lunes, 23 de agosto de 2010

EL CAMALEÓN SOCIAL



Reconozco que hay ciertas palabrejas que se ponen de moda, pero que a mí, particularmente, me molestan. Y me molestan porque, cuanto más se citan, me da la impresión de que más las desvirtuamos y más dejamos en evidencia su inexistencia. Así, palabras utilizadas en el argot del management actual, como "management", "sinergias", "empatía", "inteligencia emocional", "equipo", "liderazgo", "sostenibilidad" y tantas otras más, según quien y cómo las utiliza, las corrompe! Parece ser que nos gusta citar -precisamente- lo que carecemos... y lo que, seguramente- somos incapaces de subsanar! Claro que en el mundo profesional "casi todo cabe, aunque no todo debería valer"!

En nuestra vida cotidiana, nos pasa un poco lo mismo, con otras palabras aún más veneradas y mitificadas, como "amor", "amistad", "lealtad", "compromiso"... Cuanto más las cita según quien, menos me las creo! Llevo varias décadas dedicándome a la Comunicación... y entiendo el valor del mensaje y de la palabra, cómo no! Pero una cosa clara en Comunicación es la "Identidad" (lo que es) y otra, la "Imagen" (lo que aparenta). Por eso no deberíamos caer en la tentación de sustituir "lo que somos, por lo que parecemos o queremos ser", así como sustituir las palabras por los actos, como demasiada gente hace en su vida! Creo sinceramente que "el camino se hace andando" y que ésto es válido frente a nuestra actitud en la vida. Cuando oigo a alguien hablar reiteradamente de, por ejemplo, cómo ama, en seguida intuyo o sospecho que se lo repite a sí mismo para creérselo... porque probablemente no sea cierto! La verdad es que el "dime de qué presumes y te diré de qué careces" es un dicho -en la mayoría de los casos- cierto! El amor, la amistad, la lealtad, la bondad y tantas otras cualidades humanas se demuestran en los actos... y no tanto en las palabras!

Ni que decir tiene que, excepto honradas ocasiones, cuanto más me han manifestado -con palabras- el amor, menos amor he recibido. Con esto no quiero afirmar que solo hay que demostrarlo sin palabras, sino que las palabras deben ir -necesariamente- acompañadas de actos! "Sentir, expresar y actuar" debería ser nuestro lema vital! Claro que no siempre resulta fácil hacerlo, pues muchas veces es el miedo lo que bloquea alguno de esos pasos! Sentir, aunque es inevitable, no lo es admitir los propios sentimientos; expresar también nos cuesta porque entraña el riesgo a no ser aceptados (riesgo que la mayoría de los mortales no están dispuestos a asumir...); y qué decir de actuar, cuando uno demuestra ser coherente con sus propios sentimientos y actuar en consecuencia! Normalmente, en el automático proceso "sentir, expresar y actuar" existen dos presuntos enemigos, menospreciados en algunos casos e ignorados, otras veces: uno mismo y los demás! Qué duda cabe que, si uno pone trabas a sus propios sentimientos, expresiones y actos, dificilmente podrá llevarlos a cabo en su vida! Pero, normalmente, nos preocupamos más por la acogida que tendrá nuestro acto -o vida- ante "los demás". Si desconfiamos en "el otro", si dudamos de su buena o mala fe, si queremos tener una respuesta concreta y positiva a nuestros anhelos, la duda nos invadirá y no sentiremos, expresaremos o actuaremos!

