Hoy te voy a proponer un interesante juego. Me gustaría que pensaras en tu propia vida: ¿cómo ha sido? ¿qué ha pasado en ella? ¿quién ha tenido un papel decisivo en ella? ¿hasta dónde te ha llevado? ¿Cuáles han sido sus circunstancias? ¿Qué personas han pasado por ella y cuáles de éstas han dejado su huella? ¿Consideras hoy tu vida como un drama, un melodrama o como una comedia?
El juego consiste en que elijas una película, obra de teatro o novela que, creas, refleja lo que ha sido tu vida -o algún momento de ella- y el por qué la sientes así. Añade mentalmente los personajes que han actuado en ella y piensa detenidamente cuál ha sido tu papel en la trama. ¿Has sido protagonista, actor secundario o mero extra que sale en determinadas escenas pero que apenas tiene algo que decir?
Te voy a dar una pista. Voy a contestar yo mismo a este reto. Hasta un cierto momento, mi vida la consideré un drama épico. Realmente me cuesta encontrar la película, obra o novela apropiada para definirla. Seguramente, si he de hacerlo, debería pensar en qué películas me conmueven especialmente y, seguramente, llegan a entristecerme. Nuestra alma se identifica cuando ve algo que resuena con ella, provocándonos un profundo sentimiento de afinidad. Mis películas, en este sentido preferidas, son "Algo para recordar" de Tom Hanks y Meg Ryan (dirigida por Nora Ephron, 1993, Tri-star pictures) y "El próximo año a la misma hora", de Alan Alda y Ellen Burstyn (Robert Mulligan, 1978, Universal Pictures). Para quien no las haya visto, explicaré brevemente su contenido.
La primera, "Algo para recordar" de Tom Hanks y Meg Ryan, trata de un joven padre viudo -y aún enamorado de su recién fallecida esposa- con un hijo de unos 6 ó 7 años que viven solos, compadeciéndose de su hasta entonces fatal destino; en el film el niño -siempre más instalados en el presente-, llegado un día, cree que debe ayudar a su resignado y triste padre a encontrar una segunda oportunidad en el amor; por ello, llama a un famoso consultorio radiofónico explicando el problema de su padre y pidiendo que alguna mujer desee enamorarse de su padre; ante la avalancha de correspondencia de miles de mujeres, decide conocer a la que más sincera y "buena esposa y madre" le parece: Meg Ryan, una joven, complaciente, divertida y soltera periodista que, apunto de contraer matrimonio con un altivo y rico directivo -pero de personalidad mediocre y carente de sentido de la magia en su monótona y previsible vida-, trabaja en un reportaje sobre el consultorio radiofónico y la peculiar consulta del niño; asi conoce al padre viudo, del que día a día y a distancia llega a enamorarse, al encontrar en él la magía que desea para su vida y que su entonces pareja carece; no explicaré el apasionante y algo lacrimógeno final (inspirado en el ya clásico film "Tú y yo" de Cary Grant y Deborah Kerr), solo diré que la tenacidad de la periodista para llegar a conocerle personalmente -y, sobre todo, su firmeza en perseguir sus ideales, a partir de su incipiente intuición-, les hace al fin encontrarse y reconocerse mutuamente como ese gran amor que habían deseado siempre para su nueva vida. Esta película ha sido hasta hace muy poco en mi vida motivo de nostalgia y tristeza, evocadora de ternura, cuando no de lágrimas. Fantástica y emotiva película, sí señor, en la que vence la intensidad del amor frente a la apática seguridad cotidiana, el amor incondicional y mágico, ante el aparente amor previsible, rutinario y pretendidamente cómodo. La lucha por un ideal y por dirigirse con confianza hacia lo desconocido, a partir sentir las señales del corazón, hasta entonces amordazado y optando siempre por lo demasiado conocido!
Volviendo a mi percepción de esta película, en ella, como he dicho, hasta hace poco veía reflejada mi drama personal, la nostalgia ante lo soñado y no vivido, mi resignación ante lo que me había tocado vivir. Hoy, en mi incipiente y nuevo estado emocional interno, en este film veo la firmeza al perseguir nuestros sueños como único camino hacia la felicidad, a pesar de no tener garantías de obtenerla y tener que apostar por lo nuevo y desconocido o de tener que perdernos muchas veces antes para conseguirla. En una palabra, toda una apología al valor de ser y sentirse uno mismo -a pesar de las circunstancias, a veces adversas o confusas-, aparte de la esperanza ciega en nuestra propia capacidad de conseguir lo que merecemos, a pesar de que haya miedo o dificultades hasta alcanzarlo. Podría afirmar que, de enfocarme -hasta ahora en esta película- solo en la fatalidad de un pobre padre joven y viudo, sólo y con un hijo de corta edad, con el que me identificaba, ahora soy capaz de ver más allá y entender su positivo mensaje. Podría afirmar que he logrado cambiar mis lágrimas de autocompasión y de pena, por las de la belleza que la vida nos regala en unos sentimientos tan valientes y puros, además de brindarnos siempre oportunidades para ser felices, si queremos verlas! Curiosamente, con el tiempo, te das cuenta de que no existe una sola verdad, sino tantas como queramos ver y que la vida está para que aprendamos a discernir cuál de ellas queremos y merecemos, para que luchemos por nuestra verdad, porque solo así seremos capaces de vivir con sentido todo lo que en ella sucede, lo que nos llevará a encontrar la felicidad sin buscarla. Eso, además, nos enseña que cualquier recodo o difucultad ante la vida es necesariamente el camino hacia nosotros mismos y hacia nuestra felicidad! Solo hay que querer merecerla y ser valientes para encontrarla!
