viernes, 24 de abril de 2009

CUANDO NO HAY AMOR... NACE EL MIEDO Y MUERE EL HUMOR



Hace unos día escribía sobre el necesario humor en nuestra vida. Desearía, aquí y ahora, volver a referirme a él, al humor en nuestra vida... sentimental! Piensa por un momento... ¿cuál es el primer síntoma de la ausencia de amor, del desencanto ante el ser amado, del inicio del desamor? Seguramente perder el humor, no compartir ni una sola sonrisa. El humor es lo primero que se pierde, aunque después puedan haber otros síntomas, menos sutiles, como la falta de comprensión, de tolerancia, de respeto... que deambulan entre reproches, palabras altisonantes y acaban, en el mejor de los casos, en el silencio! Normalmente tenemos la mala costumbre de desatender los primeros síntomas de una dolencia o de un peligro -ya sea físico, mental o emocional- pues nuestro día a día, nuestra afición a autoengañarnos y nuestra loca vida ayudan a ello, manteniéndonos permanentemente distraídos! Pero estos primeros síntomas deberían ser la primera señal de alerta para actuar y tomar medidas...

El problema radica en la tremenda capacidad del ser humano para adaptarse a las situaciones y el entorno, por adversos y perjudiciales que sean: algunos lo argumentan como un signo de "fortaleza o tesón" o de capacidad de "crecimiento ante las dificultades"; otros, en cambio, aluden a su abnegación, bondad y/o capacidad de tolerancia frente al fracaso o al sufrimiento. Yo, particularmente y hasta hace relativamente poco tiempo, era asiduo miembro del primer grupo, los "fortalecidos por el sufrimiento"... inutil y tóxico para uno mismo y para los demás! Pero en uno u otro caso, el riesgo de esa presunta "adaptabilidad" humana es evidente y trae consecuencias graves, casi siempre. Esa capacidad de sufrir en silencio ante las adversidades, suele desembocar en la gradual pérdida de autoestima... ¿o es la falta de autoestima la que, a fin de cuentas, permite esa casi inhumana resistencia al sufrimiento? ¿La falta de autoestima es la causa o la consecuencia de nuestra degradación personal o de nuestro perenne sufrimiento? Dejo en el aire la respuesta...

En todo caso, sea causa o efecto de un proceso gradual y dañino como la baja autoestima o amor propio, uno de los primeros síntomas más evidentes es la falta de humor, signo evidente del abatimiento, del rencor o la tristeza... y, como denominador común, su pariente cercano, el miedo. Así, la risa, la sonrisa o la carcajada sinceras, además de saludables, se convierten en un antídoto eficaz en esta vida, pues delatan la ausencia de miedo; así como la desaparición de la risa sincera es un signo claro de alarma ante el exceso de sufrimiento... o el inicio del temor. Dicho lo cual, ¿qué mejor señal de entendimiento, de tolerancia, de voluntad e incluso de amor mutuo, que disfrutar de una sonrisa sincera, inteligente y compartida? Si cuando ya no se comparte esa sonrisa (sincera, claro está) es síntoma evidente de la falta de amor a uno mismo o al otro, ¿no podría ser una sonrisa la señal más evidente y fiable para detectar el verdadero amor? Sin pretender herir susceptibilidades por lo -absurdamente- tabú del tema, si está claro que mejor el sexo con amor, ¿no sería mucho mejor el sexo con amor y humor... compartido? Perdona la aparente frivolidad y la ironía, pero creo sinceramente que compartir humor con la pareja es la mejor forma de demostrar y vivir el amor... porque éste dura -por lo visto hasta aquí- mientras perviva el humor sincero, complice y compartido!

Ayer, como publiqué, fue Sant Jordi, día de los enamorados en Catalunya. Como cada año, la tradición social manda pasear por la ciudad, recorriendo sus engalonadas calles llenas de cientos de paradas de venta de rosas, abalorios y de libros. Miles de personas pasean tranquilamente disfrutando del clima primaveral en esta época del año y los enamorados se regalan mutuamente una rosa y un libro. Pero, en mi placentero paseo solitario -mi corazón estaba enamorado, pero ausente... a demasiada distancia- iba observando el rostro de la gente, de familias enteras, de enamorados abrazados, que compartían ese especial día en el que presumiblemente reina el amor... aunque demasiadas veces sea el amor de un solo día.

No sé, me sorprendió ver las pocas sonrisas compartidas, cómplices, envidiables, expuestas en el día del amor...



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