuando debemos ser nosotros como somos y crecer... aunque para llegar a serlo hayamos tenido que vivir un pasado y soñar en un futuro que cada hoy empezamos de nuevo! Nada es bueno o malo, caliente o frío, humano o divino, triste o alegre... simplemente "es" y soy yo quien debo sonsacar la lección que todo en mi vida trae consigo y así aprender a vivir!

Recuerda "yo, aquí y ahora!, no hay más!

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