martes, 9 de junio de 2009

¿INQUIETUD ANTE LA CRISIS?



Hoy te traigo una entrevista que trata de esta crisis actual. Vaya originalidad, no?

Mucha gente piensa que yo, en mi vida -como en mis escritos- suelo evadirme de la realidad cotidiana -esa que nos presiona, nos impresiona y nos asusta- y refugiarme en las "alturas", es decir, el misticismo y un irreal y mágico sentido de la vida y de todo lo que en ella pasa! "Qué poco me conocen y qué poco hacen por conocerme", pienso en voz baja, pero sin intentar convencerles de lo contrario, aunque se autodefinan como amigos míos! Y es que, precisamente a mí, la vida no me ha permitido demasiadas distracciones ni desvaríos... como el que más, estoy atado a mi trabajo diario del que vivo y con el que pago todas mis facturas... desde que tenía 17 años. Y eso no ayuda a levantar la mirada por encima de las cosas mundanas! Pero, precisamente estas circunstancias difíciles o, como mínimo, complejas, han propiciado mi crecimiento como persona y esa capacidad de discernir -casi siempre bien- entre los fines y los medios en mi vida, aunque reconozco que, hasta hace bien poco, mis problemas cotidianos eran mi coartada preferida para considerarme tal solo víctima de mi vida, de esa vida que siempre alguien o algo, en cada momento, parecían obstinados en boicotearme!

Pero, sin dejar de vivir ese día a día complejo, un buen día me di cuenta de que llevaba demasiado lastre, que no me sentía satisfecho de verdad y de que, incluso, había renunciado a mi propia felicidad para sobrevivir a un mundo y una vida que detestaba. Y, lo peor, que era yo quien -en verdad- me estaba boicoteando mi natural e innato derecho a vivir lo que merecía! Entonces, tuve que perdonarme por haberme tratado tan mal y durante tantos años -desde mi truncada juventud- y luego aprender a reconciliarme con todas esas otras personas de mi entorno a las que, hasta ese momento, había considerado culpables -sin saberlo- de mi incierta vida. Ese fue mi primer paso hacia mí, hacia ese ser que yacía en mi interior y que yo mismo había desoído tantas veces y que ahora sé que no hacía más que llevarme hacia mi felicidad. Pero, el mundo y yo mismo habíamos estado distraídos, mientras pasaban los años y las cosas no mejoraban en mi vida. O quizás tuve miedo de cambiar mi vida y entregarme a lo desconocido... por bueno que fuera! Así, llegado ese gran día -no sin víctimas propiciatorias que padecieron mi anterior ceguera vital- me di cuenta de la realidad, de mi realidad. La clave es, simplemente, asumir -de una vez por todas- mi protagonismo, o sea, mi derecho a ser feliz... y luego dejar que la propia vida haga el resto! A partir de entonces, mi miedo a vivir se está diluyendo día a día, dejo de gastar energía en sobrevivir a esa vida vacía y, lo más importante, empiezo a creer en mí mismo y en mi propia vida lo suficiente para convertirme en verdadero protagonista de mi existencia. Atrás está quedando mi victimismo, mis miedos y mis esfuerzos inútiles por mantener mis principios ante mi entorno. Ese fue, sin duda, mi gran primer paso! Concederme el derecho a ser yo mismo y, siéndolo, llegar a ser feliz!

Ha pasado ya cierto tiempo desde entonces y mi nueva vida, día a día, se va afianzando y fortaleciéndose, gracias a lo vivido -lo bueno y lo malo, qué duda cabe- y a lo soñado! Porque sí, siempre había soñado lo que quería para mi vida, eso es esencial! Y, poco a poco, lo vivido y lo soñado se fueron acoplando para poder responder a ese yo interno que, con el tiempo, impuso su dictado y está llenando mi vida. Así, hoy, mi vida está adquiriendo la paz interior necesaria, la confortabilidad con mi entorno y, sobre todo, el sentido necesario para aceptar y vivir las cosas de manera diferente, plena y orientadas al amor y a la felicidad. En el camino están aparecido ocasiones únicas, encuentros mágicos, el amor incondicional como modo de crecimiento y de plenitud... y esa felicidad cotidiana que hoy ilumina casi todos mis actos. Todo eso me demuestra que estoy ya, al fin, en mi camino y que tengo toda la vida para recorrerlo! Una nueva vida! Fuera de ella están ahora las inquietudes ajenas y externas, las vivencias del pasado -que hasta entonces justificaban mi miedo a vivir- y, como postre, apareció la esperanza ante mi vida y la felicidad que ésta nos propicia a cada instante... si nos atrevemos a concedernos el derecho a vivirla, claro está! Así, crisis globales como la actual, mi terca afición a equivocarme para aprender o la incertidumbre que casi todos vivimos actualmente, han adquirido un cierto sentido en mi vida, sin desviarme de mi camino hacia la felicidad. Esos muros -aparentemente insalvables- que parecen impedirnos nuestro avance personal son, en verdad y ahora, oportunidades para aprender y crecer... o, como mínimo, para probar mi lealtad a mí mismo o a la vida que he soñado y que ahora estoy empecinado en perseguir!

