lunes, 14 de diciembre de 2009

LAS LEYES INTERNAS



Soy una persona un tanto anárquica, en cuanto a leyes se refiere: creo en la soberanía personal y humana. Creo que hay algo en nuestro interior que nos dicta e interpreta lo que sucede a nuestro alrededor, en nuestra vida externa. Es la Conciencia! Si somos capaces de escucharla y de actuar según su consigna, nada nos sorprenderá, seguiremos caminando hacia nosotros mismos con firmeza y perderemos el miedo humano a lo desconocido, a lo únicamente conveniente o ese miedo a perder lo que creemos poseer!

En la vida de cualquier ser humano hay una parte conocida y otra, desconocida y, por decirlo de alguna manera, mágica y oculta. Las dos forman parte de la misma vida y coexisten juntas! La vida no puede limitarse a lo que vemos y conocemos de ella, sería insoportable y limitada... aparte de una broma de mal gusto! Más que nada porque es, precisamente, solo esa vida previsible y hasta rutinaria la que nos aplasta y le quita el sentido a nuestra existencia, aunque sea disfrazándose a sí misma de control, de confortabilidad y de seguridad. Y claro, los dos miedos humanos por excelencia son el miedo a la amenaza (a lo nuevo y desconocido) y el miedo a la pérdida (al abandono, a perder lo que creemos tener). Y a estos, precisamente, pretende domesticar nuestra mente plana, amigable y programada, pero sin dotar a nuestra vida de un sentido... alternativo.

Pero, afortunadamente, eso no acaba ahí, mal que nos pese! En la vida de cualquiera de nosotros hay infinidad de situaciones esperadas y otras inesperadas que nos sorprenden cada día, en cualquier momento y lugar. Y, acostumbrados como estamos a preveer e intentar controlar todo en nuestra vida, esas situaciones imprevistas nos asustan... y, aunque parezca mentira, ya sean aparentemente agradables o desagradables! Lo imprevisto por la mente hace que ésta ponga en marcha las alarmas del miedo, las más eficaces pues aluden siempre a esos dos miedos, el de sentirse amenazado o el de la pérdida, que ya hemos citado antes. Y el miedo nos bloquea, haciendo que entreguemos gratuitamente nuestra vida a la mente redentora y a su mundo externo y vacío... aunque sin poder evitar esas situaciones inesperadas, claro!

Podemos, eso sí, dejarnos dominar por el miedo y éste no tiene otra arma que bloquearnos como personas, intentando desoír las señales internas o externas que nos perturban e incomodan... Al menos, temporalmente, porque si supiéramos oir nuestra voz interior (más sutil y acertada que el escandaloso vociferio de nuestra mente confusa y temerosa), todas las cosas que suceden en nuestra vida -por cotidianas y sencillas que sean- tienen, al fin y al cabo, un verdadero sentido en ella, una razón y un momento para haber llegado a nosotros, aunque no lo planeáramos así. Tanto lo aparentemente bueno como lo malo en nuestra vida trae consigo una lección importante para aprender, no solo producirnos placer o sufrimiento, como parece. Porque uno y otro -placer o sufrimiento- nos ponen en alerta para llegar a ser conscientes de lo que pasa por dentro, de lo que sentimos, o sea, de lo que en realidad somos! Nos hacen ser conscientes de nuestra propia e individual manera de ser y de sentir la vida! En una palabra, nos enseñan a crecer como personas, que es todo lo que hemos venido a hacer a este mundo nuestro!

Pero, al fin, el ser humano tiene el inapelable derecho de ser libre y elegir lo que quiere para su vida, esa es su grandeza y lo que le hace único en este mundo, donde los otros seres vivos solo tienen que obedecer las pautas marcadas por las leyes naturales, previamente impuestas. Esa libertad humana, en cambio, nos da la posibilidad de escoger entre ese miedo que nos viene impuesto por la mente limitada y confusa, o bien optar por el amor que hay en nuestro interior (en el corazón, aunque tenga poco que ver con lo que consideramos vulgarmente amor humano o romántico) y que siempre está indicándonos ese camino más firme, verdadero y, al fin, más de acuerdo con nuestro ser auténtico y nuestro sentido de la vida! Porque ese "otro" amor verdadero no es más que confianza, paciencia, amabilidad, pasión despegada, suavidad, paz, comprensión, respeto, entrega, generosidad... y todos aquellos atributos que anhelamos para nuestra propia vida, pero que no siempre somos suficientemente valientes para perseguirlos... y que el mundo exterior parece empeñado en negarnos, haciéndonos sentir, cada día más, tristes, ansiosos, rencorosos, dubitativos, celosos, depresivos, agresivos, desconfiados, temerosos...etc.

