miércoles, 12 de mayo de 2010

LA AGRESIVIDAD GRATUITA...



Sin duda estamos en un mundo en que, cada vez más, la agresividad y la violencia están -lamentablemente- a flor de piel. Particularmente me da igual si esa agresividad es fundamentada o infundamentada, es una reacción humana que deberíamos mirar de evitar por todos los medios. La agresividad y la violencia no conducen a nada! Pero, desgraciadamente, se nos ha enseñado a ocultar nuestros sentimientos y, cuando sentimos miedo, tenemos la tendencia a mostrarnos agresivos. La agresividad en el reino animal va ligada a la supervivencia o a la defensa ante un peligro, pero en el ser humano esa agresividad es gratuita la mayoría de las veces! No hay especie animal en este mundo que ataque por atacar y, mucho menos, que lo haga de forma premeditada...

Estaremos de acuerdo que la agresividad es algo inherente al ser humano, pues es una reacción que antaño fue decisiva en nuestra supervivencia. Pero hoy, en un momento evolutivo avanzado, esa agresividad suele ser gratuita y, la mayoría de las veces, responde a la competitividad y/o a la impotencia ante una situación. Yo mismo, en ocasiones en que el mundo se me cae encima, tengo la tentación de culpar de ello a alguien concreto, como si fuera el culpable de mi situación o de mi estado de ánimo! Es una reacción humana, espontánea e instintiva la que me hace descargar mi responsabilidad ante algo negativo, buscando a quien culpar por ello, evidentemente, sin ningún fundamento! Ni que decir tiene que siempre hay alguien a quien cargar el muerto de algo en nuestra vida... siempre hay a quien reprochar una mala actitud o un mal gesto en contra nuestro, lo que invita a descargar nuestra ira contra ese alguien presuntamente causante de nuestra desdicha! Si miramos atrás o al lado en nuestra vida siempre encontraremos la víctima propiciatoria para culparle de nuestra situación: los padres, los maestros, la familia, el gobierno, el empresario, el colega, el jefe... La mayoría de la gente pierde el tiempo buscando culpables ante su vida desdichada y vacía, como si tal remedio solucionara las cosas!

Huir de la responsabilidad de nuestra propia vida nos genera un sentimiento profundo de insatisfacción e infelicidad, que, si lo ocultamos o no lo identificamos como tal, desde dentro genera esa agresividad gratuita con la que -caritativamente- obsequiamos a los demás! Basta que alguien tropiece con nosotros en la calle, o que un coche obstaculice nuestra circulación o que alguien a nuestro alrededor alce su voz... para que brote ese arranque de agresividad que está en nuestro interior aguardando! Ni que decir tiene que deberíamos ser capaces de contener nuestra agresividad (o el sentimiento de impotencia o de miedo que lo provoca) intentando liberarnos de ella de otro modo! Muchas veces, al menos ante la inminente tentación de manifestarla, deberíamos ser capaces de contar hasta 100, aprovechando ese precioso tiempo para analizar las causas reales de nuestro sentimiento o bien las consecuencias que provocará en la otra persona nuestra reacción desmesurada... y, la mayoría de las veces, inútil! Porque huelga decir que la agresividad genera más agresividad, nunca la desvanece!

Un factor que creo decisivo al desatarse la agresividad, es que uno siempre se ensaña con el débil, luego vemos que no es algo tan espontáneo ni incontrolable. Los lamentables y numerosos casos de violencia doméstica, paterno-filial o de género, lo demuestran sobradamente! Uno nunca se deja llevar por la violencia con alguien que pueda contestarnos o incluso superarnos. Por eso la agresividad busca al débil para recrearse y expandirse, ya sea una mujer, un niño, un animal... normalmente frágil y desprotegido, que garantiza que la agresividad no nos sea devuelta con creces! ¿Cobardía? No, miedo. Y es que el miedo -aunque se manifieste a través de la agresividad y la violencia- es lo que la genera! Miedo a ser, a parecer, a no ser, a no parecer... verdadero protagonista de nuestra vida y ser incapaz de dominar ese miedo que nos ofusca y nos domina en la vida!

Aquí te traigo una entrevista de un experto creador de una prueba para detectar la agresividad en el ser humano. Sin renunciar al valor del invento y a su aplicaciones preventivas, particularmente pienso que observando bien a una persona, mirándole a los ojos y siendo capaz de ver en ellos el miedo ante sus propios sentimientos e instintos, es fácil detectar esa posible actitud agresiva! Disfruta de la entrevista y extrae tus propias conclusiones...


Josep Maria Tous, 67 años, autor del test para el permiso de armas que medirá la agresividad. "Tráceme tres líneas y le diré si es un agresor en potencia"
La Vanguardia. LLUÍS AMIGUET - 03/05/2010

Todos los rasgos de la personalidad se reducen a dos ejes: proactivos y reactivos.

¿Los echaos pa´lante y los pasmaos?

