miércoles, 30 de junio de 2010

FÁBRICA DE ENFERMOS



Crear enfermos es más rentable que curarlos, lamentablemente. Nuestro sistema económico vive tanto de lo que crea, como de lo que destruye. Hoy en día se habla de reciclaje, que es rizar el rizo y rentabilizar incluso lo que cae en desuso. Y todo ello incluye la salud, tanto en su vertiente física como mental. Solo hay que ver la gran proliferación de gimnasios y actividades físicas que pretenden mejorar la salud, aunque provocan más que nunca lesiones en simples practicantes sociales; en el campo de la alimentación, creamos alimentos de dudosa procedencia (transgénicos, etc.) y luego investigamos y creamos el remedio para resolver las dolencias que provocan, es decir los fármacos; y en el terreno de lo psicológico, hemos pasado de ignorar a los terapeutas, a endiosarlos como si fueran nuestros guías y mentores en una vida cada día más complicada. Todo tiene su precio, su solución y su remedio!

No hace mucho tiempo una amiga mía me presentó al dueño de una clínica de tratamientos psicológicos, especializada (según su propio nombre) en estrés, depresión y ansiedad, con el objetivo de que colaborásemos profesionalmente. Yo soy aficionado a los relojes y ese día concreto llevaba una buena imitación del reloj italiano Panerai, que me costó unos pocos euros en un mercadillo de las Islas Canarias, tras el consiguiente regateo; mi interlocutor, el dueño del mencionado centro llevaba -casualmente- el mismo modelo de reloj Panerai, pero el original y se fijó en el mío; al darme cuenta, le comenté que su reloj le había costado 4.000 euros, mientras que mi imitación -que llegó incluso a confundirla- solo 35; ironicamente le dije "sin duda, es mucho más rentable fabricar enfermos, que intentar curarlos como yo hago"! Y así es, su próspero negocio "terapéutico" consistía -sobre todo- en comprobar la veracidad de las bajas laborales por estrés, ansiedad y depresión para las compañías aseguradoras y las empresas, más que a sanar a esas personas. Ni que decir tiene que, a pesar de nuestras conversaciones posteriores, nunca llegamos a colaborar! La verdad es que para muchos, un presunto enfermo deja de ser negocio... justo en el momento en que éste sana!

En el loco mundo actual han proliferado los sanadores, videntes y terapeutas de todo tipo, cada uno con su técnica singular e infalible -según ellos, claro está-, ya sea mediante terapias presuntamente naturales y/o revolucionarias, procedimientos milenarios de todo tipo y curaciones casi milagrosas a partir de ritos de dudosa procedencia y eficacia! Y es que la generalizada desorientación de la gente, unida a momentos de marcada incertidumbre como el actual, provocan miedo y hace que muchas personas se entreguen a cualquier remedio que les garantice un mínimo equilibrio, seguridad y bienestar, ya sea a través de productos milagrosos o de prácticas presuntamente infalibles y casi divinas! Ni que decir tiene que la sugestión y fe ciega del paciente tienen su importancia en estos fenómenos, actualmente tan comunes! Y si, además, consideramos la tendencia adictiva de muchas personas hacia su terapeuta o su terapia milagrosa, el negocio está servido!

Siempre he creído que la solución a nuestra incertidumbre y nuestra ansiedad ante lo desconocido o incontrolado de nuestra vida está dentro de cada uno de nosotros. Nadie puede hacer por nosotros más de lo que cada uno puede hacer por sí mismo! Alguien desde fuera puede, eso sí, ayudarnos a cuestionar nuestras fortalezas y debilidades para -posteriormente- ayudarnos a replantear nuestra vida, facilitando que surjan las alternativas y visiones que tenemos interiormente cada uno de nosotros. Esa creo que es la única misión del Coaching, muy lejos de la función de maestros que muchos se autoadjudican y de terapias prolongadas, más basadas en la adicción -lucrativa para el terapeuta, claro está- que en la autosanación de la persona. Mi experiencia como terapeuta me dice que hay momentos en los que es necesaria la acción del Coaching, pero, en otros, es conveniente que el propio paciente trabaje por sí mismo en sus áreas de mejora o procese sus conflictos en solitario. En la vida cada cosa tiene su momento y sus actores... y hay que tener claridad al respecto -y ética, por qué negarlo- y saber cuándo uno debe pedir ayuda y dejarse ayudar... y cuándo uno debe dejar de hacerlo, cuando el remedio es peor que la enfermedad, y en aras del crecimiento personal del "paciente" y de la propia capacidad de gestionar su vida...

Aquí te traigo un texto en que el entrevistado expone ejemplos y prácticas habituales de la Medicina, en las que se demuestra que, demasiadas veces, el paciente y su salud no se tienen en cuenta. Léelo y extrae tus propias conclusiones...

Francisco Kovacs, 45 años, director de la Fundación Kovacs, que investiga las dolencias de espalda. "Un tercio del gasto sanitario se pierde en falsos remedios". La Contra de La Vanguardia. La Contra. LLUÍS AMIGUET - 26/06/2010

Tengo la espalda hecha polvo, doctor: ¿me meto en la cama y me cuido?

