martes, 11 de mayo de 2010

¿QUIÉN TE DIJO QUE LA VIDA SERÍA FÁCIL?



El otro día una amiga mía me decía "tú eres feliz hasta cuando duermes", refiriéndose a mí, claro! "Si yo te contara", pensé para mis adentros... con toda mi vida patas arriba, aunque enderezándose día a día! Es verdad que hoy ya soy -casi- una persona preparada para vivir como merezco. Pero, como suelo decir, cuando un decide el cambio más importante que hay en la vida -es decir, tomar las riendas de la propia vida- y ser el protagonista y no un simple espectador, las cosas de alrededor no cambian con la misma celeridad! Nuestra vida y, en ella, nuestro entorno inmediato, tiene una inercia que no desaparece de un día a otro. ¿Es que la vida juega con nosotros poniéndonos dificultades a la -de por sí- difícil decisión de cambio? No lo creo, solo sé que decidir tomar las riendas de la propia vida no es fácil, pero sí exije toda nuestra energía... aunque, a medida que se va fraguando nuestra nueva vida, el camino se hace más fácil y llevadero, porque uno aprende a dejar fluir la vida, en lugar de empeñarse en llevarle la contraria y programándola inutilmente! Y también sé que no hay prueba más eficaz de nuestra voluntad y capacidad de energía que vencer las resistencias que, sin duda, encontraremos al tomar esta decisiva decisión que cambiará -por fin- nuestra vida y nos dará lo que realmente merecemos... aunque muchas veces no nos daremos cuenta hasta después de lograrlo! Seguramente, habrá también que aprender a confiar en la vida, de una vez por todas...

Es verdad que, como siempre digo, lo que más nos cuesta a los seres humanos es tomar decisiones... por esa mal aprendida y absurda manía de temer equivocarnos. No voy a insistir aquí en el tema de que equivocarse es -muy posiblemente- la única manera de aprender y de crecer en la vida! Nos da miedo tomar las decisiones y, una vez tomadas, pretendemos que todo sea inmediatamente más fácil y con resultados visibles! Y esto sirve para cualquier tipo de decisión, desde la más insignificante hasta la más decisiva. ¿Cuántas personas desitieron de seguir su camino y abandonaron justo antes de llegar a la cima de su propia vida? Porque, sin duda, decidir vivir lo que uno merece -y no, como hasta entonces, lo que nos ha venido dado- es la única decisión realmente importante en nuestra vida! Particularmente, prefiero equivocarme en mi propia vida que acertar en la vida de los demás! La energía necesaria para tomar esta crucial decisión es -precisamente- la que proviene de nuestro interior e involucra -necesariamente- todo nuestro ser! Por ello, deberemos ser fuertes... a pesar de los obstáculos que seguiremos encontrando en el inicio del camino... y en la vida entera! Rebelarse contra lo establecido -por nosotros mismos y con los demás- requiere mucha voluntad, empeño y perseverancia, sin duda, pero es diferente si todo eso tiene un sentido! La gente -incluso nosotros mismos o los seres queridos- tiene la "innata" costumbre de resistirse al cambio, de intentar vivir malo conocido antes que apostar por lo nuevo -y, sin duda, mejor- por conocer!

Seguramente, puestos a buscar razones para iniciar este importante cambio, desde la lógica hallaríamos algunas poderosas: Nuestra vida anterior no nos ha traído lo que esperábamos de la vida y no nos sentimos del todo satisfechos ni felices con ella, aparte de los posibles efectos en la salud que ya padezcamos, síntoma evidente de la necesidad de un cambio. La otra alternativa lamentablemente más común es considerar que ya "nos va bien" con lo que tenemos y hemos logrado... recordemos que el autoengaño es la afición preferida de los que no se atreven a mirar su miedo cara a cara! Ni que decir tiene que ese miedo suele venir disfrazado de desprecio, de resignación o de indiferencia... frente a la mejora que supone el cambio, a lo que nuestro interior nos dicta -desde el silencio- pero, sobre todo, se sustenta gracias la complacencia y confortabilidad de los que nos rodean! Y en esta vida, para abrir una puerta, muchas veces hay que cerrar otras muchas! Todo tiene su precio, aunque en un cambio hacia una mejor vida el único premio sea -y casi siempre, único- uno mismo y la paz interior obtenida... a pesar de la incomprensión, la resistencia y/o el miedo que despierte en casi todos los demás que nos observan...¿y envidian?

