viernes, 25 de junio de 2010

EL AMOR A MEDIAS...



El amor nos preocupa a todos, siempre. Pero el amor es algo que muchos buscan para huir de la soledad. Y, con esta premisa, el amor no puede ser más que una utopía y un presunto estado idílico en que dos personas comparten más miedo a la soledad que compañía. Y es que cuando alguien opta por un remedio para huir de algo que forma parte de la realidad humana, éste se convierte en un medio, en lugar de un fin en sí mismo. Y el amor no es -ni puede ser nunca- un medio, sino que es una actitud en la vida que incluye una manera plena de vivirla con confianza. Así, es el amor lo que nos dota de esa confianza necesaria para aceptar y vivir la vida tal como es. El amor no puede estar de espaldas a la realidad... Demasiadas personas se refugian en él, precisamente, como un modo eficaz de evitar -o dulcificar- la cruda realidad de la vida, es decir la soledad, la muerte o la propia vida como un sufrimiento permanente! Y el amor, repito, no puede ser una venda que nos tape los ojos... a pesar de que popularmente se afirma que el amor es ciego!

Bajo la bandera del amor, como he dicho, se camuflan muchos elementos distorsionadores y circunstancias ajenas a él... e incluso contrarias a su esencia! Los padres, por ejemplo, tenemos el hábito mal aprendido de intentar a toda costa evitar el sufrimiento de nuestros hijos a cuenta del amor que profesamos por ellos... en vez de aceptar que el sufrimiento forma parte de nuestra vida y es sin duda el único modo de aprendizaje; el presunto amor a Dios ha justificado grandes injusticias, guerras y pugnas entre las diferentes iglesias; el presunto amor en muchas parejas ha sido el caldo de cultivo del maltrato, la autoridad desmedida, la adicción y de falta de respeto a la dignidad de alguno de sus integrantes; el exclusivo amor a los demás ha justificado la falta de amor propio y la excesiva dependencia de los demás... En fin, versiones de un amor malentendido, mal aplicado e incluso tóxico que ha favorecido más mal que bien en la historia de cada uno de nosotros y, por extensión, de la Humanidad entera!

Porque el amor es, simplemente, algo humano y divino, por tanto no puede obviar lo humano y lo divino, ya sea la felicidad o el sufrimiento, la fortaleza o la debilidad humana; es algo divino porque responde a la necesidad humana de trascender a lo meramente terreno dotándole de verdadero sentido; por otro lado, el amor no es algo solo personal entre dos individuos, sino que se fundamenta en el amor a uno mismo, compartiéndolo luego con los demás y con todo lo que nos rodea, incluyendo el Entorno Natural; Es por todo ello que yo lo denomino amor verdadero, que es la suma necesaria del amor íntegro por uno mismo, el amor a los demás y el amor a todo lo que nos rodea. Lo demás, lo que popularmente entendemos por amor del tipo que sea es un simple reduccionismo racionalizado, un sentimiento aprendido limitado y sesgado que no crea más que estados pasajeros de dicha, que contiene las propias limitaciones de la razón humana -temporalidad, dimensión y objeto amado- y que no integra toda nuestra existencia como seres coherentes, responsables y maduros, lo que, por tanto, no resuelve nuestras carencias, ni favorece nuestro crecimiento como personas, ni se basa en la libertad para optar por una vida plena y, como consecuencia, poder vivir nuestra felicidad.

Aquí te traigo un texto que describe un tipo de amor, al que Eric Fromm denomina "amor romántico" o de pareja. Extrae tus propias conclusiones.


Las edades del amor

Las expectativas sobre el amor cambian a lo largo de la vida. Hemos recogido testimonios de distintas generaciones para comprobar cómo evolucionan

De adolescentes nos enamoramos (y desilusionamos) varias veces, de jóvenes experimentamos el amor hasta descubrir lo que buscamos, a una edad mediana tomamos las primeras decisiones y nos estabilizamos, en la edad madura consolidamos la relación y en la última etapa de la vida nos ayudamos mutuamente para compartir el resto de nuestros días.

Podría ser un resumen de cómo evolucionan las relaciones amorosas a lo largo de la vida. No cabe duda de que, en el ser humano, las expectativas sobre el amor van cambiando con el paso del tiempo. De la pasión desenfrenada se pasaría gradualmente a una dimensión más espiritual, al mismo tiempo que el cuerpo envejece. Dicen –sociólogos reputados como Francesco Alberoni, por ejemplo– que el enamoramiento entre hombre y mujer tiene los días contados y que paulatinamente deja espacio al amor propiamente dicho, considerado como el resultado de un proceso de construcción a base de esfuerzo, confianza y respeto, un sentimiento que forma el tejido esencial de las relaciones humanas.

Esta es la tesis oficial, pero, cuando se habla de amor, los matices nunca son suficientes. Hemos entrevistado a distintos personajes, de ámbitos e historias muy diferentes, cada uno miembro de una generación, y es difícil encontrar un hilo conductor. Tal vez lo que más sorprende es que la palabra amor es recurrente entre las personas más maduras, lo que rompe el tópico de que "el amor se acaba con la edad", sino todo lo contrario. De hecho, salvo alguna excepción, parece haber cierta fe en que es posible amar incluso en la etapa más madura. Al contrario, los más jóvenes, que deberían disfrutar de la máxima plenitud física y abandonarse a la ilusión y pasión desenfrenada, parecen más desencantados, escépticos, inconstantes.

Esteban Cañamares, psicólogo clínico y sexólogo, profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid, proporciona una explicación. "Cuando uno es joven busca un explorador con quien comerse el mundo, cuando uno es mayor, en cambio, busca compartir la quietud, la tranquilidad", indica. "Pero el interés por el amor es igual en todas las edades. Incluso los que aparentan cierto desinterés es porque se les ha transmitido, desde pequeños, el mensaje de que primero hay que alcanzar el éxito en la profesión. La persona mayor, en cambio, tiene más capacidad para reconocer sus sentimientos y está libre de esta obligación, ya ha demostrado lo que tenía que demostrar".

Con todo, Cañamares reconoce que con el paso de los años encontrar el amor es más difícil. Pero no porque haya carencia de expectativas o motivación, sino precisamente porque las expectativas… aumentan. "Al comienzo, de chiquillos, basta con compartir unos gustos musicales y poco más para tener una historia. Pero luego, en el momento de encontrar pareja, uno va añadiendo cada vez más requisitos: si es inteligente, si tiene sensibilidad artística, etcétera", señala. Pese a este escepticismo, para muchos entrevistados la idea de acabar los días dándose besos en un parque como adolescentes no es una quimera. "Por lo general, con el transcurrir de los años, el temperamento de las personas se radicaliza y se hace más extremista. Si en su juventud eran egoístas, lo serán aún más de mayores. Pero si eran cariñosos de jóvenes, demostrarán su afecto más que nunca también en edad avanzada", asegura Cañamares.

En contra de la opinión común, puede ocurrir entonces que la pasión siga encendida siempre. Cañamares concluye: "No creo que el enamorarse esté destinado a acabar con los años. Simplemente, las personas que llevan más tiempo juntas tienen más probabilidades de desilusionarse. Esto es todo". Esto es la vida.

Mischa Barton
modelo y actriz, 24 años
EL DESEO DEL PRÍNCIPE AZUL
"SUEÑO CON FORMAR UNA FAMILIA Y CASARME CON ALGUIEN PARA TODA LA VIDA"

 

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