martes, 31 de marzo de 2009

"NUESTRO ÚTERO COMO ARMA"



Una nueva muestra del machismo imperante en nuestro imperfecto mundo. De la mano de una mujer palestina que relata las injustas situaciones que viven las féminas en su país.

Pero más cerca, en nuestro pretendido mundo más desarrollado, muchos parecen haber olvidado otro tipo de injusticias más sutiles, pero no menos tóxicas para con la mujer. Seguramente tenemos que presenciar la injusticia extrema para darnos cuenta de los logros alcanzados por nuestra mujer, aquí y ahora. Pero no deberíamos olvidar que el camino solo ha hecho que empezar! Como comentaba ayer a una lectora de este Blog, el problema del machismo es que está profundamente inoculado en la mente del ciudadano, sea hombre o sea mujer. Como relata la entrevistada palestina, la mujer cede su útero para prolongar y perpetuar la injusticia, generación tras generación. Mientras ella no reclame para sí sus derechos y los derechos del hijo que engendra, estará sirviendo a una injusticia más y no a su derecho a una vida digna... o a cambiarla para que -al fin- lo sea. Muchas mujeres en países en conflicto están obstinadas en engendrar soldados y mártires para una guerra absurda y ajena. Como también lo hacen -más sutilmente- muchas mujeres de aquí, que crian a sus hijos para ser "hombres hechos y derechos", es decir, hombres duros, insensibles y exitosos para un sistema corrupto y alienante, así como educan a sus hijas como "mujeres complacientes y serviles" frente al todopoderoso hombre que debe sostenerlas y protejerlas, ya sea como marido o como jefe.

Pero desearía aquí y ahora recordar que, precisamente, muchas de las madres abnegadas y malcriadoras de sus hijos consentidos ya han sido víctimas -en propia carne- de lo absurdo de esta contienda donde solo prima la fortaleza, la insensibilidad y la escasez humana, tanto en su vida matrimonial como en la profesional. ¿Por qué, entonces, no cambiar las cosas desde la cuna y empezar por no educar a nuestros hijos varones como posibles maridos y jefes déspotas o a nuestras hijas como ilusionadas y sumisas esposas? ¿Y quién mejor que la sensible, tenaz y empática mujer, esposa y madre para hacerlo? ¿No fue suficiente su propio sufrimiento como tales para seguir perpetuándolo también en sus queridos hijos? La vida ofrece lecciones a través del sufrimiento propio y ajeno... ¿por qué no aprendemos de éste y aplicamos las lecciones aprendidas en nuestra propia vida y en la de nuestros estimados hijos? Sin duda las cosas en la sociedad están cambiando, paso a paso! Pero, como suelo afirmar, el devenir de nuestra vida sigue su inexorable paso, generación tras generación... si no hacemos lo posible cada uno de nosotros por cambiar el paso y, de una vez por todas, mejorar la vida que vivimos!


Aquí tienes la espeluznante entrevisa mencionada. Léela y juzga tú mism@.

Zeinab el Ghunaimi, 56 años, abogada palestina en Gaza que asiste a mujeres sin recursos"Nuestra bomba atómica son nuestros hijos". La Contra de La Vanguardia.

Tras los bombardeos de Gaza, miles de mujeres palestinas cumplen un deber que consideran patriótico: quedarse embarazadas.

...

Por cada palestino muerto por las bombas israelíes, ellas tendrán dos hijos.

No es un destino feliz el de esos niños.

Esa es nuestra bomba atómica: la demografía. Los israelíes tienen la suya, pero nuestras bombas son nuestros hijos.

¿Tiene cifras?

Nuestra tasa de maternidad es del 5,6, casi seis hijos por madre palestina, pero yo, que trabajo sobre el terreno en Gaza con cientos de mujeres palestinas, sé que ese porcentaje está aumentando tras la invasión israelí.

Creo recordar que la natalidad de Israel es también elevada.

Es alta para tratarse de un país industrializado: los israelíes tienen un promedio de 2,7 hijos por familia.

Pues usted sólo tiene una hija.

