jueves, 1 de abril de 2010

SI TE PARAS... NO SALES EN LA FOTO!



Siempre repito a las personas que me rodean: Siente y asume tus sentimientos, nunca los niegues! Eso y cambiar ciertos hábitos mal aprendidos o tóxicos para crear una vida saludable en el terreno físico, psíquico, emocional y espiritual es todo lo que requerimos para vivir en armonía. Y vivir de esa manera significa no estar anclados en el pasado -extraer sus lecciones y no tenerlo más en cuenta-, ser conscientes en cada momento de lo que realmente somos -desde lo que sentimos- y saber hacia dónde vamos es todo el equipaje que necesitamos en nuestra vida plena. ¿Fácil, no? Pues al parecer, no tanto, viendo lo que nos rodea...

Mírate a tí mismo y qué haces cada día. Demasiadas veces, lo que haces se fundamenta en el concepto inamovible de tí mismo.... y ese concepto está sutil e históricamente creado en algún momento pasado de tu vida. "Soy racional", "soy obstinado y tenaz trabajador que cumple todas sus metas", "soy complaciente y mi felicidad es hacer felices a los que me rodean"... son sentencias -y nunca mejor utilizada esa terminología judicial- que te obligan a cumplir de por vida ese papel o rol inducido desde fuera y, con el tiempo, autoimpuesto! Si a eso añadimos el frecuente pensamiento de "es lo que hay", "a quien no le guste, que le den" o "a mi edad ya no voy a cambiar"... el drama vital está servido!

Pero la vida, que afortunadamente sabe más que nosotros de nosotros mismos y de la propia vida, parece quererenos llevar la contraria y demostrarnos cotidianamente que todo eso no es tan cierto.¿Solución de socorro frecuente, común y aparentemente efectiva para tener esa percepción falsa de control y seguridad? No aceptar la vida tal y como viene o, lo que es lo mismo, crearnos una vida ilusoria en la que intentamos perseguir solo aquello que nos ratifica nuestra personalidad autoimpuesta o nos da una falsa sensación de control. Así, intentamos actuar siempre desde nuestros viejos cánones, así como evitar con toda nuestra energía (de ahí el común estrés y ansiedad en nuestra vida cotidiana) lo que nos contraría y nos sobresalta rompiendo nuestros rígidos y muchas veces erroneos esquemas. Nos engañamos a nosotros mismos creyendo en algo que no somos, desechando lo que sentimos ante cada momento imprevisto o intentando controlar todo en nuestra vida... y eso, no solo consume toda nuestra energía, sino que nos vacía! No hay peor ciego que el que no quiere ver!

Porque, para ver y querer ver, hay que estar bien atento a lo que sucede a nuestro alrededor y dentro nuestro, cada segundo! Desde dentro nacen sentimientos y sensaciones que responden a lo que en realidad somos, lo que no siempre coincide con lo que creemos ser, según ese concepto fabricado en el tiempo! Y fuera de nosotros, suceden acontecimientos que nos superan como personas y exijen respuestas integrales -no solo reacciones momentáneas y desesperadas- que quizás nos muestran aspectos de nosotros mismos que no esperábamos y que nos muestran quiénes y cómo somos en realidad! La armonía consiste en buscar ese punto justo entre lo de fuera y lo de dentro! Si solo atendemos a lo de fuera, nuestra personalidad es dual, haciéndonos vivir de un extremo a otro -pues la vida son contrastes- pasando de lo humano a lo divino, de la euforia a la depresión, del ánimo al desconcierto... en apenas unas horas o de un día al otro! Esa dualidad, ni que decir tiene, que provoca esa cierta "esquizofrenia" -sin pretender menospreciar la terminología médica que tiene- y el permanente desequilibrio que todos tenemos, que nuestra sociedad potencia... y, añado, del cual vive y se lucra, haciéndonos consumir productos que -de manera ilusoria- pretenden hacernos más felices, más amados o más libres!

