lunes, 17 de mayo de 2010

EL CAMBIO EN NUESTRA VIDA...



Sin duda hay cosas que cambian definitivamente la manera de vivir nuestra vida: la aceptación de que "todo cambia" y que "la vida en cada momento es como debe ser". Y nuestro peor enemigo para aprender y aplicar estas dos sabias, eternas y obvias lecciones es nuestra mente, acostumbrada a gestionar lo fijo y repetitivo, así como intentar programar nuestra vida, a su manera. Ni que decir tiene que contravenir esas leyes cósmicas -por llamarlas de alguna manera- hace que gastemos cantidades ingentes de energía durante demasiados años de nuestra vida! Supongo que, como alguien dijo, la felicidad conseguida es inversamente proporcional a la energía que gastamos en programar nuestra vida... y en buscarla la felicidad de esta manera!

Todo se mueve constantemente y la vida es siempre como tiene que ser, son las lecciones que más me costó aprender y aceptar en mi vida! Yo soy todo un hombre selfmade y pensaba que si dejaba de andar mi camino fijado, la Tierra dejaría de dar vueltas! Y no pude hacerlo hasta que me dí cuenta de que todo tiene un sentido -que no, una razón razonable-, desde el tiempo de cada situación en mi vida, hasta la manera en que se suceden los hechos en mi existencia. Mi mente, acostumbrada como estaba a dominar mi vida entera y a espolear mis decisiones, no hacía más que propiciarme una falsa sensación de control y de presunta seguridad... a cambio, eso sí, de sentir una cierta insatisfacción e infelicidad! Ni que decir tiene que esa sensación de control y de seguridad desaparecía a la primera de cambio, pues bastaba que algo no saliera como yo tenía programado para hacerme sufrir, sentir incertidumbre y, para colmo de males, hacer salir todos mis fantasmas ocultos. Entonces la misma mente que me había llevado hasta ese momento obscuro, intentaba buscar razonamientos, argumentos y culpables a mi incómoda situación vital. Y así, una vez tras otra, reincidía entregando nuevamente mi vida a la razón de lo malo conocido, renunciando el protagonismo de mi vida... a cambio de volver a conseguir ese presunto control, estabilidad y seguridad codiciados!

Pero llega un día en que uno se da cuenta del gran error: creer que la mente es capaz de gestionar la vida, solo aceptando de ella lo estático, lo conocido y lo humanamente razonable... e ignorando todo lo demás! Pero, cuando uno, por cualquier causa inesperada, vive algo que se escapa de lo razonable... y con lo que uno no contaba porque precisamente formaba parte de lo demás -hasta entonces ignorado-, suenan todas las alarmas! Así, descubres -al fin- que la vida plena tiene tantos aspectos conocidos como desconocidos, humanos como divinos... y que todos forman parte fundamental de nuestro propio ser y, como tal, de nuestras propias vivencias! Para muchos la coartada perfecta que explica todo lo inexplicable en nosotros es el amor, ese sentimiento humano que rompe los esquemas y nos invita a lo descontrolado y a lo desconocido de nosotros mismos! Pero, no nos engañemos, eso no es amor en sí, sino algo solo humano que está fuera de lo previsto, algo que rompe nuestros propios y reducidos límites personales. El amor, visto desde esta perpectiva solo racional, humana y reduccionista, no es más que un reto personal para conocernos más a nostros mismos gracias al otro... y tratar de justificar lo injustificable de nuestra personalidad y de nuestro comportamiento! Y como reto humano que es, una vez superado y alcanzado el propósito de cuestionar nuestros límites, desaparece su razón de ser en nuestra vida.