CONTINUARÁ...
¿COMENTARIOS, OPINIONES? PARTICIPA EN NUESTRO FORO DE OPINIÓN
http://forocontigomismo.ning.com
El juego consiste en que elijas una película, obra de teatro o novela que, creas, refleja lo que ha sido tu vida -o algún momento de ella- y el por qué la sientes así. Añade mentalmente los personajes que han actuado en ella y piensa detenidamente cuál ha sido tu papel en la trama. ¿Has sido protagonista, actor secundario o mero extra que sale en determinadas escenas pero que apenas tiene algo que decir?
Te voy a dar una pista. Voy a contestar yo mismo a este reto. Hasta un cierto momento, mi vida la consideré un drama épico. Realmente me cuesta encontrar la película, obra o novela apropiada para definirla. Seguramente, si he de hacerlo, debería pensar en qué películas me conmueven especialmente y, seguramente, llegan a entristecerme. Nuestra alma se identifica cuando ve algo que resuena con ella, provocándonos un profundo sentimiento de afinidad. Mis películas, en este sentido preferidas, son "Algo para recordar" de Tom Hanks y Meg Ryan (dirigida por Nora Ephron, 1993, Tri-star pictures) y "El próximo año a la misma hora", de Alan Alda y Ellen Burstyn (Robert Mulligan, 1978, Universal Pictures). Para quien no las haya visto, explicaré brevemente su contenido.
La primera, "Algo para recordar" de Tom Hanks y Meg Ryan, trata de un joven padre viudo -y aún enamorado de su recién fallecida esposa- con un hijo de unos 6 ó 7 años que viven solos, compadeciéndose de su hasta entonces fatal destino; en el film el niño -siempre más instalados en el presente-, llegado un día, cree que debe ayudar a su resignado y triste padre a encontrar una segunda oportunidad en el amor; por ello, llama a un famoso consultorio radiofónico explicando el problema de su padre y pidiendo que alguna mujer desee enamorarse de su padre; ante la avalancha de correspondencia de miles de mujeres, decide conocer a la que más sincera y "buena esposa y madre" le parece: Meg Ryan, una joven, complaciente, divertida y soltera periodista que, apunto de contraer matrimonio con un altivo y rico directivo -pero de personalidad mediocre y carente de sentido de la magia en su monótona y previsible vida-, trabaja en un reportaje sobre el consultorio radiofónico y la peculiar consulta del niño; asi conoce al padre viudo, del que día a día y a distancia llega a enamorarse, al encontrar en él la magía que desea para su vida y que su entonces pareja carece; no explicaré el apasionante y algo lacrimógeno final (inspirado en el ya clásico film "Tú y yo" de Cary Grant y Deborah Kerr), solo diré que la tenacidad de la periodista para llegar a conocerle personalmente -y, sobre todo, su firmeza en perseguir sus ideales, a partir de su incipiente intuición-, les hace al fin encontrarse y reconocerse mutuamente como ese gran amor que habían deseado siempre para su nueva vida. Esta película ha sido hasta hace muy poco en mi vida motivo de nostalgia y tristeza, evocadora de ternura, cuando no de lágrimas. Fantástica y emotiva película, sí señor, en la que vence la intensidad del amor frente a la apática seguridad cotidiana, el amor incondicional y mágico, ante el aparente amor previsible, rutinario y pretendidamente cómodo. La lucha por un ideal y por dirigirse con confianza hacia lo desconocido, a partir sentir las señales del corazón, hasta entonces amordazado y optando siempre por lo demasiado conocido!
Volviendo a mi percepción de esta película, en ella, como he dicho, hasta hace poco veía reflejada mi drama personal, la nostalgia ante lo soñado y no vivido, mi resignación ante lo que me había tocado vivir. Hoy, en mi incipiente y nuevo estado emocional interno, en este film veo la firmeza al perseguir nuestros sueños como único camino hacia la felicidad, a pesar de no tener garantías de obtenerla y tener que apostar por lo nuevo y desconocido o de tener que perdernos muchas veces antes para conseguirla. En una palabra, toda una apología al valor de ser y sentirse uno mismo -a pesar de las circunstancias, a veces adversas o confusas-, aparte de la esperanza ciega en nuestra propia capacidad de conseguir lo que merecemos, a pesar de que haya miedo o dificultades hasta alcanzarlo. Podría afirmar que, de enfocarme -hasta ahora en esta película- solo en la fatalidad de un pobre padre joven y viudo, sólo y con un hijo de corta edad, con el que me identificaba, ahora soy capaz de ver más allá y entender su positivo mensaje. Podría afirmar que he logrado cambiar mis lágrimas de autocompasión y de pena, por las de la belleza que la vida nos regala en unos sentimientos tan valientes y puros, además de brindarnos siempre oportunidades para ser felices, si queremos verlas! Curiosamente, con el tiempo, te das cuenta de que no existe una sola verdad, sino tantas como queramos ver y que la vida está para que aprendamos a discernir cuál de ellas queremos y merecemos, para que luchemos por nuestra verdad, porque solo así seremos capaces de vivir con sentido todo lo que en ella sucede, lo que nos llevará a encontrar la felicidad sin buscarla. Eso, además, nos enseña que cualquier recodo o difucultad ante la vida es necesariamente el camino hacia nosotros mismos y hacia nuestra felicidad! Solo hay que querer merecerla y ser valientes para encontrarla!
CONTINUARÁ...
¿COMENTARIOS, OPINIONES? PARTICIPA EN NUESTRO FORO DE OPINIÓN
http://forocontigomismo.ning.com