miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿LIBROS DE... AUTOAYUDA?



Hablando, enseñas y escuchando, aprendes! Leyendo aprendes y escribiendo... aprendes! La verdad es que ser escritor en un país en que los libros -a veces- se compran, pero casi nunca se leen, tiene su guasa! Y eso, cuando se compran! Conozco una persona que compra los libros solo por su título sugerente, aunque normalmente no los lee; otra persona que compra los libros por el color de sus cubiertas, que necesariamente deben estar conjuntados con los colores de la sala de estar donde se exhibirán, obviamente sin ser leídos; Realmente hablar de lectores y/o de compradores de libros es un tema controvertido...

Pero hablar de escritores, aún lo es más! Hace unos días hablaba distendidamente con Pilar, mi librera, y me comentaba que las editoriales andaban como locas publicando libros de "autoayuda". Según ella basta que un libro destaque algunos de los temas estrella eternos o actuales -como crisis, felicidad, amor, sexo... Pep Guardiola o el Barça- para que sea inmediatamente editado, lanzado al mercado y triunfe. Me comentaba que, cada 15 días, cada editorial enviaba sus novedades y que, en estos tiempos que corren, no eran menos de 80 libros. "Es la huida hacia adelante, por la crisis", comentaba ella, "porque pocos de ellos dicen algo interesante o valen para algo, yo creo que ni se los leen antes de publicarlos", además de que "cualquiera, hoy en día, se atreve a escribir".

Pensaba yo para mis adentros ¿por qué pretendo dedicarme a escribir, tal como están las cosas? La verdad es que, durante muchos años -cuando apenas sabía escribir- era un consumidor compulsivo de libros de la mal llamada "autoayuda". Supongo que era porque buscaba la solución a mi vida, por entonces plagada de incertidumbres... y de fantasmas propios y ajenos. Cualquier libro era devorado por mí, aunque a decir verdad, pocos dejaron huella en mi vida y, evidentemente, ninguno resolvió mis dudas existenciales. Muchas fórmulas mágicas, presuntas leyes universales, soluciones inmediatas, etc. para intentar solventar una vida con muchos años de errores por detrás y demasiados años por delante, para aprender a vivirla como se debe, viviéndola y aprendiendo de ella.

Pero, con el tiempo, aprendí que un libro hoy no es más que un producto con su mercado (que compra, pero no lee) y que eso exije un tema aparentemente apropiado al momento, que diga lo mínimo posible, en pocas páginas (nunca más de 150), con una portada sugestiva y una misma y simple idea, que se ofrece hasta la saciedad en las primeras 10 páginas y se reitera en las 140 siguientes! Añádele mística, edulcorante o romanticismo... y ya lo tienes! Todo un best-seller! Me asombra, por ejemplo, cómo se han hecho famosos y/o millonarios personajes como, por citar algunos, Alex Rovira-Celma (cuyo magnífico libro "La brújula interior" es ignorado y, en cambio, triunfa con un panfletario y simplón "La buena suerte"), Eduard Punset (que ahora, además, abandona la interesante difusión científica para adentrarse en el más lucrativo mundo del alma y del coaching, además de diseñar camisetas, claro) o tantos otros celebres gurús y presuntos expertos de la naturaleza humana y/o divina.

Paradógicamente, yo, un escritor novel aún anónimo, estoy en otra guerra (¿o en otro mundo?) y acumulo rechazos de editoriales, porque lo que escribo "no está de moda" o no lo dice alguien famoso... o es demasiado cotidiano, sin fórmulas mágicas ni pociones milagrosas! Supongo que cada escritor tiene su motivo para escribir lo que escribe. Particularmente escribo porque es mi mejor terapia para vivir y entender la vida y, de paso, ayudar -aunque sea un poco- a vivirla y entenderla a mis heróicos lectores. Es verdad, en mis escritos -que casi diariamente publico en el Facebook- hablo de mis sentimientos, de mis vivencias y de su posible sentido... aunque es verdad que no tienen nada de especiales, como no deberían ser nuestra felicidad o el amor en nuestra vida: Todos sentimos igual, aunque en diferentes circunstancias, condiciones y vivencias! Al fin y al cabo, mi único mérito es ser capaz de transcribir todo eso tan normal y cotidiano como un sentimiento, un pensamiento o un hecho cualquiera, pero sabiéndolo mirar no solo con los ojos, sino desde mi corazón, como intento hacer en mi propia vida... Y, lo mejor de todo, es que estoy satisfecho si, quien lo lee, se identifica conmigo como ser humano, pone palabras a lo que calla -o no sabe expresar- o bien lo que escribo remueve algo en su interior!

Qué suerte tendríamos si ese género literario -por llamarle algo- tan de moda como es el "autoconocimiento" o la "autoayuda" sirviera de terapia de "autoyuda" para que muchos de sus escritores -algunos de ellos conferenciantes de éxito, maestros o incluso terapeutas- ordenen sus pensamientos, sentimientos y actos, en vez de desorientar -cuando no, engañar- a sus lectores con fábulas sin fundamento, recetas para todo que no existen o sabios consejos de un presunto experto! Muchos escritores y lectores olvidan que, en la vida, no hay alumnos aventajados ni maestros, sino personas sensibles o insensibles, que expresan bien -o menos bien- sus vivencias y que aprenden -como hacemos todos- a ser conscientes de sus limitaciones y errores para así crecer como personas! ¿Autoyuda, le llaman? Sí, claro, autoayudarse es ser consciente -cada minuto del día- de que cada uno es maestro de su propio Destino y que no hay atajos ni guías posibles para llegar a él, solo viviendo!