La otra opción vital, contraria a aceptar solo lo externo como referente, es centrarse solo en lo interno, todo eso que brota desde dentro, es decir, lo que sentimos y creemos, sin contrastarlo y realimentarlo con la realidad cambiante que nos circunda! Eso también nos desequilibra, pues no siempre responde o acepta las circunstancias dinámicas que nos rodean. ¿Consecuencia? Esa pesada sensación de aislamiento y/o de locura de ciertas personas que sienten haberse equivocado de persona que viven, de momento histórico para vivir o, tal vez, haberse equivocado de planeta. Los monasterios, centros de meditación y lugares de culto están abarrotados de esas personas desencajadas de su realidad externa! Me da igual si recurren a mantras, a oraciones o a métodos iniciáticos milenarios, porque todo eso se convierte en un arma arrojadiza cuando lo convertimos en un fin en sí mismo, en lugar de un medio para llegar a conocernos profundamente y a reequilibrarnos ante lo inmediato, agresivo en cierta manera y solo externo que nos rodea!

El equilibrio, la coherencia o la armonía por todos perseguida insistentemente está justo en el medio, es decir, utilizando hábilmente lo que brota desde dentro como sensor o amplificador de lo que vivimos fuera nuestro y, a la vez, como medio adaptativo que nos modifica constantemente, rompiendo ese esquema caduco e inflexible de personalidad que nuestra mente insiste en imponernos como único yo válido y correcto! Ni que decir tiene que, una de las cosas que primero hago yo -aunque no siempre premeditadamente- frente a una persona que recurre a mí en busca de ayuda es romper sus esquemas para abrir su mente, intentar vaciarla de falsos supuestos y de juicios severos... para que le permita estar abierta a lo que realmente siente y a lo que acontece en su vida! Bien pensado, quizás es ese mi único -y puntual, según cómo- papel en su propio crecimiento, hacer de precipitador o de espoleta! Porque no es siempre fácil vaciarse para aceptar lo nuevo y desconocido (muchas veces, solo interno), pues son muchos años arrastrando esa cruz de ser siempre un "yo" fijo, limitado e impermeable... y en unas circunstancias no tan previsibles como a veces quisiéramos! Cada persona debe lidiar con la vida que le ha tocado en suerte o que -en lo ideal- ha sido capaz de crear, para aprender, reinventarse ante lo que siente en cada momento y para adaptarse mejor a lo que viene de fuera, ya sea otra persona, otro momento o un lugar diferente!

Te traigo una entrevista a una pretendida experta en la gestión de emociones. Lo que dice es interesante, aunque algo tópico. Particularmente -y, con perdón-, cuando leo ciertas cosas como ésta, siempre me queda la duda razonable de si realmente lo siente y lo experimenta en su vida... o si solo lo ha estudiado y lo recita! Y es que estamos en un mundo que premia más al buen comunicador, al vendedor de best-sellers y presunto terapeuta de lo ajeno, que a quien, a partir de su propia vivencia y sentimiento, es capaz de resonar en alguien más, induciendo a salir, sentir y vivir lo que ese álguien siente internamente. Extrae tus propias conclusiones!

Elsa Punset, pedagoga de las emociones. "Ante el mundo hay sólo dos actitudes: o miedo o amor".

La Contra de La Vanguardia. VÍCTOR-M. AMELA - 25/01/2010

Vivió en Haití?

Siendo niña, sí. Por eso sé que en Europa vivimos de espaldas a los riesgos que allí amenazan las vidas: allí viven intensamente, aquí vivimos anestesiados.

Pues bendita anestesia.

Pero pagamos un precio: aquí la vida no late. Y, aburridos, llegamos a deprimirnos. Y nos afanamos en distraernos.

¿Y qué propone?

Adiestrémonos en gestión emocional. La ciencia demuestra que todo - hasta un pensamiento-arranca de una emoción: ¡somos animales más emocionales que racionales!

Pobre Descartes, qué viejo se queda...

Sí, pero ¡en las escuelas todavía no enseñamos a nuestros niños a gestionar sus emociones! ¡Qué atraso!: hacerlo reportaría fabulosas bendiciones para ellos y la humanidad.

¿Se puede enseñar a sentir?

Nos enseñan a desconfiar, recelar, sospechar, despreciar, odiar... ¡Que nos enseñen a amar! Nos enseñan que el mundo es peligroso, pudiendo enseñarnos que es fabuloso.

¿Lo es?

Hay sólo dos modos de relacionarse con el mundo: desde el miedo o desde el amor. Sentir curiosidad por el mundo es amarlo, es lo mismo. ¡Es lo que sienten los niños pequeños!

