miércoles, 21 de julio de 2010

¿HAMOR... CON UMOR?



Hay gente que se gana a pulso la fama de "enano Gruñón" de Blanca Nieves! Supongo que, tal como vivimos actualmente, es fácil tener motivos para estar enfadados con nosotros mismos, con los demás o con la misma vida! Pero, seguramente, cualquiera también admitirá que hay tantas razones en esta vida para enfadarse, como razones para reconciliarse con ella. Seguramente la distancia imperceptible que separa la alegría del enfado sea, simplemente, el perdón. Perdonarse a uno mismo o a los demás es algo que nos procura esa anhelada paz que todos buscamos, que no es más que el equilibrio felicidad-infelicidad... con sentido!

Estar enfadado, envejece y no hace la vida cómoda a quienes nos rodean! Y la vida nuestra es suficientemente complicada para que pongamos más trabas a la alegría! Para diluir un enfado, la gente suele utilizar dos métodos: el primero es propagar nuestro propio enfado entre las personas que nos rodean, logrando que éstas también se enfaden; el segundo, intentar buscar las razones -ocultas o no- del enfado, relativizarlas e intentar diluir nuestro enfado para que no dure más de lo debido ni afecte a "terceros". Lamentablemente la mayoría de gente opta por la primera alternativa, es decir, prolongar el enfado y extenderlo a cuantas personas pueda, lo que en vez de atajarlo, lo propaga en el tiempo y en el ambiente! Seguramente esta reacción es humana y aprendida, pero no es la solución al problema que nos ocupa. ¿Por qué, si no, cuando suben subitamente las temperaturas veraniegas, se duerme mal o la economía personal flaquea, muchas personas están irascibles e irritadas ante la menor oportunidad que se presenta? ¿Solucionamos algo con el enfado, aunque éste tenga merecidas razones? ¿Nuestro enfado se diluye cuando se comparte con los que nos rodean?

Todos conocemos personas alegres y otras personas, permanentemente enfadadas... consigo mismas o con los demás! Solo hay que mirarles la cara y, aún siendo desconocidas, descubriremos rápidamente qué tipo de persona es quien tenemos en frente! Hay personas que incluso tienen ese "rictus" en el rostro de enfado permanente o de casi amargura, aparte de la mirada opaca y deslucida! Seguramente su mente domina la vida de esa persona y, como razones no faltan nunca, hace que esa sea la acitud permanente en su vida! Hay otro tipo de personas, en cambio, que siempre esbozan una perenne sonrisa en su rostro, pase lo que pase en su vida y sabiendo siempre encontrar álgo positivo para ver en su existencia! Seguramente ambas viven en el mismo mundo, pero cada uno ha aprendido a verlo de una diferente manera! Y éste, como cualquier otro hábito, no exije más que voluntad y perseverancia para cambiarlo...

También es verdad que hay sonrisas y sonrisas! Como también hay carcajadas a mandíbula batiente, como se suele decir! Pero, qué diferente es una sonrisa franca y sincera -que nace de la serenidad interior-, de una sonrisa social, diplomática y artificial, seguramente inducida por la apatía o por productos extraños y ajenos al corazón humano... Basta mirar los ojos del ser sonriente para darte cuenta de dónde nace su sonrisa, si en su cabeza o en su corazón! Y una sonrisa sincera y desde el interior es la solución de muchos de nuestros problemas, de nuestros momentos de desesperanza y, ni que decir tiene que es la fórmula mágica que garantiza el amor! Enamórate de quien sea capaz de compartir una sonrisa verdadera... y ese amor durará para siempre! Desconfía de quien, para hacerse el interesante, el adulador o el seductor solo comparte contigo su indiferencia, su seriedad o su sonrisa... artificial!

Te traigo una curiosa entrevista a un presunto experto en enfados. Como ves, en este mundo nuestro, en el que prima la pretendida especialización, hay expertos para todo. Léela y extrae tus propias conclusiones...


Raymond Novaco, 63 años, experto en psicología sobre el enfado". La ira y el enfado consumen tus recursos". La Vanguardia. La Contra. IMA SANCHÍS - 01/07/2010

¿Qué le pone iracundo?

Los políticos y mi madre..., mírela, aquí está, jugando al golf.

Lleva su foto encima.

... Es italiana, un carácter, pero la quiero muchísimo.

¿Por eso estudia la ira?

No, ja, ja. La ira es una emoción humana corriente muy importante para vivir, lo que pasa es que a menudo se confunde con la agresión, que es un comportamiento.

La frontera es borrosa...

