lunes, 9 de marzo de 2009

"APRENDAMOS A ACEPTAR AL DESTINO TAL Y COMO ES"



Se llama Sofía y es la preciosa hijita de unos buenos amigos. Debe tener unos 4 añitos. Es adorada por sus 7 hermanos que le ven a ella como una princesita, como sus padres. Con ella creció la alegría en su hogar!

Creo que no descubro nada cuando afirmo que estos niños especiales traen una lección de la vida a cada casa, a cada familia. Seguramente como todos los niños que nacen puros, sanos, alegres y felices. Pero estos otros niños, con su espléndida sensibilidad y emotividad, revuelven las entrañas y despiertan los corazones distraídos en el día a día. Su simpatía y su algo más lento aprendizaje exijen atención y cuidado de sus mayores, aunque quizás, en un momento inicial, solo trajeron algo de angustia y de preocupación. Pero, a cambio, ellos ofrecen esa sonrisa incomparable de quien vive su vida con felicidad y una cierta dosis de ingenuidad, que nos invitan a los mayores a ver la vida de esa otra forma y a concentrarnos en lo esencial, en el verdadero sentido de la vida.

Seguramente nuestro mundo no está hecho para ellos, como tampoco hoy está hecho para muchos de nosotros. Éste exije competitividad, una cierta dósis de agresividad y un mucho de intolerancia para sobrevivir, para medrar, para competir en un mundo mercantilizado y sin alma! Pero ellos, desde su casi perenne alegría, provocan el despertar en nuestro mundo insano y ajeno. Ellos, demasiadas veces desoídos e ignorados por muchos, llaman poderosamente la atención de los corazones sensibles y humanos.

Aquí tienes el extracto de una nueva entrevista de La Contra, en la que una persona especial -pero revindicando su derecho a serlo- habla de su vida y de su permanente preocupación por los demás. El miedo, afirma, fue su peor enemigo, como lo es para nosotros, todos los otros seres humanos que tememos contradecir sin dañar, mantenerse firmes tal y como somos y/o intentamos mejorar el mundo.

Disfruta de la entrevista...

Andy Trias, 36 años, que tiene un cromosoma más. "Se nos llamaba mongólicos, subnormales...". La Contra de La Vanguardia. VÍCTOR-M. AMELA - 03/03/2009

Sí. Cuando yo nací, no había nada ¡y se nos llamaba subnormales, mongólicos...!

¿Usted se ha oído llamar eso?

¡Sí! Vaya insulto. Eso ha cambiado, gracias a personas como mis padres. ¡Yo se lo debo todo a mis padres, que se espabilaron para encontrar el mejor modo de ayudarme!

Y hoy usted tiene un trabajo, vive independizado...

Junto con mi pareja, Mónica. No estamos casados, pero yo la considero mi mujer y ella me considera su marido.

¿Las personas con SD se emparejan igual que las demás?

Tuve un par de novias. A la gente le incomoda que los SD tengamos sexualidad. Y la tenemos. Yo siempre seré discreto: me disgusta ver a parejas dándose el lote en público.

¿Le gustaría tener hijos?

Estamos bien así.

¿Hace mucho que son pareja?

Hace casi diecisiete años nos vimos en una fiesta, y fue amor a primera vista. Y hace ocho que vivimos juntos: decidí irme de casa de mis padres el día que murió mi padre...

¿Por qué?

Vi que debía prepararme para apañármelas sin mis padres... Desde mi nacimiento, ellos me lo habían dado todo hecho.

Su padre era Ramon Trias Fargas (político catalán).

Sí, el político. Yo tenía 17 años cuando murió. Recuerdo bien aquel día: yo le vi morir.

Vaya...

Yo estaba en una estación de tren, regresando de una jornada dominical en Valls con amigos del esplai.El sábado nos habíamos despedido: "Nos vemos el domingo". Y en una tele del bar de la estación le vi caer, ¡y en la tele decían que había muerto...!

Duro.

No me lo quise creer. Al llegar a la estación de Sants y ver a mis familiares, supe que era cierto, y me hundí. Fue el peor día de mi vida. Estábamos muy unidos: un día le pedí a un amigo sacerdote que me ayudase a rezar para que Dios no se llevase nunca a mi padre... Pero, mire, se le rompió la aorta...

Veo que tenían vínculos muy fuertes.

Sí, porque cuando nací, a él le costó mucho entender mi condición. Pero se sobrepuso, luchó por mí, me convirtió en su hijo mimado. Él y mi madre me lo han dado todo.

¿Cuándo supo usted qué era especial?

Me impartían clases aparte de inglés y matemáticas. Le pregunté un día a mi madre por qué… Y ella me explicó lo que me pasaba. Yo era niño, y ese día... ¡me quise morir!

Claro: un niño no soporta sentirse distinto de sus compañeros...

Admiro mucho a un chico de Málaga con SD, Pablo Pineda, que acaba de terminar sus estudios universitarios. Yo preferí ponerme a trabajar. Y estoy satisfecho.

¿En qué consiste su trabajo?

Recojo cada mañana la prensa y el correo y los reparto en las oficinas de CosmoCaixa, y luego hago un segundo reparto de correo, fotocopias, recados... Me dan responsabilidad y autonomía, y me organizo bien. Mi padre siempre decía que su sueño sería verme trabajar... No pudo verlo, qué pena.

Y en casa, ¿se apaña bien?

Tenemos el apoyo de un programa de la fundación llamado Me´n vaig a casa,que ayuda a las personas con SD a vivir en sociedad: nos ayudan a diseñar el presupuesto semanal de gastos, entre otras cosas.

¿A qué dedica su tiempo de ocio?

A estar en casa, a salir al cine, a salir de excursión con un grupo de amigos de la fundación, a ir al Barça: soy socio desde que nací, tengo mi localidad. Yme gusta leer la prensa deportiva.

¿Qué momentos son los más felices?

¡Mi felicidad es tener la mujer que tengo! Doy gracias a sus padres, a los míos y a la vida por habérmela puesto en el camino. Se preocupa por los demás, se ocupa de mí y yo de ella.

¿Cómo anda usted de salud?

Todo es más delicado en una persona con SD, pero mi médico por ahora me dice que estoy como un roble.

¿Qué consejo daría a jóvenes con SD que leyesen esta entrevista?

Que tienen derecho a ser independientes, y que ayuden a sus padres a aceptarlo. Porque los padres sufren mucho.

¿Y qué aconseja a los padres?

Que ayuden a sus hijos a ser lo más autónomos posible. Que es ley de vida que quieran vivir solos. ¡Que no tengan miedo! Porque si tienen miedo, van a contagiárselo a su hijo. Y es mejor vivir sin miedo. Yo tuve miedo, pero logré superarlo.

¿Y qué le diría a la sociedad?

Que esto nuestro no es una enfermedad. Es sólo que tenemos un cromosoma más. Somos especiales, no somos enfermos. ¡Aprendamos a aceptar al distinto tal y como es!


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