miércoles, 1 de julio de 2009

¿ES LO MISMO JUZGAR QUE SENTIRSE JUZGADO?




A veces pienso cual sería mi vergüenza si me pillaran saliendo de una tienda con un objeto robado en mi bolsillo. Cuando uno comete una falta o un error, algo en su interior le hace sentirse culpable... aunque nuestra mente añada justificaciones al acto, como "quien roba a ladrón...". El problema nunca es que nos juzguen (que por cierto, nadie tiene el derecho), sino sentirnos permanentemente juzgados!

La verdad es que escaparse de la realidad, cuando cometemos un error, aunque parezca la solución a corto plazo, siempre dilata el tema, lo desvirtúa y, lo que es peor, nos lo deposita en la conciencia durante demasiado tiempo inútil. Podemos auto-engañarnos, evitar el encontronazo, evadir el tema con mil excusas, pero eso nos convierte en víctimas de nuestros actos y nos quita el derecho a ser libres para decidir lo que queremos en nuestra vida! Somos libres incluso para equivocarnos! Evitar o desoír los fracasos no impide que los sintamos como propios! Todo lo vivido y lo errado en esta vida hay que mirarlo de cara, pues sino se almacena en nuestro recuerdo, conforma nuestro caracter y modula nuestra autoestima. Estaremos de acuerdo que no siempre y en cada momento estamos capacitados para asumir la responsabilidad de todo lo que hacemos, como abordar ciertos temas escabrosos de nuestra vida. Pero siempre, tarde o temprano, aparecerá el momento y podremos capearlos con más lucidez y equidistancia. Seguramente es lo que afirmamos cuando decimos que "la vida siempre pasa factura...". Porque, efectivamente, la vida -a través de señales- nos propondrá el momento idóneo para solventar nuestras carencias y malas decisiones, aunque siempre seremos libres de acogerlo como tal o bien desoírlo, dilatándolo en el tiempo, lo que nos seguirá pareciendo una pesada carga y hará de nuestra vida una pesadilla, para nosotros y para los que nos rodean!

Esto no es una invención mía. Soy maestro en errores propios y ajenos que durante años se me acumularon! Pero hoy creo haber aprendido a tiempo que la vida siempre nos procura la manera de ser felices, que muchas veces significa -en la práctica cotidiana- enmendar nuestras carencias y nuestros errores históricos. No hay errores insalvables o irreversibles, como no hay mala intención de la vida cuando nos los presentan de otra manera y en otro tiempo para que los podamos -al fin-solucionar. Algunos denominan a esto el Karma que cada uno tiene, aprobar lo pendiente. Si no lo hacemos -y somos libres para decidirlo así- los cargamos por tiempo y tiempo... ¿pero cuánto tiempo podemos estar sin ver y aceptar la realidad? Creo que este es un argumento de peso para considerar que la vida es una oportunidad para vivir cada momento y que es mejor amar la vida que estar permanentemente asustados frente a ella, con miles de temas por solucionar. Si no solucionamos nuestros temas pendientes los errores se van acumulando y nos hacen adoptar decisiones paliativas, pero ineficaces porque no están basadas en la libertad de elegir, sino en la necesidad de huír de algo, hacerlo deprisa, urgentemente y normalmente, con malos resultados. Y así vamos, de nuevo, de error en error, lo que sin duda nos hace sufrir! Claro que todo eso también nos enseña, si queremos aceptar la lección, en vez de descalificar al maestro o a la vida, que es lo mismo!

Con el tiempo he aprendido a no sufrir demasiado por eso. Y eso quiere decir, en la práctica, procurar actuar desde mi conciencia y no dilatar demasiado las decisiones y deshacer los entuertos cuanto antes, siempre que sea posible. Y es que soy consciente de que no sé cuánto durará mi vida y si me dará tiempo para hacerlo! Actuar desde la conciencia me da una profunda serenidad interior, evidiable y evidente. Esa es, actualmente, la clave de mi vida y de mi camino hacia la felicidad! Y no soy un extraterrestre, ni alguien especial, ni sobrehumano... es más, si yo puedo hacerlo, cualquiera puede, basta proponérselo! Aunque esta actitud inmediata, coherente y efectiva hace -muchas veces, lamentablemente- que se creen malentendidos con mi entorno inmediato.

La gente no siempre es capaz de aceptar la transparencia, la coherencia y la sinceridad ajena, aunque la utilicemos en el mejor momento y con la mejor voluntad. Muchos consideran esta virtud un signo de intransigencia, de excesiva firmeza o de un super Ego... y nunca más lejos de mi realidad personal, hoy. Si esto crea un posible conflicto, antes de afrontarlo dejo pasar el tiempo prudencial y necesario para tener la perspectiva suficiente y, normalmente, dejo que los acontecimientos propicien el mejor momento para ambos "contendientes". Antes imponía mi criterio, pasara lo que pasara! Esa espera me da la certeza de que las cosas sucederán porque y cuando tengan que suceder! Solo espero el momento en que la otra persona esté realmente predispuesta y decidida a poner solución a la situación, ni más ni menos! Por eso, tal vez, también hay muchas personas que creen que soy demasiado tolerante conmigomismo y/o condescendiente con los demás, porque no revindico a grito pelado mi razón ante un agravio, sobre todo cuando creo tener razón. Antes lo hacía, como un león que ruge para imponer su verdad a si mismo y a los demás, sin importarle si los demás estaban preparados y realmente dispuestos a aceptarla o, como mínimo, a negociarla. Pero hoy, repito, cuando es un tema importante en mi vida, opto por esperar el momento y la predisposición del otro, ahorrándome conflictos y palabras inútiles con quien no puede o no quiere entender o razonar. ¿Tolerancia, condescendencia, respeto al otro... o caridad? No, fe en la vida y en las personas que merecen formar parte de ella, que por cierto no son todas... aunque aún no ha llegado el día en que haya desterrado a alguien de mi vida! Es cuestión de fe y de esperanza en la vida y en quien habita en ella! Y, en muchos años de vida, hoy no tengo enemigos, sino personas alejadas temporalmente de mi verdadera vida... ¿o de la suya? Y realmente lo siento así y no tiene nada que ver con vanidad, orgullo mal entendido o Ego! Si, además, consideramos al amor -del que tanto hablamos, pero que tanto vejamos y falseamos en nuestro día a día-, cualquier persona que merezca estar en mi vida y a quien ame implica que tengo esperanza ciega en su propia redención y su vuelta a tiempo a la verdad y al amor, cuando lo hubo.

El tiempo nos da la razón a personas que, como yo, intentan actuar desde la conciencia y siempre esperan lo mejor de la vida, aunque no sea cuando uno había planeado, sino cuando ella decide que llegue ese mejor momento y la manera adecuada. Desde este punto de vista, la vida se hace casi previsible y a este tipo de personas, -demasiadas veces- nos llaman iluminados! Y de eso nada, monada, solo hay que tener fe en uno mismo, aceptar los errores como aprendizajes necesarios y estar permanentemente atentos a lo que sucede alrededor nuestro, queriendo ver las señales sin evadirse de la responsabilidad personal y, luego, dejar que la coherencia interna con uno mismo y el sentido común y la intuición hagan el resto! Es, sin duda, la única fórmula para permitir que la felicidad -y no el miedo o la culpa- controle nuestra vida, dure lo que dure ésta.


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