La ira es un problema cuando es demasiado frecuente, intensa, rápida, duradera y se expresa violentamente. La ira es una emoción normal, pero necesita regularse. Además, en una intensidad elevada, la ira nunca es útil.

¿Lo es en algún caso?

La ira da energía al organismo, es una de sus funciones. En circunstancias difíciles puede ayudarnos a persistir, a no rendirnos. Y también tiene una función comunicativa.

Curiosa forma de comunicarse.

A veces las personas no se comunican hasta que aparece la ira, de manera que el enfado sería el vehículo para comunicar emociones negativas. La ira nos da fuerza, poder.

Por eso tiene adeptos.

Moviliza contra sentimientos de opresión o de victimización, fortalece al grupo.

¿Cómo se aprende a controlarla?

La ira es líquido caliente en un recipiente, para aprender a controlarla se necesita un termostato. Hay que estar muy atento a las propias sensaciones. El control de la ira reside en la reflexión. Hay que preguntarse si había motivo para enfadarse tanto.

Pero eso es a posteriori.

Hace ya mucho que sabemos que nuestros pensamientos y percepciones influyen en nuestro comportamiento. Los primeros en afirmarlo fueron Séneca y el médico de Marco Aurelio, así que los conceptos teóricos que barajamos hoy tienen dos mil años.

¿Sabemos algo nuevo?

No nos enfadamos sólo por lo que pasa, sino por el significado que le damos; y eso tiene que ver con el sistema cognitivo. Y en nuestra vida desarrollamos normas sobre cómo la gente debería comportarse y actuar.

... Y si te las saltas, hay quien se enfada.

Así suele ser. Y también la ira tiene que ver con nuestro sistema de activación fisiológica: si tenemos la presión alta o tensión muscular, estamos más predispuesto a un ataque de ira. También influye el sistema conductual: según como actuemos, pensaremos.

Qué interesante.

Si la persona desarrolla hábitos de agresividad, estos influirán en la manera de pensar y en las emociones. La persona a quien le faltan habilidades de conducta para sobrellevar ciertas situaciones, como la comunicación o la capacidad para solucionar problemas, fácilmente usará la ira para resolverlos. Es un sistema interconectado entre pensamientos, emociones, conductas y entorno.

Un popurrí.

Nuestro comportamiento, a su vez, modela el entorno en el que nos movemos. Las personas que actúan de forma antagonista apartan a los que podrían darles apoyo.

¿Por dónde empezar?

Reformulando las experiencias personales para cambiar su significado. Alguien que se enfada con frecuencia verá fácilmente maldad y hostilidad en los otros, hay que encontrar un análisis alternativo. La gente muy airada pierde la perspectiva. La ira es la ausencia de apreciación.

Eso es vivir mal.

Perder la capacidad de apreciar a los otros y la belleza del mundo es muy dañino. La ira es un veneno en la mente.

¿Cómo regular el sistema fisiológico?

Yo utilizo la respiración (lenta y profunda) como foco de relajación, ya que es un ritmo central del cuerpo. A nivel conductual, la persona necesita desarrollar habilidades verbales y empáticas para confrontar las situaciones de ira.

¿Alguna estrategia?

Hay que desarrollar una jerarquía de situaciones provocadoras de ira empezando por las de baja intensidad, porque si no controlas estas, no controlas ninguna.

¿Pero cuál es el fondo del problema?

No entender bien el mundo y la vida. La vida es corta, si te pasas el día enfadándote pierdes muchas situaciones de disfrute. Guarde su enfado para cosas importantes. La ira y el enfado consumen tus recursos. Hay que preguntarse a menudo: ¿mi carácter, mis enfados están interfiriendo con mis relaciones, mi salud, mi trabajo?

Las personas de pronto fácil no pueden evitarlo, aunque luego se arrepientan.

La ira es un hábito: puede y debe controlarse incluso en situaciones de supervivencia. En una pelea a vida o muerte, la ira es una desventaja. Los profesionales lo saben, si no estás airado peleas más rápido, atacas en diferentes niveles y manipulas el espacio.

Treinta y cinco años investigando y tratando, ¿qué ha entendido del ser humano?

Que es importante creer en cosas más grandes que uno mismo, que hay más alegría en dar que en recibir, y que la apreciación de la amistad y el amor es lo que te sostiene en la vida. Amor, gentileza y humor son unos buenos antídotos contra la ira. Sobrellevar el dolor es la capacidad que te hace fuerte.

¿Qué hay detrás de la ira?

Cuando nos enfadamos, lo que estamos haciendo es intentar controlar la situación. Tras la ira hay alguien cuya perspectiva de vida es demasiado estrecha y que exagera la importancia de los acontecimientos.

 

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