Conductas proactivas o evitativas. Usted propone: "¿Vienes al cine?". Y unos le dirán "¡Claro!" sin pensarlo, aunque luego no puedan; y otros se quejarán: "¿Y me lo dices ahora? ¿Así sin avisar?".

¿Y qué es mejor?

Los proactivos aprenden más rápido, pero no porque sean más listos, sino simplemente porque, como no temen tanto el error, ensayan más veces y así acaban aprendiendo antes: a hablar inglés o a ir en bicicleta.

Atropellando algún gato por el camino.

Pero aprenden. Wundt ya redujo todas las disquisiciones sobre tipos psicológicos (flemáticos, coléricos, sanguíneos...) - desde Hipócrates a Kant-a esos dos ejes. Y en su laboratorio de conducta demostró que la base de todas nuestras actitudes es nuestra percepción. Hay quien percibe la realidad como amenazante y teme arriesgarse y hay quien la percibe como segura y arriesga.

¿Y quién es más propenso a agredir?

La tendencia a la agresión es una combinación de varias disposiciones de nuestra personalidad.

¿Cómo medirla?

Ha habido múltiples aproximaciones: se dijo que, en entornos de privación material, la agresión era mimética; o en Nuremberg, se disculpó la agresión para que no te agredan.

La funesta obediencia debida.

Pero esa justificación socioeconómica falla, porque no todos los sometidos a privaciones reaccionan agresivamente. Del mismo modo, no todos los subordinados obedecen órdenes genocidas. También se ha explicado la violencia como una expresión de competitividad evolutiva: cuando eres incapaz de ganar, agredes al que te puede ganar.

Sí, pero ¿cómo medir la agresividad?

Son marcos teóricos, como el esencialista, que define una personalidad agresiva tipo y luego marca excepciones. La cuestión de fondo es cómo distinguir al predispuesto a la agresión para privarle de medios - en este caso armas-que la harían más dañina.

¿Y ahora cómo los distinguen?

Con un test verbal que plantea dos problemas: el ético de la intimidad y el práctico, que es que puedes mentir. Si te preguntan si sufres ataques de ira, responderás de modo diferente al psiquiatra al que pides un tranquilizante que al test del permiso de armas.

Con palabras se desvela o se oculta.

Por eso diseñamos un test propioceptivo sin preguntas ni respuestas ni palabras. Creamos un test que mide las señales de los músculos que llegan al cerebro y que se convierten en disposiciones para actuar.

¿Cómo?

Nuestro diagnóstico propioceptivo del temperamento y el carácter utiliza una pantalla táctil con la que el testado debe seguir con un puntero - primero con su mano dominante y después con la no dominante-tres líneas: horizontal, vertical y sagital. Primero sigue esas líneas con visión y luego, sin ella.

¿Por qué se le priva de visión?

Para que sea su información interna la que se manifieste en sus movimientos. Estos movimientos se apreciarán en el trazo que analizaremos después y así podremos medir sus tendencias conductuales.

¿Viendo cómo trazo sabrán cómo soy?

Veremos sus respuestas musculares, que sirven de base para manifestar sus estados de ánimo y apreciaremos así si sufre o no conflictos psicológicos.

¿Qué rasgos de personalidad miden?

Optimismo/ pesimismo; dominancia/ sumisión; extraatención/ intraatención; emotividad/ no emotividad; irritabilidad/ inhibición e impulsividad/ rigidez.

Mucha información en pocos trazos.

Suficiente y necesaria. Para probarlo, aplicamos el test a 152 aspirantes al permiso de armas y lo comparamos con otras 152 personas del mismo sexo y edad.

¿Y qué salió?

Los solicitantes de permiso de armas eran significativamente más irritables e impulsivos que la media, lo cual corresponde a personas más buscadoras de sensaciones.

Eso suena inquietante, doctor.

En absoluto, porque en la tendencia de dominancia - relacionada con la agresividad-no puntuaron significativamente diferente de la población general.

Defina disposición.

Un señor de 70 años acuchilla a su esposa y todo el barrio extrañado proclama: "¡Si era encantador y tan buena persona!". Y lo era y tenía buena voluntad, pero algo grave - jubilarse, el paro, un grave desengaño- cambió su disposición y esa nueva disposición le lleva a una conducta contraria a sus valores.

¿... Y a matar?

Su disposición motora prevalece sobre sus valores morales hasta llevarle a agredir: es lo que entendemos como ofuscación.

¿Sin hacer el test podemos anticipar esa disposición motora agresiva?

La disposición se puede observar en las tensiones musculares encaminadas a una acción que resulta peligrosa. Un buen boxeador, por ejemplo, es capaz de anticipar el preciso instante en que su contrincante le propinará un derechazo observando simplemente los cambios de tensión muscular.

¿Y su test puede anticipar una agresión?

Puede detectar esa tendencia antes de que se transforme en agresión. Por eso creo que este test salvará vidas.

 

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