miércoles, 14 de abril de 2010

ANTE LA ADVERSIDAD, TU ELIJES!



Supongo que, quien más y quien menos, puede sentirse desdichado en algún momento de su vida! La vida no es siempre como creímos que debía ser! Todos tenemos experiencias aparentemente buenas y malas en nuestra historia, pero, lamentablemente, cuando hacemos balance de nuestra vida, solemos considerar que la nuestra ha sido peor que la de otros que nos rodean. Y de ahí a juzgar que la vida es injusta hay un paso! Pero, dando por supuesto, que siempre hay alguien más feliz o alguien más infeliz que nosotros, compararnos resulta ridículo y no es más que la espuela del Ego para sentirnos bien o mal con nosotros mismos!

Pero, ante la adversidad, todos tenemos la singular y personal posibilidad de crecer con ella o bien resabiarnos y aumentar el rencor contra nosotros mismos, los demás o contra la propia vida! Alguien dijo hace poco que "el sufrimiento no ennoblece, sino fabrica personas mezquinas y maliciosas"! No estoy de acuerdo con ello, creo que es el miedo lo que acarrea el mal y no hace personas malas, sino personas que realizan maldades, que no es lo mismo! Somos libres para saber aprovechar la adversidad o para que nos pese más de la cuenta! Aprender de la adversidad nos hace firmes ante las dificultades y nos ayuda a mejorar... y, al fin, optar por el amor en nuestra vida! En cambio, lamentarnos nos hace ser rencorosos y desconfiar ante lo que llega a nuestra vida... aunque a veces sea algo nuevo, afortunado y desconozcamos su efecto! Esto nos hace desconfiar, es decir, temer el porvenir y mostrarnos amenazados ante lo que nos rodea... aunque muchas veces sea incluso quien nos quiere o nos ayuda! Esa es la verdadera cara del miedo y, precisamente, lo que nos priva de sentirnos bien, crecer... o, en última instancia, poder ser felices!

Mi trabajo como coacher exije muchas cosas y, cómo no, trae consigo sacrificios y gratificaciones! No creo ser un simple cirujano a quien no le importa de quién es el hígado que opera en el quirófano! Creo sinceramente -hasta que no se demuestre lo contrario- que el Coaching no es solo un método o terapia concreta, sino una manera de ver, de vivir la vida y de ayudar a los demás! Trato seres humanos, con nombres, apellidos y circunstancias y emociones personales! Pero una de las más evidentes consecuencias es saber aceptar que no siempre se agradece mi labor intentando ayudar! Ni que decir tiene, que, cuando ayudo a gestionar la vida de alguien que recurre a mí, no puedo abstraerme de implicarme emocionalmente y eso tiene su riesgo! Creo que esa implicación es lo que me permite empatizar (mirar y sentir las cosas desde el punto de vista del otro), pero eso me hace involucrarme en el éxito o fracaso del progreso e incluso recibir un trato concreto de la persona a quien asesoro. Si esa persona decide crecer ante las dificultades, será sin duda mérito suyo, pues yo solo he facilitado que surja de su interior la solución a sus incertidumbres o, simplemente, le he brindado una perspectiva diferente a cómo siente su vida en un momento dado; si, en cambio, esa persona decide libremente rechazar la solución, concentrarse -haciendo crecer- en su problema, muy probablemente se mostrará conmigo de manera recelosa, desconfiada.... o incluso a veces agresiva ante mi sinceridad o actitud, por lo que optará por atacarme o dejar de verme! Y ni que decir tiene que mi labor se basa en la confianza mutua y en la voluntad compartida por mejorar! Supongo que son gajes del oficio y, particularmente, con estas situaciones pienso que la vida me está dando la posibilidad de aprender a gestionar actitudes no siempre gratas y crecer como persona!

Te traigo un texto que habla de la adversidad. Extrae tus propias conclusiones...