Algunas veces alguien se ha referido a mí como un visionario, como alguien que tiene la capacidad de ver más allá de lo que ven mis ojos y descifrar el amor o el miedo en una simple mirada. No es tal mi sabiduría, qué más quisiera yo... aunque sí poseo una cierta sensibilidad al respecto! Tengo, eso sí, esa facultad, pero no es algo innato, divino o mágico, sino que es fruto de mi propia y dilatada experiencia, habiendo intentado definir lo que sentía mientras vivía cada momento erróneo o acertado. Y, durante demasiados años, fui víctima propiciatoria del miedo paralizante, lo que me hizo incurrir en numerosos desencuentros y errores que, hasta hace poco, reinaban en mi vida manejados por una mente poderosa e inflexible. Pero siempre llega ese momento glorioso en que uno se redescubre a sí mismo, cuestiona lo sentido y vivido como error y como acierto... y aprende a escuchar esa sutil voz que, desde dentro, transgiversa lo vivido y lo sentido, dándoles un sentido nuevo y auténtico. Con los años, he aprendido a memorizar mis inquietudes, anhelos, angustias, salisfacciones, etc., los sentimientos que provocaban y, sobre todo, reconocer hasta dónde me habían llevado... seguramente demasiado lejos de mi amor y de mi felicidad tan buscada! Es por eso que sé identificar en una simple mirada el miedo que yo siempre sentí o el amor que siento ahora, ante casi todo lo que pienso, siento y hago en mi día a día.

Pero volviendo a lo de aceptar y vivir lo desconocido y mágico sin cambiar necesariamente de vida, el ser humano está obstinado en conocer a qué obedece lo desconocido, qué reglas ocultas sigue, con la pretensión de entender y razonar su propia existencia. La mente no es capaz de gestionar lo desconocido, se basa en lo conocido -aunque sea "malo"-, o sea, en la repetición, en lo medible, en lo previsto y, por decirlo de alguna manera genérica, en el propio miedo humano! Y, mientras la mente racional está ocupada en esta árdua tarea de autoengañarnos, las situaciones llegan y llegan... Desde nuestro interior siempre aparecen las claves de la vida a través de señales, no para entenderla, sino para darle su verdadero sentido a nuestra existencia! Así, si ante esas señales (la luna, el mar, un árbol, una mirada...) nos oímos a nosotros mismos desde nuestro interior y dejamos fluir el amor que desde dentro brota, esa confianza nos bastará para vivir plenamente esa vida que, día a día, nos brinda la posibilidad de ser y de crecer como personas, aunque sea gracias a situaciones aparentemente improvisadas o fuera de guión! Las respuesta interior es siempre inmediata, acertada y contundente... aunque, por la falta de práctica, muchas veces necesitaremos del tiempo para descifrarlas! Entregarse a uno mismo, a los demás y a la vida exige muchísima confianza... ¿o eso es simplemente amor?

Aquí te traigo un texto en el que un sabio hindú describe acertadamente "las leyes de la espiritualidad", como él las llama. Seguramente llegó a ellas desde dentro y su único trabajo fue intentar expresarlas con palabras, así como compartirlas. Las civilizaciones -llamémosles antiguas- estaban más cerca del Alma y tenían una conexión inmediata con el Universo, que ahora nosotros ya hemos perdido, distrayéndonos solo con lo aparente, lo moderno y lo perentorio. En cualquier caso, cada uno de nosotros somos una parte importante integrante del Universo, luego en nosotros mismos están esas claves inamovibles y firmes que dan sentido al Todo!


Sai Baba en la india enseña: " Las Cuatro Leyes de la Espiritualidad"

La primera dice "La persona que llega es la persona correcta", es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada ... situación.

La segunda ley dice "lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido". Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: "si hubiera hecho tal cosa...hubiera sucedido tal otra...". No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.

La tercera dice: "En cualquier momento que comience, es el momento correcto". Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.

Y la cuarta y última: "Cuando algo termina, termina". Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.

Creo que no es casual que estén leyendo esto, si este texto llegua a nuestras vidas hoy, es porque estamos preparados para entender que ningún copo de nieve cae alguna vez en el lugar equivocado!



¿COMENTARIOS, OPINIONES? PARTICIPA EN NUESTRO FORO DE OPINIÓN

http://forocontigomismo.ning.com/


 

Tell me when this blog is updated

what is this?