miércoles, 27 de mayo de 2009

EL EQUILIBRIO EN NUESTRA VIDA



Un amigo suele mandarme cada inicio de semana un breve texto, extracto de algún interesante libro. Aunque suele tratarse de textos sobre management de empresa -seguramente en su lista de distribución hay empleados, conocidos, etc.-, esta semana ha incluído un fantástico texto de índole personal, aunque con obvias repercusiones en el campo profesional. Curiosamente, ayer también recibí un saludo de una participante en nuestro Foro de Opinión (http://forocontigomismo.ning.com/) que se disculpaba por no participar más, alegando que su tiempo actual estaba dedicado a obtener el equilibrio y el protagonismo en su propia vida. Vaya coincidencia! Precisamente (?) el mencionado texto -que abajo reproduzco- de mi amigo habla también del equilibrio como meta!

El equilibrio es la base de nuestra existencia cotidiana -y, como consecuencia, también de nuestra salud- no exenta de altibajos y de situaciones aparentemente extremas que nos regala el día a día. Y es precisamente el equilibrio interno lo que nos permite evitar los sobresaltos ante los acontecimientos de nuestra ajetreada vida actual. Como suelo afirmar, el equilibrio (que yo lo situo metafóricamente en el Alma, ese punto equidistante entre la Razón y el Corazón) hace que seamos capaces de seguir el camino del medio en nuestras percepciones, nuestras decisiones o nuestros deseos. Gran parte de nuestros errores de juventud se deben (potenciados por nuestra educación y sociedad excesivamente "binarias"), esencialmente, a nuestra radicalización, pues adoptamos actitudes basadas en la razón o en el corazón, sin término medio. Y, a tales efectos, es igualmente peligrosa esa polarización de nuestra vida... pilotada por una mente humana que solo sabe gestionar el Todo o Nada, lo blanco o negro, lo bueno o malo, haciéndonos interpretar cualquier tema desde esa doble perspectiva. Así, ante cualquier disyuntiva, adoptamos una posición inflexible y unívoca, o sea desde la razón o desde el corazón! Nadie me negará la acumulación histórica de errores protagonizados por cualquiera de nosotros por esa tóxica bipolaridad en nuestras decisiones personales y, como consecuencia, lo limitado -y arriesgado- de nuestras alternativas vitales. Blanco o negro, luz o sombra, razón o corazón, amor u odio, se convierten así en nuestro mayor enemigo ante la vida, pues cualquier alternativa que tomemos en esa vía es excluyente, intolerante con nosotros mismos y con los demás y, lo que es peor, nos priva de entender y aceptar la vida tal y como es, con todo el esplendor de su amplio repertorio!

Llegados a este punto, conviene recordar que, precisamente, nuestra vida contiene en sí misma todos los matices posibles del ser humano, de la Naturaleza y del Cosmos entero. Ese infinito repertorio de posibilidades, opciones, actitudes, colores, contrastes, valores, son -ni más ni menos- que el gran valor y la enorme riqueza de la vida, de nuestra vida. Solo admitiendo todas y cada una de sus infinitas posibilidades y optando libremente hacia alguna de ellas es posible perseguir, hallar y luego vivir una vida plena y con verdadero sentido! Pero, para ello, además y previamente, deberemos contar con ese necesario equilibrio que nos permite, entre otras cosas, huir de los condicionantes "solo" externos -y seguramente ajenos- que suelen interferir en nuestra vida y, lo que es peor, sesgan la libertad que tenemos de decidir por nosotros mismos lo que queremos o no en ella. Así, ese equilibrio deseado y esa asunción del protagonismo de cada uno frente a su propia vida son esenciales para hallar y vivir nuestra vida con verdadero sentido y en toda su amplitud!

