miércoles, 17 de febrero de 2010

EMOCIONES ... BAJO LA ALFOMBRA!



No sé por qué, pero últimamente utilizo muy a menudo una expresión acuñada por mí: "guardar bajo la alfombra". Con ella me refiero a esas experiencias y sus emociones -normalmente negativas- que tenemos la tendencia de eliminar de nuestra vista metiéndolas bajo la alfombra, para intentar que desaparezcan de nuestra vida.

Ni que decir tiene que, aunque logremos deshacernos de estas emociones que nos perturban y las escondamos de nuestro día a día, esos residuos tóxicos quedan fuera de la vista, en la sombra, pero bien guardados en nuestro interior, por decirlo de alguna manera, en la zona sombría de nuestra mente. Allí permanecen latentes, como la vida bajo un manto de nieve. Porque, de alguna manera, para evitar que fluyan desde ahí, no hacemos más que protegernos creando un pretendidamente espeso manto de gélida e insensible personalidad, que nos sirve de armadura para -supuestamente- protegernos ante el peligro... ¿de los demás... o de nosotros mismos? Esa es el motivo más evidente para explicar por qué las personas solemos ir con una máscara (independientemente de que ahora sea tiempo de Carnaval) por la vida! Ni que decir tiene que esa máscara nos oculta ante los demás... y, con el tiempo, también y lamentablemente, de nosotros mismos! Llega un momento en que, a fuerza de llevarla siempre puesta, uno llega incluso a perder la noción verdadera de sí mismo!

¿Contraindicaciones de la máscara? Por un lado, no nos proteje tanto como solemos pensar, pues en algún momento, algún suceso provoca una fisura en la máscara y entonces brota esa emoción -positiva o negativa- celosamente guardada -y seguramente, olvidada-, rompiendo nuestro equilibrio personal y trastocando profundamente nuestra pretendidamente tranquila y programada vida! Otra consecuencia clara del uso de una máscara es la derivada de mostrar una imagen sesgada o errónea de nosotros mismos ante los demás, lo que trae consigo no pocos problemas en nuestras relaciones humanas, del tipo que sean;

Y, por último y más dañino efecto de cargar con una máscara, es que llegamos a fabricar nuestro concepto de nosotros mismos (personalidad) a partir de esa máscara y no tanto de nuestra realidad interior; llega un momento en que uno ya no sabe cómo es en realidad y cuándo, su propia máscara; ni que decir tiene que, aunque parezca lo contrario, usar una máscara que nos proteja pero nos oculte de nosotros mismos -y ante los demás- es peligroso, sobre todo cuando uno, por cualquier razón, algún día desea deshacerse de la máscada protectora; en primer lugar porque no sabemos bien quién hay detrás de la máscara, lo hemos olvidado y podemos sorprendernos o asustarnos ante un personaje que desconocemos totalmente; por otro, porque al quitarnos la máscara o armadura, en un principio nos sentiremos con miedo, es decir vulnerables y desprotegidos ante nosotros mismos -como grandes desconocidos- y ante los demás! O sea que la máscara, construida en el tiempo por el Ego, por ilustrarlo de alguna manera, nos impermeabiliza, tanto de dentro hacia afuera, como al revés! Solo hay que echar una ojeada al mundo nuestro para ver la sensibilidad y permeabilidad que hay ahí fuera!

¿Cómo y cuándo alguien siente la necesidad de sacarse la máscara protectora? Según mi opinión, cuando aparece el amor de verdad en nuestra vida! Porque él hace que dejemos de sentirnos amenazados por los demás y por el entorno, además de darnos la confianza necesaria ante la vida... es decir, cuando perdemos el miedo; y otra de las situaciones -consecuencia de la anterior- es cuando llegamos a amar tanto, que necesitamos entregarnos por entero, sin reservas y compartir todo lo que somos y seremos... y ya sin miedo! Así, concluyendo, solo el amor puede ayudarnos a sacarnos esa pesada máscara que nos aparta de nosotros mismos y de los demás!

Aquí te traigo una interesante entrevista de un experto en Psicología, donde argumenta esa conexión entre nuestro cuerpo y nuestra mente, además de explicar brillantemente este tema de las emociones ignoradas, pero que, de alguna manera, salen a la superficie de nuevo en algún momento de nuestra existencia. Extrae tus propias conclusiones...


John Eaton, 53 años, doctor en Psicología, creador del método Reverse Therapy. "Tras todo síntoma subyace una emoción ignorada". La Vanguardia. IMA SANCHÍS - 27/01/2010

Cómo llegó a la Reverse Therapy?

En 1996 mi esposa desarrolló una enfermedad neurológica autoinmune: neurosarcoidosis. Los dedos de los pies y de las manos y parte de la cara se le inflamaron hasta quedar paralizados.