Porque el amor verdadero es mucho más que eso, tiene algo de humano y algo de divino! Es la real ausencia de miedo... y no solo un reto para demostrarnos a nosotros mismos nuestra capacidad de ser algo más de lo que nuestra mente acepta de nosotros. Por eso ese amor-reto dura lo que dura... y es lo que la mayoría de gente comparte y confunde con el enamoramiento... que provoca sufrimiento cuando se acaba! No es un fin en sí mismo ni un sentimiento puro y pleno, sino una manera de retarnos a ser más y mejor de lo que creemos ser... o una eficaz manera de huir de la soledad y de la vida que tememos! Y el amor verdadero, repito, no es más que la ausencia de miedo! Miedo es, precisamente, lo que tenemos cuando entregamos a nuestra mente el control de nuestra vida a cambio de la estabilidad y de la seguridad ante los cambios, ante lo imprevisto. Por decirlo de alguna manera simple, miedo es lo que niega la naturaleza cambiante, mágica e imprevisible de nuestra vida... y del amor! Y si tememos a la vida, no confiaremos en ella... y sin hacerlo, no hay amor ni felicidad posible en nuestra vida! Porque la vida, el amor y la felicidad tienen siempre algo de irrazonable, de imprevisto y de mágico! Esa sí es la gran lección de la vida! Y hasta que no entendamos y aceptemos la vida tal y como es realmente, el amor y la felicidad serán algo remoto, efímero o ausente en nuestra existencia!

Aquí te traigo un docto texto escrito por una experta en estos temas, una psicóloga. Con palabras técnicas y precisas intenta describir la llamada gestión del cambio, tan de moda actualmente, más apoyada en la resignación que en la voluntad de aceptarla. Seguramente bastaría mirar al cielo y observar que, en cada instante, éste cambia -como lo hace nuestra vida- y que si hace sol, hay nubes o llueve es porque, sin duda, debe ser así, porque tiene su sentido, aunque no siempre lo entendamos! Como siempre, extrae tus propias conclusiones...

EL CAMBIO EN NUESTRA VIDA

Todo en la vida son cambios, pequeños y grandes, buscados o inesperados; cambiamos de aspecto, conocemos a personas nuevas, nos mudamos, ampliamos la familia, ascendemos en el trabajo...

Pero hay también cambios bruscos y desestabilizadores a los que nos cuesta adaptarnos. La mejor manera de hacerlo es aceptarlos y actuar, extraer de esa experiencia las enseñanzas que nos permitan crecer para convertirnos en personas mejores.

"Todo fluye, nada permanece." Esta visión de la realidad se atribuye al filósofo griego Heráclito. "En el mismo río entramos y no entramos, pues somos y no somos (los mismos)"; la vida es cambio constante, inevitable, necesario. Aunque el río nos aparece siempre igual, el agua nunca es la misma, fluye inexorablemente, tranforma el río y, con el tiempo, también se cauce.

CAMBIAR PARA VIVIR:
Nosotros también, nos guste o no, cambiamos constantemente, crecemos, evolucionamos y las pequeñas modificaciones en nuestro entorno nos transforman imperceptiblemente. Cambiamos nosotros, nuestros cuerpos y nuestras mentes, a medida que nuestro entorno se transforma. Estos cambios requieren nuestro proceso de adaptación, físico, pero sobre todo psicológico. La forma en que se produce esta adaptación a los cambios del entorno depende en gran parte de nuestra personalidad. Hay personas especialmente reacias a someterse a cambios, cualquier modificación en su situación personal, familiar o laboral les asusta, tienen miedo a salirse de los senderos conocidos, a dejar hábitos aprendidos y a enfrentarse a nuevas situaciones. Se aferran a su rutina por temor, por no cerer en su capacidad de adaptación creativa.
Otras personas anhelan los cambios y buscan nuevas experiencias constantemente, no se limitan a sufrir los acontecimientos de forma pasiva. Estas personas tienen más facilidad adaptativa-porque muchas veces son ellas quienes provocan los cambios-pero también muestran una tendencia a la insatisfacción crónica, mientras que las personas resistentes al cambio son más conformistas. Sea cual sea nuestra personalidad, todos nos hemos encontrado alguna vez ante un cambio que requería un considerable esfuerzo de adaptación. Y esta adaptación suele trascurrir con cierto dolor.

Pero no todo cambio es igual Hay cambios de diferentes tipos, tanto en la forma como en el contenido: reversibles o irreversibles, cuantitativos o cualitativos, paulatinos o bruscos, planificados o sobrevenidos, previsibles o imprevisibles, voluntarios o no...

Hay cambios para mejor pero también para peor. Cuando el cambio está previsto, planificado y es voluntario, lo afrontamos mejor porque tenemos la sensación de tener el control sobre nuestras vidas y pensamos que el cambio será para bien. Pero no olvidemos que un acontecimiento positivo, como por ejemplo el nacimiento de un hijo, una ganancia inesperada o un ascenso en el trabajo, también requiere su proceso de adaptación. Situarnos en un estado más favorable también exige modificaciones en nuestra forma de actuar.