Como no podía ser de otra forma, ese equilibrio es una virtud que llega con el tiempo, aunque no conlleva una edad determinada para conseguirlo en nuestra vida. Ni tampoco es fruto de la reflexión, sino de la vivencia, pues tiene que ver más con la calidad e intensidad de la experiencia vivida, más que con los años surfeando por este mundo loco. Llega un momento en la historia de cada persona en el que, súbitamente y cuando uno está predispuesto y preparado, se siente un sutil "click" que altera y sacude fundamental -y afortunadamente- nuestra vida, hasta entonces quizás distraída con los sucesos externos, obligados y ajenos de nuestra temprana existencia. Huelga decir que ese inesperado "click" es ineludible y divide nuestra vida en un "antes" y un "después" -o, mejor aún, un "a partir de..."-, siendo -además- irreversible, por más que les pese a algunos! A partir de ese gran momento, la vida empieza a cobrar otro sentido, se anhela ese soñado equilibrio y nuestras actitudes persiguen nuestro entonces ya incipiente protagonismo (hasta ese momento, la vida estaba en manos de propios y extraños cercanos), así como nuestras acciones empiezan a obedecer a la libertad de decidir y a la responsabilidad frente a nuestra propia vida y todo lo que en ella sucede! Por decirlo de alguna manera, nuestra vida empieza a cambiar día a día... y la única decisión sabia en ese sentido es no retroceder nunca más, desde ese mágico punto de inflexión! Luego, la propia vida irá enseñándonos a vivir como se merece...

Así, equilibrio, protagonismo, libertad y responsabilidad se conjugan mágicamente para disfrutar plenamente de una vida basada en el amor y no en el miedo, por tanto, llena de matices infinitos y con ese sentido que cada uno le otorga libremente a su propia existencia! Quedan atrás los polos opuestos, el reduccionismo, la intolerancia que muchas veces provocan, la apatía y la indiferencia ante el espectáculo de una vida ya con contrastes... en una palabra, se abandona el miedo a ser y a sentir nuestra propia capacidad de vivir una vida plena, con el amor y la felicidad que merecemos!

Aquí el mencionado texto sobre el equilibrio. Disfrútalo y medita sobre él!


"Vivir para vivir siempre" de Jaime Borrás.

El equilibrio

Nacemos en equilibrio, pero pronto la sociedad nos lo hace perder. El problema del hombre desde que nace hasta que muere, es recuperar o intentar recuperar el equilibrio. Perderlo por mucho tiempo, es mal síntoma. Sobreviene entonces la decadencia personal; y, si prolifera, la decadencia colectiva (Sodoma, Gomorra, Roma…). Para los observadores es fácil darse cuenta de la gran importancia de las lecciones que nos da la historia para comprender no sólo el presente de nuestro pueblo, sino también el del individuo y predecir su evolución.

En muchos aspectos, el individuo y los pueblos están hoy en decadencia y en desequilibrio, pero como siempre, según vemos a lo largo de la historia, saldrá sin duda una minoría que haciendo de levadura, encontrará el retorno al equilibrio y dará uno o varios pasos hacia delante.

Sería incongruente que en colectividad y durante mucho tiempo atentáramos contra la vida, la salud, los valores espirituales, la convivencia… Como dijo Bernard Shaw, “parece que no vivimos lo suficiente para tomar la vida en serio”. Guste o no guste, nos movemos dentro de unos límites en todos los aspectos de nuestra vida: alimentación, bebida, trabajo, sexo, salud, espíritu, higiene, familia… Si sobrepasamos nuestras propias limitaciones, o las que marcan la conciencia del grupo social en que nos movemos, entramos en problemas con nuestra salud, con nuestra conciencia, con nuestra familia o con la sociedad.

El sentido de nuestra vida

La cuestión decisiva es ésta: ¿qué quieres lograr, verdaderamente, de la vida? Si lo ignoras, un día caerás en la cuenta de que, sea lo que sea, ya no te queda tiempo para hacerlo.

El tiempo de nuestra vida es el único que tenemos y por ello resulta absurdo gastarlo en reaccionar y plegarse frecuentemente a los planes ajenos.

Pero antes debes plantearte qué es lo que quieres hacer con tu tiempo, pues de otra forma se te disipará, al carecer de motivación y fines precisos. El mejor empleo de tu tiempo es gastar una parte de él trazando tu plan de vida.

Muchas personas viven simplemente al día, lo que no quiere decir que vivan con plenitud, y ni siquiera imaginan que el día de hoy esté relacionado con la semana próxima, con el próximo año o con lo que ocurra dentro de cinco años. No es lógico ni posible trazar planes eficaces para los próximos días, sin haber planificado lo que se quiere conseguir en los próximos cinco o diez años. De tener una lista de objetivos para toda la vida, sacamos grandes energías.

¿Cómo te gustaría estar o qué te gustaría alcanzar dentro de los próximos cinco años? No se trata de cómo los pasarás ni tampoco de cómo deberías pasarlos, sino de cómo te gustaría pasarlos. La cuestión estriba en descubrir tus propias metas, no las que te marca la sociedad o las que nos han enseñado como convenientes. En una palabra: descubrir el sentido de tu vida.
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