Particularmente antes me preocupaba en exceso por los demás, sus actitudes conmigo y sus reacciones a mi forma de ser, de sentir y de actuar! Ni que decir tiene que, a pesar de mi por entonces esfuerzo por "caer bien y ser aceptado", no siempre lo logré, ni tan siquiera sabía predecir el resultado de mis actos -por buena intención que tuvieran en su origen- además de tener la sensación de siempre estar bailando en la cuerda floja de "los dime's y direte's" ajenos!Posiblemente ahora me consideraría "un camaleón" por ser así, bien adaptado a las circunstancias personales ajenas y ambientales que me circundaban. Ahora, sin dejar de tener en cuenta el respeto por "el otro", intento seguir mis propias consignas internas, porque son lícitas, humanas y, en la mayoría de los casos, positivas para mí y para los demás! Incluso cuando parezcan, a veces, erróneas o irracionales! Intento que sea mi conciencia quien guíe cada paso, porque además de ser mi más severo e incorruptible juez personal, es lo que me permite mi mayor firmeza... y me deja dormir mejor! Hoy podría afirmar que los condicionamientos personales y sociales en los que muchos andan metidos, apenas influyen en mis decisiones personales, aunque siempre con el correspondiente respeto ante "lo de fuera"! Al fin y al cabo, solo me debo a mi conciencia... y ante ella, sin duda sobran las palabras!

Aquí te traigo un nuevo texto que habla del "liderazgo", cómo no! Espero extraigas tus propias conclusiones...

"En una ocasión me invitaron a participar en un programa de televisión sobre el liderazgo. Entre las personas invitadas estaban el presidente de una organización, un conocido psicólogo social y una mujer cuya profesión de momento no revelaré.

Antes de entrar en el plató se nos invitó a tomar un aperitivo, que sirvió para que nos presentáramos unos a otros. Tuve la sensación de que, escuchando el perfil de la mujer invitada, era importante que llegáramos a un cierto acuerdo sobre qué entendíamos cada uno por líder. Así lo manifesté, pero se me comentó que ya lo expresaríamos cada uno en el plató.

Comenzó el programa y la presentadora, después de comentar quiénes éramos cada uno de nosotros, empezó preguntándole al presidente de la compañía qué era para él un líder. Aquel hombre explicó lo que para él era un líder empresarial. Hasta el momento, todo iba bien y el programa transcurría de una manera fluida y natural.

Después de la intervención del primer invitado, llegó mi turno y la presentadora me preguntó a mí lo mismo, qué era lo que yo entendía por un líder. Yo comenté que para mí un líder era una persona capaz de sacar lo más valioso de sí mismo y de inspirar a otros a través de su ejemplo.

Mientras yo hablaba, también observaba la otra mujer y cómo su rostro se iba deformando, a la vez que todo su cuerpo se tensaba. De repente se puso de pie y, con tono provocativo y haciendo una serie de aspavientos, empezó a dirigirse a mí, como si, por una parte, la estuviera ofendiendo, y por otra parte, se hubiera olvidad por completo de que estábamos en un plató de televisión.

– Eso no es un líder. Un líder es alguien que te lava el cerebro, te manipula y te esclaviza. Es sí que es un líder y no lo que tú estás diciendo –

Recuerdo cómo la presentadora se quedó casi sin habla, cogida completamente por sorpresa ante una reacción tan particular.

Me gustaría preguntarle al lector: ¿cuál era la profesión de aquella mujer? Si recordamos que las palabras tienen la capacidad de abrir cajones de experiencias, el cajón que se debió de abrir en aquella mujer cuando yo hablaba de lo que entendía por líder debía estarle trayendo recuerdos muy dolorosos.

Ahora sí puedo revelar su profesión: era la máxima autoridad en sectas de aquel país. Todos sabemos el efecto tan devastador que ciertos “líderes” de sectas han tenido en sus seguidores.

El lenguaje es tan potente que basta que una persona cambie, por ejemplo, la frase “esto es algo espantoso” por “esto es un inconveniente” para que note, aunque sea ligeramente, un cambio en su mundo emocional. Recordemos que, en apariencia, las palabras son simples signos que se corresponden con unos sonidos, pero que en realidad son conexiones directas a mundos emocionales.


Recordemos que las palabras tienen un enorme poder a la hora de afectar al tipo de experiencia que creamos".

“Reinventarse", del Dr. Mario Alonso Puig

 

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