LOS DOS CAMBIOS FUNDAMENTALES:
Paul Watzlawick, uno de los más brillantes psicólogos contemporáneos, distingue entre los llamados "cambio 1" y "cambio 2 ".

El cambio 1 es de autorregulación: es el cambio que es necesario para mantener la estabilidad. Sería como un termostato programado para mantener una determinada temperatura ambiental: si la temperatura de la habitación sube por encima de la establecida, el termostato hace que se pare la calefacción; si la temperatura desciende, el termostato pone en funcionamiento la calefacción para que vuelva a caldearse el ambiente. Así, este dispositivo inteligente mantiene la estabilidad-la temperatura que nosotros hemos fijado-mediante pequeños cambios, cambios de tipo 1. Así actuamos en nuestra vida. Sin darnos cuenta, nos amo0ldamos a situaciones fluctuantes y mantenemos el equilibrio mediante cambios constantes, pequeños ajustes en nuestra conducta para que todo siga (más o menos) igual: variamos nuestro vestuario según haga frío o calor, variamos nuestro estilo educativo conforme nuestros hijos se hacen mayores; llamamos a nuestros amigos para quedar con ellos, si nos han hecho daño, procuramos reparar nuestras emociones, después de una fase de mucho trabajo, buscamos reposo y tranquilidad...

El cambio 2: es necesario para adaptarse a situaciones que se escapan de nuestro control habitual. Cuando el entorno cambia de tal manera que los ajustes y soluciones que hemos ido aplicando hasta el momento ya no son suficientes para recuperar el equilibrio, la situación nos exige un cambio más sustancial.
Un cambio 2 requiere que aprendamos nuevas estrategias, adoptemos hábitos y emociones diferentes y modifiquemos nuestra forma de pensar para que al final, podamos encontrar un equilibrio diferente, incluso puede que superior. El cambio que se produce en una persona durante un proceso psicoterapeutico representa el cambio 2 por excelencia. Muchas veces, este tipo de cambios ocurren a raíz de un acontecimiento o proceso desagradable e incluso traumático. Aqui la adaptación a la nueva situación es especialmente difícil porque el desencadenante ha sido doloroso e involuntario, quizás brusco. Se trata de situaciones de pérdida, de deterioro de la salud, de la juventud,marcha de los hijos, o de rechazo, engaño o frutración.
Tendemos a ver estas situaciones como catastróficas e irreparablas y la primera reacción es la impotencia -nos sentimos incapaces para afrontarlo- A esta primera fase de choque emocional y parálisis, incluso de negación, le sigue una fase de tristeza y de duelo. Pero lo que pasa después, durante el período de adaptación, depende en gran medida de nosotros. Existen varias maneras de afrontar el cambio: desde la resistencia, desde el sometimiento resignado, o desde la reorientación activa. Podemos resistirnos a aceptar la nueva situación y no adaptarnos, pero esta actitud no hará más que aumentar el sufrimiento.Podemos también resignarnos pasivamente a las circunstancias, someternos y sufrir las consecuencias. éste es el camino más recto hacia una depresión. También hay personas que se resignan, pero adoptando una actitud cínica ante la vida, de manera que se amargan y se les agria el carácter.

ELEGIR EL CAMINO ADECUADO:
Es necesario aceptar que hemos perdido algo -lo que implica tristeza- pero la mejor manera de afrontarlo es considerarlo una oportunidad para crecer. Cuando tiene lugar un acontecimiento grave, resulta casi imposible divisar el germen de algo positivo. No obstante los cambios doloroso nos brindan una gran oportunidad, la de aprender y crecer.

Las personas nunca somos tan capaces de desarrollar nuevas conductas y estratégias como cuando sentimos dolor, físico o emocional. El reto para todos nosotros está en aprovechar los cambios para convertirnos en una persona mejor: más competente, más sabia, más inteligente, más capaz de ayudar a los demás. Pero para eso tenemos que dejar de ser pasivos o rebeldes. Así, todo cambio se convierte en una gran oportunidad: nosotros decidimos, ¿queremos ser personas dolidas y frustradas, o mejores seres humanos?

URSULA OBERST Psicóloga y Profesora de la Universidad
Ramon Llull de Barcelona

 

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