Aquí te traigo un nuevo texto demi amiga Cori. Habla -como suele hacer en sus escritos- de la vida, en una bella metáfora de la montaña. Disfruta de su sabiduría, pero extrae tus propias conclusiones...

MANUAL PARA SUBIR MONTAÑAS

A. Escoge la montaña que deseas subir

No te dejes llevar por los comentarios de los demás, que dicen “ésa es más bonita”, o “aquélla es más fácil”. Vas a gastar mucha energía y entusiasmo en alcanzar tu objetivo, y por lo tanto eres tú el único responsable y debes estar seguro de lo que estás haciendo.

B. Sabe cómo llegar frente a ella

Muchas veces, vemos la montaña de lejos, hermosa, interesante, llena de desafíos. Pero cuando intentamos acercarnos, ¿qué ocurre? Que está rodeada de carreteras, que entre tú y tu meta se interponen bosques, que lo que parece claro en el mapa es difícil en la vida real. Por ello, intenta todos los caminos, todas las sendas, hasta que por fin un día te encuentres frente a la cima que pretendes alcanzar.

C. Aprende de quien ya caminó por allí

Por más que te consideres único, siempre habrá alguien que tuvo el mismo sueño antes que tú, y dejó marcas que te pueden facilitar el recorrido; lugares donde colocar la cuerda, picadas, ramas quebradas para facilitar la marcha. La caminata es tuya, la responsabilidad también, pero no olvides que la experiencia ajena ayuda mucho.

D. Los peligros, vistos de cerca, se pueden controlar

Cuando empieces a subir la montaña de tus sueños, presta atención a lo que te rodea. Hay despeñaderos, claro. Hay hendiduras casi imperceptibles. Hay piedras tan pulidas por las tormentas que se vuelven resbaladizas como el hielo. Pero si sabes dónde pones el pie, te darás cuenta de los peligros y sabrás evitarlos.

E. El paisaje cambia, así que aprovéchalo

Claro que hay que tener un objetivo en mente: llegar a lo alto. Pero a medida que se va subiendo, se pueden ver más cosas, y no cuesta nada detenerse de vez en cuando y disfrutar un poco del panorama alrededor. A cada metro conquistado, puedes ver un poco más lejos; aprovecha eso para descubrir cosas de las que hasta ahora no te habías dado cuenta.

F. Respeta tu cuerpo

Sólo consigue subir una montaña aquél que presta a su cuerpo la atención que merece. Tú tienes todo el tiempo que te da la vida, así que, al caminar, no te exijas más de lo que puedas dar. Si vas demasiado deprisa, te cansarás y abandonarás a la mitad. Si lo haces demasiado despacio, caerá la noche y estarás perdido. Aprovecha el paisaje, disfruta del agua fresca de los manantiales y de los frutos que la naturaleza generosamente te ofrece, pero sigue caminando.

G. Respeta tu alma

No te repitas todo el rato “voy a conseguirlo.” Tu alma ya lo sabe. Lo que ella necesita es usar la larga caminata para poder crecer, extenderse por el horizonte, alcanzar el cielo. De nada sirve una obsesión para la búsqueda de un objetivo, y además termina por echar a perder el placer de la escalada. Pero atención: tampoco te repitas “es más difícil de lo que pensaba”, pues eso te hará perder la fuerza interior.

H. Prepárate para caminar un kilómetro más

El recorrido hasta la cima de la montaña es siempre mayor de lo que pensabas. No te engañes, ha de llegar el momento en que aquello que parecía cercano está aún muy lejos. Pero como estás dispuesto a llegar hasta allí, eso no ha de ser un problema.

I. Alégrate cuando llegues a la cumbre

Llora, bate palmas, grita a los cuatro vientos que lo has conseguido, deja que el viento allá en lo alto (porque allá en la cima siempre hace viento) purifique tu mente, refresca tus pies sudados y cansados, abre los ojos, limpia el polvo de tu corazón. Piensa que lo que antes era apenas un sueño, una visión lejana, es ahora parte de tu vida. Lo conseguiste.

J. Haz una promesa

Aprovecha que has descubierto una fuerza que ni siquiera conocías, y dite a ti mismo que a partir de ahora, y durante el resto de tus días, la vas a utilizar. Y, si es posible, promete también descubrir otra montaña, y parte en una nueva aventura.

K. Cuenta tu historia

Sí, cuenta tu historia. Ofrece tu ejemplo. Di a todos que es posible, y así otras personas sentirán el valor para enfrentarse a sus propias montaña

Cori Caniza

 

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