¡Nooo! ¡Nada de cama! Al contrario: ¡a la calle! Cuanto más ejercicio haces, incluso durante los episodios de dolor de espalda, menos dura ese dolor y más posibilidades sumas de que no se vuelva a repetir.

Pero si me duele la riñonera, no voy a ponerme a jugar al tenis.

Sólo tienes que evitar lo que de verdad aumente el dolor, no lo que te parece que puede aumentarlo. Localízalo bien y evita durante unos días esos gestos precisos que lo agudizan, pero sólo unos días y sólo esos gestos: con el resto..., ¡a trabajar!, ¡a moverse!

¿Y para que no me vuelva a doler?

El 80 por ciento de los españoles sufre en alguna ocasión un dolor de espalda. Lo único - lo hemos demostrado-que previene las dolencias de espalda es el ejercicio.

Yo creí que me hablaría de remedios.

¿Remedios? En EE.UU., de 1997 al 2005 el gasto sanitario causado por dolencias de espalda aumentó un 65 por ciento y - gracias a esa suma ingente-se logró que empeoraran espectacularmente los malos resultados.

A menudo, gastar más logra menos.

La sanidad se ha convertido en un gran negocio para algunos a costa de la salud de otros.

Parece probado que la Organización Mundial de la Salud fue incentivada por fabricantes de vacunas de gripe A.

¡Es un episodio recurrente! ¡El de las pandemias que nunca existieron pero que nos costaron miles de millones! ¿Recuerda la epidemia de meningitis? ¿O la gripe aviar?

Primero nos acongojan con los virus y después nos sangran los presupuestos.

La industria sanitaria es la única que mantiene beneficios con crisis o sin ella, y si no hay enfermedad, pues hay quien se la inventa.

Pero tenemos ensayos y controles.

Sólo en lo farmacológico, pero incluso en eso, veamos: ¿por qué aprobar un nuevo antiinflamatorio, por ejemplo, si ya tenemos los de siempre más contrastados y más baratos? ¿Por qué se recetan fármacos a sabiendas de que no son los más indicados?

Me quita las ganas de ir al médico.

Si la gente supiera los efectos secundarios de ir al médico, sólo iría en los casos estrictamente necesarios y se ahorraría así contagios, malas prácticas y enfermedades iatrogénicas, cuyo riesgo aumenta exponencialmente sólo con pisar un hospital.

¡Ojalá le escuchen los adictos al doctor!

Le daré un dato: se hacen 980.000 resonancias magnéticas lumbares al año en España y nuestros estudios demuestran que 670.000 son perfectamente inútiles, lo cual también significa que son perniciosas para el paciente... ¡y para nuestros presupuestos!

¿Hacer muchas pruebas no mejora el diagnóstico?

Sólo añadiré que hacerse una resonancia lumbar aumenta un 400 por ciento el riesgo de que te operen innecesariamente.

¿Se hacen operaciones, pruebas y resonancias sólo para ganar dinero?

La mayoría de los profesionales de nuestra sanidad son honestos y tienden a hacer el bien, porque nadie estudia Medicina - sería una estupidez-para hacerse rico.

Pero otros se hacen ricos a costa de la buena fe de todos.

Y temo que el sistema desincentiva la correcta toma de decisiones, por ejemplo, ante el paciente que insiste en hacerse la dichosa resonancia sin necesitarla: "Si cedo - piensas-,nadie se queja; si no, tal vez me busque un lío". Y lo mismo ante otras presiones.

El sistema debería incentivar el ahorro y premiar a los buenos profesionales.

Y dar poder al médico para que resista al caradura - otro ejemplo-que va a pedir la baja laboral sin tener la mínima excusa. Aunque entiendo que, al final, los médicos se cansan de pelearse con inspectores, quejas, presiones... Todo un sistema que fomenta el pasotismo y acaba quemando a los profesionales que se arriesgan a ser honestos.

Me temo que con los años, me guste o no, mi espalda me llevará al médico.

Es una vieja y falsa creencia. Antes se pensaba que la edad acababa tarde o temprano por estropear todas las espaldas. Y es falso.

Al fin una buena noticia, doctor.

Si la ejercitas, tu espalda puede durar en buenas condiciones tanto como toda tu vida, y eso hoy pueden ser muchísimos años.

¿Y el abuelo encorvado con bastón?

Es cierto que perdemos estatura, poca, y que los discos se desgastan, pero sólo eso. Si haces ejercicio, caminarás recto como un pincel un siglo si lo vives e incluso más.

Y si no, supongo que habrá prótesis...

Ojalá, pero por ahora ningún ingeniero biomecánico ha sabido replicar el prodigioso tándem discos-musculatura.

¿Si me duele mucho es que es grave?

La intensidad del dolor no es lo que más debe preocuparle; lo determinante es su duración. La mayoría de los pacientes se cura a los 14 días: haga lo que haga el médico o incluso a pesar de lo que haga el médico...

¿Y si la cosa dura más de dos semanas?

A los 14 días comienza la fase subaguda hasta los 90 días de dolencia... Ahí concentramos todos los esfuerzos terapéuticos...

¿Por qué?

Porque cuando pasan 90 días, el dolor se vuelve más difícil de curar. Y si ese dolor de espalda se acompaña de síntomas neurológicos, como pérdida de fuerza o irradiación hacia los miembros..., entonces sí que hay que ir al médico.

 

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