martes, 14 de julio de 2009

LA MÁSCARA ( I )



¿Cuantos "yo" reconoces en ti mismo? ¿El realista, el romántico, el trabajador, el soñador, el calculador, el enamorado, el alegre, el temeroso, el triste, etc.? ¿Por qué escoger un solo "yo" para vivir, si precisamente la vida nos brinda cada día miles de momentos y requiere de nosotros un amplio repertorio de sentimientos y de actitudes para vivir esas situaciones demasiado cambiantes? ¿Has pensado alguna vez cuántos sentimientos diferentes sientes a lo largo de un solo día? ¿De dónde crees que salen? ¿Hay alguno que sea más tuyo que otro? ¿Eres todos a la vez o según cada momento de tu vida? ¿No es precisamente ese variado repertorio lo que nos otorga la grandeza y la singularidad de cada uno de nosotros y, a la vez, nuestra gran capacidad de adaptarnos a las circunstancias y aceptar la vida como viene?

Cada situación, cada instante genera una emoción, un sentimiento, un pensamiento diferente... aunque, por nuestra educación y por ese rol social que aceptamos, hemos pasado la vida eligiendo una personalidad única, excluyente, etiquetable y, supuestamente, inquebrantable. Y pasamos media vida gastando energía intentando mantenerla viva, saludable, a pesar de los pesares y aunque muchas veces esa personalidad, precisamente, es lo que nos priva de ser como realmente somos. Y vamos por la calle de la vida, supuestamente orgullosos, decididos y firmes, ostentando nuestro riguroso, artificial y presuntamente coherente papel en esta obra de teatro que nos ha tocado en suerte. Intentamos, eso sí, rehuir todas esas situaciones, momentos y personas que nos cuestionan la validez de nuestro papel interpretado, voluntaria o involuntariamente aceptado. Nos molesta y nos asusta incluso faltar a ese rol cuando las circunstancias lo requieren...

Pero la vida, sin duda, sabe más que nosotros sobre nosotros, porque entiende al alma que yace cabizbaja y habla en susurros desde nuestro interior, amordazada por nuestra personalidad adquirida y las vociferaciones de nuestra mente cobarde y manipuladora. Y en ese alma está la verdad de nuestro ser, con toda su amplitud y su riqueza de repertorio, ya sean actitudes, sentimientos o emociones, muchas veces desconocidos para nosotros. Precisamente todo eso que necesitamos para vivir la vida tal y como viene, pues ésta frecuentemente nos desmarca de lo esperado y de lo programado para que sepamos ver nuestro error de intentar ser "solo" una personalidad unívoca -de las miles que somos en realidad- y, por fin, tengamos el valor de aceptar lo desconocido de nosotros mismos y así recuperar la integración de nuestro ser total. Basta que la vida rompa los esquemas en un día cualquiera para que la propia mente (fabricante del Ego) que ha formado y preservado esa personalidad limitada, dual y sesgada -y que hasta ese momento nos otorgaba esa falsa sensación de seguridad y de confort- se sienta amenazada y nos genere miedo.

Y el miedo, como suelo insistir últimamente, excluye al amor en nuestra vida, invadiendo nuestro día a día, nuestras decisiones, nuestros pensamientos, nuestras experiencias más cotidianas y haciéndonos errar, por no tener sentido ni dirección en nuestra vida. Y es ese mismo miedo que se proyecta en nuestro rostro y que delata nuestra falta de paz interior y de amor, aunque intentemos disimular. ¿Eres capaz de ver ese miedo en tu rostro cuando te miras al espejo a solas o cuando alguien te hace de espejo por amor? ¿Has mirado los rostros de la gente de la calle ultimamente? ¿Has visto amor o temor en ellos?

CONTINUARÁ...

¿COMENTARIOS, OPINIONES? PARTICIPA EN NUESTRO FORO DE OPINIÓN

http://forocontigomismo.ning.com



 

Tell me when this blog is updated

what is this?