Porque, pese a ser de una familia de refugiados, escapé de la condena israelí al subdesarrollo y la ignorancia. Mi padre era maestro de escuela de la Unrwa, la organización de la ONU que ayuda a los refugiados palestinos y nos ayudó a llegar a la universidad.

¿Dónde fue a la universidad?

Yo pude ir a la Universidad de El Cairo, como mis tres hermanas, y estudié Derecho, y al volver a Gaza fui a la cárcel dos veces por colaborar en la resistencia contra la ocupación israelí, pero también vi mundo y estuve en la conferencia de paz de Suecia, y siempre que puedo salgo de Gaza.

Ahora ha podido.

En realidad, no he podido: las autoridades israelíes no me han dado permiso para salir de Gaza y venir aquí a Barcelona para la Fundación Alfonso Comín, pero he logrado burlar su control.

¿Cómo?

Comprenderá que no le dé detalles para que los publique y no pueda volver a salir.

¿Y qué descubrió en sus viajes?

Poco a poco me hice consciente de que no podía condenar a mis posibles hijos - seres humanos-a vivir en la ratonera que es hoy el campo de concentración de Gaza.

¿Hay más palestinos que piensen así?

Sí, y esa es una paradoja que pone en evidencia el cruel absurdo que vivimos. Los de la diáspora y los refugiados que, pese a todo, han podido acceder auna educación universitaria son los que tienen menos hijos.

El hijo es el plan de pensiones del pobre.

Así que si Israel, en vez de encerrarnos en bantustanes, nos hubiera dado posibilidades de prosperar, hoy los palestinos no tendríamos esa bomba demográfica que turba el sueño de los israelíes.

¿No serían ahora muchos y encima mejor educados?

Yo le puedo hablar por mí misma y por los palestinos universitarios y con mejor nivel socioeconómico que conozco: todos están por debajo de la media de hijos por familia palestina: tienen uno, dos o tres como mucho.

Arafat ya citaba los úteros como arma.

Era tradición cuando algún refugiado conseguía volver a Palestina que, para celebrarlo, la pareja tuviera un hijo.

¿Su hija piensa ser mamá numerosa?

Mi hija se casó en Dubái...

Parece una buena boda, enhorabuena.

Gracias, pero las autoridades israelíes no me dejaron salir para ir a la ceremonia.

¿Qué tipo de problemas encuentra cuando asiste a las mujeres palestinas?

Divorcios, herencias, custodias, todo tipo de problemas legales.

Los países árabes tienen fama de machismo contumaz y legalizado.

Es cierto que la sociedad patriarcal agraria árabe y su derecho tribal no daban a la mujer un trato igualitario, pero la sociedad palestina ha avanzado pese a la ocupación y estamos mejorando ese derecho.

¿No envidia la igualdad de las israelíes?

En las universidades palestinas somos mayoría las mujeres, y también en la universidad islámica de Hamas. Yo participé ya en el primer gobierno de la ANP y logramos introducir cuotas femeninas obligatorias en el gobierno. Hoy tenemos en Palestina mujeres jueces y altos cargos y ministras.

¡Qué corrupto era su gobierno de la ANP!

La corrupción existió - es cierto y lo admito-y pagamos un alto precio por ella. Esa corrupción con la complicidad israelí para dividirnos propició la aparición de Hamas, pero volveremos a estar unidos.

Hace poco, ustedes los palestinos solucionaban sus diferencias a tiro limpio.

Estamos aprendiendo: cuando Israel invadió Gaza morían palestinos de Hamas y de Al Fatah, niños y mayores... Eso nos une.

Israel les invadió para defenderse.

No soy partidaria de Hamas ni mucho menos, pero no admito que se tache de terrorismo a la resistencia contra la ocupación.

Hamas aplica la charia: no parece muy progresista para las mujeres.

Es cierto que existe ese proyecto, que nos llevaría a retrocesos como que el castigo para un robo sea la amputación de las manos, pero estoy convencida de que evitaremos esos extremos con un gran pacto palestino.

¿Cómo es el divorcio en Palestina?

Para el hombre es suficiente con decir a su esposa: "Estás divorciada". La mujer necesita un proceso. Trabajamos para reformar esos extremos. He logrado, por ejemplo, que la policía obligara a un divorciado a pagar la manutención.


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