Esa inocencia radical, ese amor, curiosidad... es lo que luego nos enseñan a perder.

¿Por qué hacemos eso?

La educación aún premia las emociones defensivas ante el mundo, en lugar de premiar las emociones amorosas hacia el mundo.

Será por algo, ¿no?

Porque seguimos anclados en lo que hace 100.000 años resultó útil para sobrevivir en entornos cuajados de peligros: herramientas - miedo, angustia, tristeza, ira...-que hoy quedan anticuadas y son ya un lastre.

¿Recibió usted de sus padres la educación correcta?

Me dieron las dos cosas que hoy se sabe que son los dos puntales de la felicidad.

¡Dígamelas, por favor!

Una: afecto. Dos: sentido de control sobre tu vida.

Explíqueme esto.

Recibir afecto en la infancia infunde confianza y seguridad ante el mundo. Estudios sobre resiliencia - capacidad para remontar tremendos reveses- demuestran que niños tratados horriblemente que se agarraron a una mirada amorosa... pudieron remontar.

Soberanía sobre tu vida. Mis padres jamás hablaron de "la suerte", sólo de cómo actuar: eso te enseña a ser el piloto de tu vida.

¿Qué emociones premia usted al educar a sus hijas?

Las ayudo a identificar cada una de sus emociones: así entienden qué está pasándoles.

¿Hay emociones positivas y negativas?

No. Hay emociones útiles e inútiles. Si un día están tristes, las entreno a no temer a la tristeza y a saber qué está mostrándoles.

¿Y qué muestra la tristeza?

El temor por una pérdida: por una ausencia, una carencia, porque algo termina... Si comprendes eso, ¡lo llevas mejor! Si no, esa tristeza puede agobiarte, angustiarte... y hasta llevarte a medicarte sin necesidad.

Eso se hace mucho por aquí.

Porque no escuchamos lo bastante las voces de nuestras emociones. Habitúate a escucharlas y entenderás tus pasiones. Y una vida con pasión y sentido es más feliz.

¿Cómo puedo descubrir mi sentido?

Al levantarte, cuestiónate: "¿Qué me hace hoy levantarme?". El psicólogo Viktor Frankl lo planteó más crudamente: "¿Qué impide que hoy me suicide?". Lo que se esconde tras la respuesta es tu sentido.

¿Y luego?

Aliméntalo. De lo contrario, podrías matarlo de hambre. Hazte regalos emocionales. Quizá sea apuntarte a una clase de baile... ¡Siembra tu vida de pequeños cambios!

¿Eso me hará más feliz?

Conozco un estudio hecho sobre 5.000 personas: un 10% declararon ser felices. Pues bien, se observó que esas 500 personas habían seguido un patrón común...

¿Cuál? Cuente.

Se habían marcado una meta. La habían puesto por escrito (o se la habían contado a conocidos), en una especie de compromiso público. Habían establecido metas volantes, etapas menores en el camino hacia su gran objetivo. Y cada vez que alcanzaban una meta volante, se gratificaban con algo.

Tomo nota.

Un amigo mío indio me dijo: "A vosotros os entierran a los 80 años, pero os morís a los 20". Me hizo pensar... Hoy sabemos que nuestro cerebro es muy plástico: ¡podemos reinventarnos cada día durante 80 años! No lo hacemos. ¡Atrevámonos, pues es posible!

Excitante: reinventarte cada día.

Abrámonos a la realidad..., que incluye el misterio. Darle la espalda a lo inconsciente y a lo misterioso nos priva del 80% de la realidad, ¡la convierte en plana y aburrida!

¿Cómo aconseja mirar la realidad?

La ciencia nos habla de lo que sabe, pero no puede hablarnos de lo que no sabe. No prescindas de todo eso. ¡Permítete inventar preguntas y soñar respuestas! Es esa capacidad de inventar y soñar (y no sólo la de analizar) la que nos hace plenamente humanos.

Gracias, maestra.

¡Los maestros son los niños! Ellos nacen libres, con esa inocencia radical abierta al misterio, a la confianza en la vida y al amor al mundo. Si la conservásemos..., ¡seríamos siempre creativos y felices!

 

Tell me when this blog is updated

what is this?