jueves, 29 de octubre de 2009

LECCIONES PARTICULARES DE LA VIDA



Frecuentemente la vida nos brinda lecciones ineludibles, necesarias... que vale la pena abordar sin intentar escapar de ellas. Algunas clientas mías de Coaching suelen decirme que soy una persona sabia (?) y que poco me queda por aprender de la vida! Qué poco saben de la vida y de mí, cuánto me aprecian!

La vida reparte a diestro y siniestro lecciones para todos. Es más, si fuera verdad que lo sé todo, podría morirme en este preciso instante! Porque la vida no es más que una escuela, en la que todos tenemos algo para aprender, aunque a veces nos resistamos a ello! Mi vida, es verdad, está bastante trabajada en algunos aspectos importantes, a pesar de lo cual sigo aprendiendo y gracias a ello, me permito la osadía de tratar de ayudar a quien me lo requiere a cómo vivir una vida mejor y más plena. Seguramente es porque me niego a aceptar la palabra "renuncia" en mí mismo o de alguien a quien aprecio! Aunque esto hace que, en ciertos momentos, fuerce -incoscientemente- a esas mismas personas a mejorar su vida. ¿No es desconfianza en su propia capacidad para hacerlo cuando llegue su momento? Y eso, la verdad sea dicha, tiene poco de amor por ellas! Desde aquí, les pido perdón! En demasiadas ocasiones veo y convivo con gente que está intentando renunciar a lo que merecen, a cambio de vivir una vida convencional y rutinaria, presuntamente más cómoda y segura! Menos mal que la vida, cuando se le antoja y a cada uno de nosotros, nos desequilibra con acontecimientos imprevistos que trastocan nuestra falsa creencia de confortabilidad, complacencia y control! De esta manera nuestra vida reclama la atención permanente que exije nuestra plena existencia! Eso, precisamente, es lo que nos hace cuestionarnos y mejorar como personas, acercándonos más a lo que realmente somos y deseamos en nuestra vida, esa que soñamos y que merecemos!

Pero ahora quería explicarte algo que ya sabes, simplemente porque cada uno de nosotros lo ha sentido en infinidad de veces durante su vida! Como decía, las lecciones llegan día a día, sin preguntarnos. Y cuesta verlas, aceptarlas y, mucho más, entender su profundo sentido y, sobre todo, nuestro indudable beneficio personal... en vez de considerar esas lecciones como un castigo por nuestros errores pasados (el ya famoso Karma) o afirmar que la vida es injusta con nosotros! Está claro que estas lecciones, cuando al fin llegan, remueven nuestro interior y desbarajustan nuestra vida cotidiana y eso nos hace sufrir! Es el inamovible y sobrealimentado ego nuestro (y su fiel aliado, el miedo) quien realmente se resiente! Pero es precisamente anulando el pesado ego y su crónica resistencia al cambio la única manera de solventar la situación y aprender de ella!

Ayer, precisamente, estuve con un buen amigo, mi particular coacher desde hace unos años. Él, pacientemente me enseña a ver e interpretar esos ámbitos a mejorar en mi vida y, además, tiene la paciencia de darme tiempo para que los aplique, aunque sea normalmente a fuerza de errores. Entre otros muchos, mi incapacidad de gestionar y afrontar mi vida cotidiana desde la tierra, es decir lo que tan bien sé solucionar a mis clientes de coaching! Y es que siempre es mucho más fácil ver y solucionar los problemas ajenos, que los propios! De vuelta con el maldito ego! Reconozco, sin embargo, que a veces resulta duro oír lo que no aceptamos mentalmente de nosotros mismos, aunque seguramente en nuestra alma ya sabíamos de su existencia y de la necesidad de esa mejora! Una vez oídos nuestros evidentes y posibles errores o áreas de mejora -como eufemísticamente me gusta denominar- inmediatamente la mente arranca e intenta hacerse con el control a gritos, intoxicándonos con miles de justificaciones y argumentos para disuadirnos del tema presuntamente escabroso, intentándo darnos la razón aunque no la tengamos y, lo que es peor, creándonos una firme e inquebrantable resistencia al cambio!

Pero si uno escucha desde dentro -una vez disuelta la citada cháchara mental que nos invade ante el inicial pánico o ira descontrolada-, nos damos cuenta que resulta sospechosamente familiar todo lo que se haya dicho y cuestionado sobre nosotros. Es entonces cuando cada uno tiene dos opciones claras, firmes y excluyentes: o dejarse guíar por el amor, es decir, tomárselo seriamente como una manera de amarse a uno mismo y mejorar en la vida, o bien dejar que sea el temor quien siga guiándonos e intentar ser audaz para seguir en el mismo error e incluso reforzarlo en nuestra vida con falsos argumentos. Con el amor -es decir, confianza, esperanza y fortaleza con nosotros mismos, con los demás y con la vida- las lecciones se aprenden; mientras que con el temor -lo contrario, o sea desconfianza, miedo y autoengaño- esas lecciones pasan de largo... por esta vez, claro! Porque la vida -sin duda más sabia y amorosa que nosotros- volverá a presentarnos nuevas oportunidades similares -y dolorosas, muchas veces- hasta que queramos aprender lo que ella quiere enseñarnos! Es, como casi siempre pasa, un tema de tiempo... que, por cierto, no sabemos cuánto durará nuestra vida ni a cuántas personas singulares y mágicas deberemos sacrificar por el camino hasta que se aprenda la lección y se aplique lo aprendido! Seguramente, aún así, mientras tanto, cometeremos errores y tendremos deslices en nuestra vida, hasta que aprendamos del todo a vivirla! Los deslices serán equivocaciones temporales, aunque muchas veces con víctimas ajenas; en cambio, los errores podrían perpetuarse en nuestra vida y, lo que es peor, nos irán alejando de nosotros mismos paulatinamente y haciéndonos sentir culpables por ello! No obstante, para finalizar quiero recordarte que, por mucho que nos alejemos de nuestro propio camino, casi siempre es necesario hacerlo para volver a él más firmes, convencidos y victoriosos! ¿No es eso el amor -es decir, confianza- a la vida y a nosotros mismos?

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