Afrontar la adversidad

En un viaje largo por la Interstate 95 (96), la autovía que recorre la costa Este de Estados Unidos desde Maine hasta Florida, JM me contó su vida mientras me llevaba en su coche. JM no sabe con certeza cuándo nació, pero calcula que alrededor de 1970 en las montañas de Corea. Es el menor de cinco hermanos de una familia pobre. Vivían bajo una lona en una ladera de la montaña hasta que se trasladaron a los suburbios de Seul, donde lograron instalarse en un chabola de cuatro paredes. Sus padres y sus hermanos mayores trabajaban en una fábrica empaquetando fruta por un salario que no llegaría a la categoría de miserable, ya que JM y sus hermanos se alimentaban principalmente de lo que encontraban en la basura, de lo que conseguían robar y de hierba.
Así vivió JM los cuatro primeros años de su vida, hasta que la desesperada imposibilidad de sus padres para criarles les llevó a dejar a los dos pequeños en un orfanato. Nada más ingresar, a JM le dijeron que, a partir de ese momento, su hermana ya no era su hermana. Y los separaron. En aquel orfanato se abusaba sexualmente de todas las niñas y físicamente de todos los niños. "Con frecuencia nos daban latigazos y nos castigaban golpeándonos la cabeza con un poste hasta perder el conocimiento", me dijo. A los pocos meses, JM intentó escapar con su hermana de aquel lugar donde le daban algo de comida y un trato brutal. Pero les encontraron y recibieron otra paliza.
Una familia coreana adoptó a su hermana y otra a JM. Pero JM fue devuelto al orfanato rechazado por la familia, con un informe que alegaba que era estúpido y que comía mucho. Seis meses más tarde, una familia de Connecticut (EE.UU) le adoptó. Pero lo que podría haber sido el fin de una infancia terrorífica se prolongó por un año más, ya que este matrimonio se volvió loco y empezó a abusar de él. Los vecinos les denunciaron y estos padres adoptivos fueron enviados a la cárcel, y JM a Foster Care (97), una institución que se hace cargo temporalmente de los niños cuyos padres han perdido la custodia.
En Foster Care pidieron a otro matrimonio de Connecticut que cuidasen provisionalmente de JM por tres semanas, mientras encontraban unos padres que quisiesen adoptarlo. En realidad, no llegaron a buscar a nadie, porque confiaban en que ese matrimonio acabase queriendo adoptarle, como así fue, movidos por una combinación de cariño y pena, cuando vieron en su cuerpo las cicatrices que trazaban su dramática biografía. El cariño de quien JM llama sus padres limpió y cicatrizó completamente esas heridas, que ha sustituido por otras de distinta índole, las que se hizo durante sus cuatros años como capitán en el cuerpo de marines, tras estudiar en la Universidad de Notre Dame.
A JM no le queda el más mínimo rencor de su azarosa infancia. Y su lucha por salir adelante con optimismo ha incorporado una permanente sonrisa a su mirada, capaz de derribarte con su franqueza. JM ha dedicado su vida a cambiar el mundo, y una prueba de ello son los 14 años que ha trabajado en el barrio del Bronx (Nueva York) dirigiendo Crotona (98) , un programa educativo que ha ayudado a miles de niños a crecer bien.
La adversidad siempre me ha parecido misteriosa. La misma dosis de sufrimiento hace a algunas personas crecer y a otras las hunde en lo más profundo. No sabemos qué va a pasar en los próximos 30 años. De momento, muchos están siendo bateados por la crisis y el paro. Y quizá nos esperan insospechadas travesías del desierto.
No sé tú, pero yo prefiero apuntarme al optimismo de interpretar el peso del contrariedad como la nieve que se amontona en invierno sobre las ramas de los árboles, forzándoles a crecer sólo por dentro, echando raíces profundas, que darán sus frutos en primavera.
En pocas palabras: ¿Para qué te ha servido la adversidad en tu vida? ¿Para crecer por dentro, o para incubar la desconfianza y el rencor?

“Los próximos 30 años” de Álvaro González-Alorda

 

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