viernes, 17 de julio de 2009

¿QUIÉN ES EL PROTAGONISTA DE TU VIDA? (y II)



Ayer te comentaba una película que impactó en mi vida, "Algo para recordar". Aquí quiero seguir comentándote mi segunda gran película, esa que responde a mi interior y que conmueve mis sentimientos más profundos. Se trata de "El próximo año a la misma hora", con Alan AlDa y Ellen Burstyn ("Same Time, Next Year", dirigida por Robert Mulligan en el año 1978,Universal Pictures). Desde que la ví por primera vez -hace ya bastantes años- disfruto cuando la miro y siempre logra conmoverme.

Una breve explicación del argumento. Un hombre y una mujer jóvenes se conocen por casualidad en un romántico hotel durante una cena. Aunque ambos están casados, aparecen juntos en la cama al día siguiente preguntándose qué les pudo pasar. A pesar de todo, quedan para el año siguiente en el mismo sitio para el mismo fin de semana y cada año. Y así, año a año, se encuentran y comparten durante un par de días sus respectivas experiencias de la vida, llegando a establecerse un amor especial y sólido, pero amor al fin y al cabo.

Como he comentado antes, siempre me ha gustado esta divertida comedia melodramática. En su momento porque -sin yo saberlo explicar ni haberlo experimentado aún- respondía a ese precioso sentimiento del amor eterno, que perdura en el tiempo, que crece y nos hace crecer a ambos y que queda a salvo de la convivencia y del peligro de la rutina de una relación de pareja. Cada vez que la veía, entendía en ella un sentimiento profundo -pero cierto- que yo albergaba en mi alma. La eternidad del amor y la presencia de personas en nuestro corazón, aunque estén temporal o definitivamente ausentes en nuestra vida.

Quizás porque mi vida está plagada de experiencias ingratas, despedidas silenciosas o huídas súbitas, este sentimiento de la presencia ha sido importante siempre en mi corazón. Con o sin justificación, algunas personas queridas en mi vida decidieron unilateral y repentinamente abandonarla, sin previo aviso, supongo casi siempre por miedo a sentir o a vivir la vida tal y como venía. Eso, supongo, me hizo sentír algo culpable y, evidentemente, era causa de mi sufrimiento. Aunque acabo de darme cuenta hace relativamente poco, quizás tuvo que fallecer en accidente de coche mi mejor amiga de juventud hace ya muchos años para darme cuenta que el dolor ante la ausencia era natural, insufrible y, en ese caso, ajeno a mí; en esa primera experiencia cercana a la muerte, comprobé con sorpresa que ese sentimiento de exclusión o de ausencia, no era tal; de hecho, desde su muerte -allá por el año 1979- hasta hoy nunca he sentido su ausencia, aunque sí tal vez la he encontrado a faltar en algunos momentos puntuales de mi vida o ante circunstancias que me recordaron momentáneamente a ella. Pero hoy puedo afirmar taxativamante que esa amiga inseparable que murió a los 18 años de edad estuvo, está y estará siempre presente en mi vida, simplemente porque está más allá de ella, en mi corazón, ubicado en el Alma y, popr tanto, ajeno al Tiempo y el Espacio.

Y ese film habla de ello, aunque solo describa cada encuentro. Habla de esa presencia y ausencia cíclica de dos personas -un hombre y una mujer- que se quieren más alla de la presencia contínua y que comparten -de alguna manera- su propia vida, año a año, por encima de las circunstancias y a distancia. Es curioso ver en la película como ambos protagonistas se encuentran una vez al año y escasos momentos después del encuentro están tan unidos como siempre, como si se hubieran visto el día anterior. ¿Cuántas veces hemos vivido esos encuentros súbitos y mágicos, con personas queridas, después de un largo periodo de separación, pero que ambos nos sentimos como si hubiéramos estado juntos cada día? ¿Cuántas veces, en cambio, compartimos nuestra vida con personas que, día a día, se nos hacen más extrañas, ajenas y haciéndonos sentir a ambos igualmente lejanos y ausentes? ¿Cuántas veces hemos compartido momentos estelares, rincones mágicos conmigomismo, con alguien físicamente ausente de nuestra vida?

Y ahora que estoy algo más cerca del alma, soy capaz de entender estos sentimientos reales y, aparentemente, inexplicables desde la limitada razón humana. Es, simplemente, amor, pero del bueno... o sea poco que ver con el que gastamos coloquialmente en presuntas relaciones sentimentales y novelescos romances. Tanto es así, que hoy, acostumbrado como estoy a vivir cada día más desde mi alma -aún despertándose-, tengo la facultad de reconocer solo ese amor especial, verdadero y probablemente eterno en mis relaciones, que corresponde a esa idea del amor que todos tenemos, pero que muy pocos tienen el valor de luchar por él y convertirlo en su nueva y merecida vida! Haciéndolo asi, uno obedece al alma y adquiere la esperanza de tropezar con ese amor verdadero cada día y vivir la felicidad consiguiente, que no es más que compartir ese amor de manera singular, recíproca y valiente. Claro que eso hace que uno ya no puede conformarse con menos, ni con romances efímeros ni ensayos generales para aprender a vivir, en los que la víctima siempre es uno mismo y el otro... evidentemente, ambos corazones que se dañan mutuamente sin saberlo! ¡Si se puede hallar y vivir un amor verdadero, por qué conformarse con un amor de segunda clase y que no llega al alma, por tanto depende demasiado del tiempo y del espacio? Y ese amor verdadero, todo en él tiene magia, es singular e irrepetible día a día y se perpetua por siempre en el tiempo!

Personalmente nunca he creído en la utópica media naranja! Aunque ahora sí creo en las almas gemelas, aunque su conexión no siempre implique una relación convencional ni romántica; más que una relación, es un "relacionarse" con un alma a la que estamos inexorablemente unidos por y para siempre! Es un sentimiento nuevo e intenso para mí, pero maravilloso, pues vivo la presencia de esa alma gemela desde mi propia alma, cada momento de mi vida cotidiana. Es maravilloso sentirse uno con alguien que no está necesariamente y en todo momento contigo. Es un amor nacido del alma y, por ello, puro, incondicional, sin estar necesariamente condicionado a un tiempo y un espacio determinados, aunque vive siempre en la esperanza de llegar a ser humano y expresarse por la piel! Y ese es el amor que no se ve en la película comentada, pues se supone que se da, precisamente, cuando no están juntos durante un largo año -entre encuentro y encuentro- pero que, a la vez, favorece el instantáneo y mágico reencuentro año tras año, haciendo crecer un mútuo, puro y sólido sentimiento entre ambos... lejos de la convivencia, los entresijos de la vida cotidiana y de la peligrosa rutina! Aunque es verdad que uno siempre piensa que, a partir de un amor del alma como éste, incluso es fácil hacerlo crecer en el día a día, siempre y cuando el alma nos acompañe e ilumine cada simple acto de nuestra vida!


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