Te dejo la mencionada entrevista, en la que habla de la crisis actual y de sus efectos en la gente y en el propio sistema. Sé capaz de mirarla desde arriba, de darte cuenta de que es solo un escenario temporal y efímero... y una de tantas crisis que has vivido y que, posiblemente, vivirás en tu vida. Y, sobre todo, aprende de ella!



Sir Howard Davis, 58 años, director de la London School of Economics (LSE). "La banca existe para servir al ciudadano y no al revés". La Contra de La Vanguardia. LLUÍS AMIGUET - 04/06/2009

Sabemos que el aumento de la riqueza sólo aumenta proporcionalmente nuestra satisfacción si nuestra renta es muy baja...

De no poder comer a comer la satisfacción es enorme.

... Pero a medida que nos hacemos más ricos esa proporción mayor riqueza-mayor satisfacción,se hace más difusa.

Por ejemplo...

En los países pobres que alcanzan por primera vez la riqueza que asegura alimentación para todos se produce enseguida un aumento proporcional en la cantidad de ciudadanos que se declaran satisfechos.

Lógico.

... Pero esa proporcionalidad desaparece cuando un país ya próspero aumenta algo más su riqueza. Los ciudadanos entonces no se declaran más felices en la proporción en que son más ricos. El primer coche da satisfacción, pero cuando ya tienes tres...

¿Usted no hablaba de regular bancos?

Sígame, por favor. Esa proporción se rompe, pero en cambio hemos descubierto que una vez alcanzado cierto nivel de renta, aparecen otras causas de insatisfacción.

A saber.

Lo que hace infeliz a la gente en los países ricos es la percepción de que pueden volver a ser pobres: el riesgo de perder lo que han ganado, aun cuando esa pérdida no signifique volver a la pobreza.

Ahora mismo sufrimos la decepción de que nuestros pisos han perdido valor.

Si usted tenía 10 y perdió 9 será más desgraciado - aunque todavía le lleve uno de ventaja-que quien nunca ha tenido nada: perder algo deprime más que no haberlo tenido.

Y si encima mi vecino tiene más...

¡Esa es la otra pata de la paradoja! La percepción de desigualdad nos hace infelices - sobre todo si somos nosotros los que tenemos menos-y más aún si percibimos esa desigualdad como el resultado de una retribución injusta del talento y el esfuerzo.

Hasta ahí de acuerdo.

Y qué prefiere usted: ¿Crecer un 1,5% anual estable durante 10 años o sufrir altibajos en su riqueza - incluyendo algunos de fuertes pérdidas-,aunque la media resultante al cabo de una década sea de un 2% anual?

Crecer menos con menos sobresaltos.

Esa respuesta no es tal vez la más objetivamente inteligente, pero es la más humana. Si la diferencia cuantitativa entre un crecimiento sin sobresaltos y otro con enormes altibajos no es grande, usted preferirá calidad en ese crecimiento y no sufrir esas euforias y pánicos tan deprimentes.

¿Y...?

Pues bien, las objeciones que se plantean a la regulación de los mercados son que merman la creatividad y la creación de riqueza.

¿Y no es así?

Concedamos que tal vez en alguna medida, sí, pero admitamos también que la regulación palía esos altibajos que nos hacen desgraciados y que crean paro y sufrimiento.

(...)

¿Y quién purgará sus culpas entonces?

Si busca culpables, reparta culpas: primero, el exceso de liquidez permitido por los bancos centrales durante años con tipos de interés demasiado bajos; segundo, los bancos privados que olvidaron toda prudencia y compitieron por dar crédito sin garantías y los de inversión, que crearon un sistema bancario paralelo sin supervisión...

De acuerdo.

... Pero también los consumidores que pidieron créditos que no podrían pagar si subían los tipos. El hecho de que no esté prohibido conducir a200 por hora no te obliga a jugarte la vida a esa velocidad. Si te la juegas y te matas es culpa tuya. Y por cierto, todos los periódicos también jalearon la euforia mientras les siguió entrando publicidad.

¿Y ahora qué?

Regulación: mejor y más regulación. Y previa a la creación de instrumentos financieros no posterior. No se deben aprobar nuevos derivados hasta que no se demuestre que no ponen en peligro el mercado; igual que no se vende un juguete hasta que no se demuestra inofensivo.

(...)


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