martes, 15 de diciembre de 2009

DE LA AUTOESTIMA... AL EGOÍSMO



Uno de los temas más recurrentes en mi labor como coacher es el de la baja autoestima. En muchos casos, una terapia de Coaching se suele empezar por sesiones para recuperar la autoestima de alguien, lo que le permitirá tener la fortaleza necesaria ante el entorno, no siempre favorable ni positivo. Normalmente la baja autoestima se da en personas que, por alguna razón, han estado expuestas de manera continuada a situaciones extremas o a otras personas cuyo super-ego se sustenta únicamente en someter a alguien. Un caso lamentablemente tópico es el de los maltratadores, ya sean padres, maridos, hijos... o jefes. La persona que ha estado sometido a cualquier tipo de maltrato -ya sea psicológico o físico, no quiero distinguirlos- con el tiempo ha ido socabando su autoestima, a medida que acepta la autoridad sin condiciones de su dominador, quedando prácticamente anulada como persona autónoma y autodeterminada. El resultado es que, a través de años de maltrato, el ego de la persona sometida va diluyéndose y, día a día, se ve incapaz de tomar sus propias decisiones ante la vida, creándose una relación basada en la dependencia ante el dominante y no en la soberanía de ambos "contendientes".

Por mi experiencia, normalmente el inicio de este tipo de relación tóxica y dependiente es a una edad temprana, seguramente fruto de una autoridad paterna excesivamente estricta y dogmática, en cierto sentido. Sutiles imposiciones y consignas continuadas a un hijo van logrando que la autoestima de éste vaya disminuyendo desde la propia infancia, haciéndole creer que sin su autoritario control, él se halla sólo y desvalido ante la vida. Todo niño busca la aceptación y el amor de sus padres, al precio que sea! Si a esto añadimos ciertos perfiles de personalidad, en algún sentido débiles o tendentes a la sumisión y/o obediencia incondicional, el rol de víctima ya está adjudicado!

Y así, la personalidad se va fraguando con la peligrosa necesidad de alguien autoritario -cuando no, déspota- que la tutele y la dirija hacia el bien. Frases y sentencias, aparentemente gratuitas pero manipuladoras, como "con ese caracter que tienes, no te aguantará nadie" o "si sigues así, no saldrás adelante por ti mismo" hacen que el sujeto interiorice esa vulnerabilidad o esa inconveniencia, por lo que en su vida irá inconscientemente buscando a su redentor o salvador, quien le guíe en la vida. Ni que decir tiene que ese anómalo y peligroso hábito personal (aunque muchas veces, inconsciente), si no se hace por identificarlo, comprenderlo, aceptarlo y luego corregirlo, hará que durante la vida de esa persona se vayan repitiendo -una tras otra- situaciones similares y relaciones basadas siempre en el dominio y en la sumisión!

Evidentemente, para existir personas sumisas deben también existir personas dominantes! Y uno no es maltratado, si él mismo no lo permite! Esas dos son premisas básicas para que exista este desagradable y anómalo fenómeno humano y social, mucho más generalizado de lo que parece! Es, por decirlo de una manera simple, consecuencia del respeto... o mejor dicho, de la falta de respeto! Por tanto, respetarse y hacerse respetar es la única clave! Ni que decir tiene que el respeto es una premisa básica en el amor, por lo tanto podemos afirmar con contundencia que en este tipo de relaciones existe adicción, necesidad... y nunca amor, a pesar del "la maté porque la quería... o porque era mía", que suele oirse del agresor cuando se informa de un asesinato -mal llamado pasional- en que una mujer o un hombre es asesinado por su pareja o su ex-pareja.

Este tipo de -mal llamado- amor está basado unicamente en el Ego, es decir, en el miedo, donde siempre hay un superior y un inferior, la confrontación de dos egos, aunque se barajen sentimientos confusos y elementos tóxicos, como la posesión, la dominación o sumisión y la excesiva dependencia o entrega desmedida. Ese falso amor vive única y exclusivamente del ego propio y de la proyección de éste en el ego del otro! Solo hay que recordar que el ego es hijo de la mente y que ésta solo sabe imponer el miedo, invitándonos siempre a comparar, diferenciar o clasificar a las personas y sus actos como buenos o malos, apropiados o inapropiados, morales o inmorales, acertados o equivocados! Por ello sus víctimas propiciatorias son las personas muy auto-exigentes, excesivamente rígidas y controladas por su mente o las muy dogmáticas!

Ni que decir tiene que el amor verdadero en una pareja debe ser siempre positivo y enriquecedor para quien lo siente y quien lo vive! Ese amor verdadero está basado, fundamentalmente, en la igualdad, el enriquecimiento y el crecimiento mútuo entre las personas implicadas. Por eso tiene poco que ver con el Ego! En el crecimiento personal y en la transformación, una de las primeras fases es, precisamente, deshacernos del Ego, para lograr la unidad de nuestro ser auténtico, es decir, la conexión de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón. Ninguno de esos componentes humanos es suficiente por sí mismo y el crecimiento personal pasa por la unificación y el consiguiente equilibrio entre los mismos para llegar a ser Uno! Y lo único que puede unirlos definitivamente
es el amor a uno mismo, pues ese necesario amor -a diferencia del Ego- siempre une y cohesiona, nunca separa o compara entre el cuerpo, la mente o el corazón.

Así, en cuanto una persona logra la coherencia interna -cuyo síntoma más evidente es la serenidad interior, por tanto, la ausencia de ego- se halla realmente capacitada para compartir esa singularidad y coherencia con otras personas igualmente singulares y coherentes; eso garantiza que esas relaciones de amor se basen en compartir sus seres unificados y, por tanto, promuevan el crecimiento personal de ambos, pues cada uno sirve de espejo de las fortalezas y debilidades del otro, ayudándole a conocerse mejor y a mejorar como persona. No hace falta decir que, en nuestra sociedad enferma e inhumana, no hay muchas parejas que consideren estas premisas esenciales a la hora de establecer una relación sentimental...

Mi amigo virtual de FB, Mariano Merino, en sus diarios mensajes, me hace llegar un breve y clarificador texto sobre la autoestima. Extrae tus propias conclusiones...

El Ego es necesario, imprescindible para la vida. Es lo que nos permite identificarnos, adquirir consciencia de qué y quienes somos, relacionarnos con las demás personas. Su dimensión fluctúa entre el vacío y el egoismo total (nada y todo para nosotros mismos) y su contenido de egoismo es el que provoca sufrimiento. Pero lo necesitamos. Si queremos anular el sufrimiento, anulemos el Ego pero conscientes de que nos anulamos a nosotros mismos. Si queremos convivir, debemos administrarlo de manera que nos permita una sana convivencia. No es nuestro enemigo, es nuestro amigo si sabemos manejarlo.


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