jueves, 8 de julio de 2010

HIJOS SIN INFANCIA



Curiosamente, el mundo está empeñado en hacer mayores a nuestros hijos! Se les sobrestimula, se les sobreinforma y se les sobreexije cada vez más pronto, como para poder adaptarse lo antes y lo mejor posible a este mundo loco! Al fin y al cabo, ¿para qué necesitamos niños en este mundo nuestro? ¿Por qué dilatar ese tiempo en que aún somos capaces de creer en los sueños? ¿Por qué tener que aguantar las irreverentes preguntas, las rebeldías ingenuas y las guasonas e irrespetuosas sonrisas de los niños ante la incoherencia de los adultos? ¿Por que nosotros los padres debemos hacer el esfuerzo por entender a unos enanos que nos ponen -frecuente e impunemente- a prueba, tentando a nuestros principios y creencias?

Sin duda, todo es más fácil si los niños dejan pronto de ser niños! Se acaban los dolores de cabeza, las provocaciones, los sufrimientos inútiles que cualquier padre o madre pasan viendo crecer a su hijo y encontrándose con nuevos acontecimientos en su recién estrenada vida! Y si, además, empiezan lo antes posible a consumir, a comprar convulsivamente... en una palabra, a ser una inversión y no un gasto, mejor que mejor! Si para ello tenemos que darles algún fármaco que amanse su incontrolada energía infantil o juvenil, si para ello tenemos que bautizar su exceso de actividad con siglas complicadas de entender para provocar miedo, como TDA, TDH o similares... mejor que mejor, recordemos que tras las siglas siempre hay cosas ocultas, poco transparentes y de dudosa honorabilidad, como ONU, OMS, USA, CIA, entre otras muchas que rinden pleitesía a un sistema en el que, cada día más, la ética y los valores humanos carecen de importancia!

Creo sinceramente que estamos condenando a nuestros propios hijos -y por tanto a nuestra sociedad del futuro- a nuestras mismas enfermedades, carencias y errores! Es como si todos los padres hubiéramos decidido evitarles el sufrimiento que nosotros padecimos mientras pretendimos ser nosotros mismos! Y ni que decir tiene que eso les priva a ellos a decidir con libertad por su propia vida... y a nosotros -los adultos y presuntos sabios- a replantear nuestra vida para volver a esa necesaria visión -e ilusión- de los niños! Porque no debemos olvidar que un hijo es una incomparable oportunidad de aprender de nuestra nueva vida, habiendo aprendido de lo vivido, aunque demostrando nuestro más profundo respeto hacia alguien que -aunque a veces se nos parece físicamente- es como es y pretende vivir su propia vida... a pesar de nosotros!

En mi propia experiencia como mero observador, padre y terapeuta, cada día más miro hacia el ayer de los adultos y veo que sus actos, sus creencias e incluso sus mayores errores vitales están fraguados en su infancia, intentando sobrevivir a la presión cariñosa de sus progenitores y maestros! Lamentablemente, cuando veo a un niño, veo en él todos los tics, fantasmas y creencias erróneas de sus padres... en vez de ver a alguien mucho más puro y mejor adaptado al mundo que viene y que es suyo por pleno derecho! Esos niños que no saben del pasado, que miran con ojos de ilusión todo lo nuevo que llega a su vida y que no creen en más mañana que en el hoy intenso y efímero! Ellos, presuntos aprendices de la vida, se convierten en indudables maestros de estos adultos que, con más vocación que conocimientos, pretendemos ejercer de modélicos padres!

Aquí te traigo un espeluznante artículo de prensa que explica una evidencia social sobre los niños. Extrae tus propias conclusiones...

LOS NIÑOS ESPAÑOLES LLEGAN CADA VES MÁS PRONTO A LA ADOLESCENCIA

Los expertos aseguran que los "no están viviendo la infancia", etapa que pierde terreno frente al periodo adolescente. La Vanguardia. 24/06/2010

Madrid. (EFE).- La infancia de los niños españoles se reduce paulatinamente y pierde terreno frente a la adolescencia, en la que los menores entran cada vez a edades más tempranas, adoptando modelos de comportamiento adulto a partir de los 11 años, e incluso antes.

Los niños "no están viviendo la infancia", ha asegurado hoy la catedrática de Teoría de la Educación de la Universidad de Valencia Petra María Pérez, autora del estudio Infancia y familias. Valores y estilo de educación que analiza, por primera vez, el comportamiento de las familias con hijos entre los 6 y los 14 años, que suponen alrededor de un 20% de los hogares españoles.

Mientras que los niños se entretenían antes hasta los 13 años con muñecas, coches y otros juguetes tradicionales, en la actualidad dejan de jugar a una edad muy prematura, les interesan los programas de televisión de adultos, quieren vestirse como mayores y usar móviles. El no haber jugado y leído lo suficiente provoca que los menores no sepan esperar y "quieran todo ya", factor que se convierte en la causa de conflictos en el seno de las familias más destacada por los padres, en un 22,3%.

El estudio refleja que la mayoría de los niños españoles (81,6%) vive en familias nucleares o convencionales, seguida por los hogares monoparentales (13,05%) y las reconstituidas (5,26%), mientras que la familias con hijos adoptados supone el 3,45% del total. Son los niños de las familias reconstituidas las que potencian en general mayores hábitos de consumo que en otros tipos de hogares, los que disponen de más cosas materiales -móviles, videoconsolas o televisión en su dormitorio- y los que reciben más paga. No obstante, el 62,7% de los menores no reciben paga y los que la tienen oscila entre los 3 y los 10 euros.

El estudio ha abordado también los estereotipos en relación al género y pone de manifiesto que aunque sólo el 5% de las familias se muestra de acuerdo en que las niñas deben colaborar más que los niños en las tareas domésticas, se eleva a un 7,2% cuando se refieren a las chicas de entre 12 y 14 años. Para los padres, las chicas son más conflictivas que los chicos en lo que respecta a "salir" pero las que tienen un mejor comportamiento en los estudios.

Según el tipo de estructura familiar, la catedrática ha concluido que los "menos conflictivos" son en general los de hogares convencionales mientras que las reconstituidas y monoparentales muestran más dificultades en la educación de sus hijos. Por su parte, los niños de hogares monoparentales son significativamente "más maduros" pero también los que "más tristes e infelices" se muestran.

En una "lista" de los valores a transmitir, los progenitores dan importancia a comportarse con corrección, civismo, respeto, solidaridad o justicia, y se la restan a aspectos como su forma de pensar en política o religión. El estudio incluye un apartado sobre las familias que han adoptado, realizado por Rosa Moliner, quien ha resaltado el significativo aumento de los casos en los que el adoptante es un hombre sólo y que ha alcanzado un 5,8% del total.

Junto a este dato, ha destacado también el incremento de las familias que tienen hijos biológicos y deciden adoptar, lo que demuestra -ha considerado Moliner- que ya no se trata tanto de "satisfacer un ansia frustrada de paternidad o maternidad como un medio para garantizar una vida mejor a un niño".

 

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