jueves, 25 de junio de 2009

LOS HIJOS, A NUESTRA IMAGEN Y SEMEJANZA



Esta vez, Carolina, mi buena amiga de Chile, nos brinda un fantástico texto sobre los padres y la educación de los hijos. Escueto, directo como pocos. Creo que, en un momento de incertidumbre como el actual, mantenerse firmes y coherentes como personas nos ayuda a crecer... y a enseñar a crecer a nuestros hijos. Pero, si es verdad lo anterior, lo es mucho más si consideramos que nuestra firmeza y valores serán vistos y seguidos por nuestros hijos. Así, cualquier avance y crecimiento nuestro -fruto del protagonismo responsable de nuestra vida- incidirá decisivamente en los que nos rodean y muy especialmente en nuestros fans predilectos, nuestros hijos. Demasiadas veces afirmamos quererlos... y no hacemos más que dejarles una triste herencia de carencias, de frustraciones y de condicionantes, que ellos adquieren como propios... hasta que muchos años después -no sin dolor y miedo, como nosotros- tengan el valor de deshacerse de lo que les impide ser como son. Esa es la gran escuela de la vida, en la que cada uno recibe un patrimonio -talentos, virtudes y defectos, herencias de nuestros mayores- que debemos aprender a gestionar bien y aumentar la rentabilidad de lo recibido. De todo lo heredado, habrá que seleccionar lo que nos ayuda o lo que no y, con lo elejido, crecer personalmente y mejorando lo que nos rodea, ya sean nuestros seres queridos o el propio planeta. ¿A alguien le queda duda de para qué ha venido a esta vida? Esa es nuestra Misión en esta -larga o corta- vida, cada cual la suya propia. Y es este testamento eterno lo que deberemos transmitir a nuestros seres más queridos, especialmente nuestros hijos que -pobres niños- esperan de nosotros firmeza, seguridad y sabiduría, cuando la mayoría de las veces les damos simplemente preocupaciones, fragilidad y sinsabores... aunque sea envueltos como regalos

Los buenos padres no le dan a su hijo todo lo que necesita,
Le enseñan que él es capaz de conseguir lo que quiere.

Los buenos padres no buscan hacer feliz a su hijo,
Le enseñan que la felicidad depende de cada uno.

Los buenos padres no le dan oportunidades a su hijo,
Le enseñan a buscarlas, a crearlas y a aprovecharlas.

Los buenos padres no le dan a su hijo lo mejor para que sea feliz,
Le enseñan a disfrutar y a encontrar lo mejor, aún en lo más sencillo.

Los buenos padres no le enseñan a su hijo a superar siempre a los demás,
Le enseñan a superarse a sí mismo.

Los buenos padres no le enseñan a su hijo a decir todo lo que piensa,
Le enseñan que lo que pensamos no es la verdad absoluta y que debemos
ser cautelosos al expresar nuestras opiniones, teniendo en cuenta los
sentimientos de los demás.

Los buenos padres no le resuelven los problemas a su hijo,
Le enseñan a asumir responsabilidad y a aprender de sus errores.

Los buenos padres no le enseñan a sus hijos a evitar los fracasos,
Le muestran que el fracaso es parte del camino hacia el éxito.

Los buenos padres no convencen a su hijo de su importancia en la sociedad,
Le enseñan que sirviendo se volverá importante para ella.

Los buenos padres no le enseñan a su hijo a ser crítico y resentido ante las injusticias,
Le enseñan a contribuir en paz y a construir la justicia.


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