viernes, 15 de enero de 2010

HAITÍ, ¿UNA FATALIDAD... O TAMBIÉN UNA OPORTUNIDAD?



Normalmente nos cuesta entender las circunstancias adversas de nuestra vida, las propias y las ajenas! Quizás no haya que recurrir al alma para entenderlas, bastará con comprender qué lección nos aportan a nosotros, los humanos! Es imposible -o cuanto menos, muy difícil- hallar razones convincentes y razonables a sucesos, como el actual y drámatico terremoto que ha devastado Haití, es verdad! No querría herir susceptibilidades, cuando hay cientos de miles de muertos y de desaparecidos, en un país terriblemente pobre, mísero y, además, históricamente deshauciado por la corrupción política... y la hipócrita indiferencia internacional! Muertos inocentes, de la calle, la mayoría niños (dicen que un 60% de la población lo son) que le sirven a la vida para explicarnos ciertas cosas importantes... como que, la vanidad del hombre y su prepotencia, de poco sirven ante un simple "estornudo de Dios"... o que, frente a una desgracia como ésta, miles de personas se movilizan, se sienten útiles y amorosos para hacer lo posible ayudando a los afectados! ¿Son esas razones suficientes para entender esta catástrofe? Tal vez no del todo, pero ¿se te ocurre otra manera más eficaz para que aprendamos esas importantes lecciones de la vida? ¿O deberíamos contentarnos -por esta vez- viendo que, muchas veces, nuestros problemas personales son ínfimos y hasta ridículos, comparados con los de otras personas -no tan lejanas, en el mismo mundo- que aspiran, simplemente, a sobrevivir dignamente?

Detrás de las siempre efímeras y trágicas noticias de los medios sobre esta gran catástrofe humanitaria en Haití (como si el mundo actual no fuera ya una crónica catástrofe para la humanidad) está un Sistema injusto, la avaricia de los países del mal llamado Primer Mundo, la inoperancia de las poderosas instituciones mundiales; la falta de ayudas a una población históricamente hambrienta y desasistida; la corrupción política interna y de todos los países observadores; la histórica expropiación de los recursos naturales en paises colonizados y pobres... hasta llegar a nuestra indiferencia personal... la de los presuntos bienpensantes, bieneducados y bienacomodados, pero cada día más intolerantes e insolidarios ante la inmigración que todo ello conlleva! ¿No será necesario que, de vez en cuando, la propia vida nos despierte de nuestro voluntario y complaciente letargo, para que prestemos atención -y amor- a quien realmente lo merece, aunque sea a fuerza de provocarnos un susto? ¿No nos hace esto de alguna manera responsables, a cada uno de nosotros, de las miles de muertes en Haití o en cualquier otro lugar del mundo mísero?¿No es, acaso, este tipo de catástrofes las que despiertan y, por fin, deberían remover nuestras conciencias para lograr cambiar el mundo y mejorarlo?

No deseo hacer leña del árbol caído, ser excesivamente cruel con mis afirmaciones ni mucho menos obviar el terrible sufrimiento humano y ajeno que están viviendo los afectados, sus familiares y amigos en todo el mundo...! Pero lo que tampoco podemos hacer -de ninguna de las maneras- es girar la cara para no ver la realidad nuestra y de nuestro mundo, ni dejar de decir la verdad, con o sin catástrofes! Sentirse ajeno a todo ello solo propicia, a la larga, menos amor, o, lo que es lo mismo, más miedo, es decir desarraigo, indiferencia, insolidaridad o insensibilidad humana... en cada uno de nosotros! Y, lo que es peor, esa percepción excesivamente humana -por tanto, miope- de que la vida es siempre injusta con nosotros y con los demás! Y la vida, señoras y señores, tiene todo lo necesario para que sea plena y total: justicia e injusticia, amor y desamor, felicidad e infelicidad, vida y muerte, luces y sombras! Quizás, en muchos más casos de los que creemos, la vida -y, por tanto, el mundo- que vivamos depende de lo que nosotros escojamos ver, sentir y vivir en ella! Mirar de cara la injusticia o el sufrimiento no es aceptarlos ni justificarlos, sino ser plenamente conscientes de ellos, aprender su radical lección, para luego poder combatirlos con firmeza y para siempre, en la medida de nuestras posibilidades y cada uno de nosotros... en nuestro propio corazón, en nuestra pequeña vida privada y a nuestro alrededor! Así tal vez evitaríamos que tenga que ser siempre la propia vida la que, de susto en susto, se vea obligada a despertar nuestra adormecida consciencia!


¿COMENTARIOS, OPINIONES? PARTICIPA EN NUESTRO FORO DE OPINIÓN

http://forocontigomismo.ning.com

 

Tell me when this blog is updated

what is this?