Usted entonces era psicoterapeuta...

Las causas de las enfermedades autoinmunes (el organismo ataca las propias células) son desconocidas, pero cada vez está más claro que los factores emocionales son importantísimos en su evolución. Ivonne arrastraba problemas en el trabajo, dos hijos pequeños y pérdidas familiares.

... Y quiso ayudarla.

Sí, me puse a trabajar con las teorías del doctor Ernest Rossi, que demostró que los síntomas aparecen cuando la inteligencia corporal recuerda experiencias difíciles y almacena esa información en el cerebro emocional, y en cualquier parte del cuerpo, en forma de memoria química.

¿Al vivir una experiencia similar se activa la memoria química del cuerpo?

Sí, la conciencia del cuerpo utiliza los síntomas como código para mostrarnos que nos encontramos ante una situación difícil que debemos gestionar.

¿Qué es la conciencia del cuerpo?

Es un tipo de inteligencia organizada cuyas funciones son: procesar emociones y recordarnos emociones vividas en el pasado, activar las glándulas y otros centros de información, los mecanismos de defensa y crear emociones para guiar nuestras acciones.

¿Esa es la base de la Reverse Therapy?

Sí, entender que el cuerpo no se comunica con nosotros a través de palabras o pensamientos, sino a través de sentimientos, sensaciones o síntomas.

¿Así trata el síndrome de fatiga crónica (SFC) y la fibromialgia?

Defiendo que su causa es la manifestación, a través del cuerpo, de una serie de síntomas (alteraciones glandulares). Se trata de un trastorno del eje HPA (eje hipotálamo-pituitario y glándulas adrenales).

¿Qué provoca este trastorno?

No se trata de un problema exterior que impacta en la persona: estamos hablando de interacciones complejas entre el cerebro y el entorno, la persona, otras personas, las actitudes... Cuando la persona no logra adaptarse a determinadas circunstancias, se aumenta la carga alostática del cuerpo.

¿Qué es eso?

La cantidad de información que el cuerpo tiene que procesar. El problema es que, cuando el cuerpo detecta un error, no puede ignorarlo, tiene que intentar arreglarlo; así crea más problemas y llega el desarreglo.

¿Cómo actúa usted?

Ayudo a entender los síntomas, clarificar su mensaje y su causa, y les enseño habilidades que les ayuden a adaptarse. En un 80% de los casos los síntomas llegan a revertir a no ser que los tejidos ya estén dañados.

¿Cuál es la esencia?

Aprender a no dar tanta importancia a la mente racional. Los seres humanos tenemos un neocórtex cerebral muy desarrollado, lo que nos ha permitido crear sistemas de organización de pensamiento complejos; pero es una bendición y una maldición.

¿Por qué?

La inteligencia intelectual trabaja con normas y con reglas, y hay personas que no se adaptan bien a ellas, las sobrecargan. Al mismo tiempo, la inteligencia del cuerpo actúa como un sistema de radar y está controlando la carga alostática, busca el equilibrio.

¿La mente del cuerpo no depende de la mente intelectual?

Son semiindependientes. Si alguien tiene demasiados plazos fijos de entrega, acumula frustración y sale del trabajo con dolor de cabeza o de estómago; la mente intelectual le dice que debe continuar, pero el cuerpo no se adapta. Entonces, el cuerpo sube el cortisol para que el sistema inmunológico descienda, o sea, intenta parar a la persona para ahorrar recursos, pero la mente quiere más y no obedece: ahí tenemos la enfermedad.

¿Comprender los síntomas sana?

Tomar la acción apropiada. Tras todo síntoma subyace una emoción que ha sido ignorada. Etimológicamente, emoción viene de movimiento,produce cambios en el cuerpo químicos, neurológicos, glandulares, para llevar a un movimiento. Cuando la acción se ha tomado, se restaura el equilibrio del cuerpo y la emoción desaparece.

Entiendo.

Si esa acción que nos demanda el cuerpo no es atendida, el cuerpo irá aumentando el volumen de la emoción que se está bloqueando; así el enfado, que es una emoción primaria, se convierte en rabia, en tensiones, dolor de cabeza, náuseas..., en síntomas.

¿Cuál es su conclusión tras años tratando con pacientes?

Es algo un poco controvertido: creo que los seres humanos en Occidente somos excesivamente racionales y tendríamos que estar mucho más conscientes de nuestra inteligencia emocional y nuestra intuición.

¿Cómo educarlas?

Aumentando la conciencia, y para ello hemos de ir más despacio, escuchar más a nuestro cuerpo y menos a nuestra mente. Y creo que el problema que padecemos la mayoría es que no hemos aprendido a comunicarnos de manera eficaz. Pasamos demasiado tiempo discutiendo y poco escuchándonos. Una parte importante de mi trabajo es enseñar habilidades de comunicación.



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