martes, 14 de diciembre de 2010

¿MADUREZ... TRANSGRESORA?



A veces me han preguntado qué es para mí la "madurez". Y lejos de pensar en lo común, es decir, ser serio, responsable, no equivocarse, conveniente, coherente, experimentado, etc. pienso que la madurez es mucho más que todo eso y es fácil definirla: madurez es ser capaz de saber hacia dónde vas, dejar que la vida fluya y te lleve "cómo" y "cuando" decida, admitir las equivocaciones como algo que nos enseña el camino y rodearte solo de todo aquello que te ayuda a conseguir lo que quieres para tu vida! Esa afirmación resume muchas cosas que están implícitas en el concepto de madurez, popularmente aceptado.

Seguramente es más fácil definir la madurez, que ser maduro, como suele pasar. Saber hacia dónde vas es tener claro qué quieres de tu vida y luchar con ahinco para conseguirlo, desechando todo aquello que creíste o te dijeron que debía haber en ella; dejar -o sea, confiar- que la vida te llevará a su manera y en el debido momento, a partir de tu esfuerzo por conseguirlo y dejando de creer que la vida va en contra tuyo, como muchos se obstinan en creer; ir con firmeza hacia tu objetivo personal, pero admitiendo que, antes y después, durante el camino, errarás para que aprendas todo aquello que necesitas saber para alcanzar y valorar tu destino; y ser capaces de abrir -con valor- las puertas que te ayuden a seguir tu camino y también tener el valor de cerrar todas aquellas que te alejan de ti mismo y de tu destino, aunque no sea -a priori- siempre fácil saber cuales debes abrir y cuales, cerrar.

Eso es la madurez! Hasta llegar a ella, uno tiende a aceptar todo aquello que debe ser su vida, aunque no sea cierto o le exija dejar de ser él mismo. Además, pretende hacerlo de manera unívoca y sin admitir errores, ni aceptar que solo la vida tiene el poder de lograrlo. Intenta desesperadamente no transgredir demasiado, ni ser demasiado uno mismo, ni despertar suspicacias en los demás, intentando complacer a los que le rodean! Pero la verdad es que eso sería como subirse a un tiovivo o carrusel del parque, sin riesgo a caerse, ni a cambiar de trayectoria, ni de ser entorpecido por los demás y siguiendo siempre el mismo recorrido circular... hacia ninguna parte!

Simplificando, madurar significa tan solo decidir tu camino y quitar de delante todo aquello que te estorbe... ya sea interno o externo! O sea, desembarazarse de todo lo postizo que hemos llevado puesto para protegernos durante años... y quedarte con lo esencial de ti mismo! Y eso cuesta, porque nos cuesta decidir, nos duele aceptar las equivocaciones... y admitir ese riesgo! Andar hacia uno mismo exije coraje y decisión, además de generar no pocas incomodidades en las personas que nos hicieron llegar a ser como fuimos y que están encantadas con su papel histórico y autoadjudicado en nuestra vida! Cuando uno se mueve, su horizonte se modifica y, por tanto, cambia su posición frente a los demás, y, como consecuencia, también nuestras relaciones personales, del tipo que sean. Pero todos esos inconvenientes solo pueden recompensarse con un gran premio: Llegar a ser uno mismo y a vivir como uno merece... y no solo -como hasta entonces- buscando el beneplácito y la complacencia de los demás, por mucho que afirmen habernos querido! Es por eso que nuestro camino hacia la madurez lo vamos sembrando de víctimas propiciatorias de nuestra desorientación y nuestros desvaríos personales... Pero, la verdad es que todos hacemos lo mismo mientras aprendemos a ser nosotros mismos, que dura toda la vida!

Esa decisión -porque, al fin y al cabo, madurar es una opción personal, libre y, por tanto, voluntaria- debe salir de dentro y ser firme, no puede ser inducida desde alguien más! Y recuerda que la vida te brinda continuamente oportunidades -muchas veces basadas en el sufrimiento y en la desdicha, propios o ajenos- para madurar y aprender a afrontar -al fin- la vida que realmente mereces y siempre has deseado... pues en ella habita el amor y la felicidad que siempre buscaste en el vacío. Así, todo lo anterior, lo actual y lo venidero, cobra su verdadero sentido! ¿Y qué hacer, luego, con las víctimas propiciatorias que dejamos detrás, en nuestra propia historia? Pues perdonarse uno, sabiendo que todos aprendemos de equivocaciones... siendo humildes y conscientes de que, en cualquier caso, en nuestra vida errónea éramos tan víctimas propiciatorias nosotros, como las personas a las que dañamos en el camino!

Tomar el rumbo hacia uno mismo exije tesón y firmeza, es verdad. Pero esa nueva actitud que trae consigo nos hará sentirnos transgresores, quizás solitarios y/o especiales (aunque los demás nos llamarán raros), pero eso no significa que rompamos los moldes ante los demás y, lo que es peor, con nosotros mismos. Sí, es verdad que deberemos cuestionar y luego resquebrajar esa personalidad que creamos para engañarnos a nosotros mismos y defendernos de los demás! Pero la fuerza para hacerlo debe surgir del interior, no solo ser rebeldes por ser rebeldes, pero sin sentido! Es muy distinto -y fácil- transgredir en un mundo uniforme, gris y plano como el nuestro, pero no es tan fácil seguir nuestros designios internos para no transgredirse uno mismo, o lo que es lo mismo, faltar a nuestro ser auténtico que yace en nuestro interior!

Pero te aviso que, como ves, el camino no es fácil ni en linea recta, pues -para bien o para mal- estás al albur de la vida, que te da pistas y luego las esconde súbitamente, para comprobar tu firmeza y convicción! Aunque te diré un secreto: Al igual que la vida te reta continuamente poniéndote de frente la cruda realidad y sin escapatoria posible hasta que la aceptes, la misma vida te manda señales sutiles del verdadero camino para que, si estás atento y confías en ella, llegues a tu destino! Alguien dijo que Dios (y llámale como quieras) no se deja ver más que a través de esas señales! Será verdad o no, pero mira lo que te rodea ahora mismo, intenta captar las señales (personas, momentos y lugares) cuando aparecen... y solo tienes que ser valiente para encontrarles su sentido y ser libre para atenderlas, tal y como vienen! ¿Cómo reconocer estas señales, cuando llegan a tu vida? Pues, entre otras cosas, te traerán paz a tu vida porque resonarán en tu interior... o les llamarás "casualidades de la vida"!

Miguel Benavent de B.

 

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