Aquí te traigo un artículo que habla, precisamente, del gran éxito que tienen actualmente los libros de "autoayuda". Extrae tus propias conclusiones...

La crisis dispara la venta de libros de autoayuda

En la supuesta sociedad del bienestar en la que está instalado el primer mundo no acabamos de ser felices: "Lo rápido, sencillo, inmediato y barato es acudir a un libro que dé claves". La Vanguardia. Núria Escur. Barcelona 26/10/2010

Su nombre real era Dale Breckenridge, pero se hizo famoso como Dale Carnegie, empresario y uno de los primeros promotores de lo que ahora conocemos como autoayuda. Los cursos Carnegie fueron célebres. Tras pasar por la universidad, su primer trabajo consistió en vender cursos por correspondencia a rancheros hacendados, de ahí pasó a ser vendedor de tocino, jabón y manteca de la empresa Armour & Company, con tanto éxito que consiguió que su zona, Omaha del Sur, fuese líder nacional de ventas. Pero el mayor acierto de mercadotecnia de Dale Carnegie fue cambiar la dicción de su apellido materno –de Carnegey a Carnegie– en un momento en el que el empresario Andrew Carnegie era reverenciado y reconocido.

Corría 1912 cuando pronunció una conferencia que cambiaría la perspectiva vital de muchos estadounidenses. Más tarde, Dale Carnegie compilaría sus pensamientos en tres libros que formaban la base de su programa: Cómo hacer amigos e influir en la gente, Cómo dejar de preocuparse y empezar a vivir, y La forma rápida y fácil de hablar efectivamente. Doce semanas de clase con el sistema Carnegie y le salieron discípulos a puñados, pioneros de lo que hoy entendemos por la asunción de responsabilidades. A saber: "Es posible cambiar el comportamiento de los demás al cambiar nuestra actitud ante ellos".

Cualquier libro puede ser una autoayuda si proporciona fórmula, lección o sugerencia a quien lo lee. Pero ¿qué entendemos entonces por libro de autoayuda? El trabajo y los días, de Hesiodo, fue escrito hace 2.800 años. ¿Y acaso no fue autoayuda en 1513 la obra de Maquiavelo acerca de cómo triunfar en el poder y mantenerlo? ¿O la obra de Samuel Smiles, en 1859? Lo cierto es que los expertos no se ponen de acuerdo en citar un título iniciático o definitivo. En 1952 apareció en las estanterías de las librerías norteamericanas –paraíso natural del libro de autoayuda– el título El poder del pensamiento positivo, del pastor Norman Vincent Peale. Otros citan a Leo Buscaglia como esencial, a Louise L. Hay con Sana tu cuerpo en la década de los setenta o, más recientemente, al propio Jorge Bucay. Libros con éxito de ventas que aquí llegaban con retraso. Se diferenciaban de otros géneros por intentar ser claros, prácticos y accesibles en sus propuestas.

"La actual angustia y desazón generalizadas en nuestro país a causa de la profunda crisis económica que está afectando a todos los estratos sociales es directamente responsable del éxito de muchos libros de autoayuda, hoy en las listas de los más vendidos", mantiene David Figueras, responsable del área literaria de no ficción de Editorial Planeta. Para el editor, el referente actual es, sin duda, El secreto, de Rhonda Byrne.

En la supuesta sociedad del bienestar en la que está instalado el primer mundo no acabamos de ser felices: "Lo rápido, sencillo, inmediato y barato es acudir a un libro que nos dé claves. Es imposible que tengan un efecto adverso como los medicamentos. En el peor de los casos nos quedaremos igual y en muchos puede ayudarnos".

¿Por qué los sectores puristas de la literatura consideran que son productos de segunda? "Sinceramente, creo que es por pura envidia. Es cierto que algunos son muy malos, pero también hay novelas muy malas y ensayos anodinos. Hay buenos libros y malos libros", asegura Figueras. Y añade: "Los autores que denostan este género, supongo que por un posicionamiento intelectual mal entendido, querrían conseguir el éxito. Me sumo, no obstante, a la perplejidad ante el éxito inmerecido de alguno".

En esa línea coincide Cristina Armiñana, editora de DeBolsillo Bestseller/Autoayuda (Random House Mondadori): "Existen libros para cada momento: para hacer soñar o reflexionar, entretener o evadir, informar o aprender. Y despreciar un género en favor de otro supone cortedad de miras, es pretencioso". De hecho, recuerda, los grupos editoriales de mayor facturación no se dedican a la edición trade generalista, sino a libros de educación y científicos.

Para Armiñana, el nicho de libros de autoayuda está en fase de renovación y el boom se produjo en los años setenta, cuando Juan Grijalbo inició la publicación de libros de psicología práctica en su sello pionero de Autoayuda. Tus zonas erróneas, de Wayne Dyer, sería el título emblemático, que sigue siendo un superventas después de 40 años.

"El problema es la saturación en la explotación de los mismos temas, hay que buscar y cuesta encontrar un tema novedoso". Y es en esa búsqueda como surge otra moda, la vía de la autoayuda sentimental con títulos donde la mayoría de los ciudadanos puede reconocerse, como Amores imperfectos (Editorial Diéresis), de Sonia Urbano, que anuncia próxima entrega.

Por otro lado, con la generalización de internet, los lectores ya se informan directamente en la red sobre los temas tradicionales de la autoayuda como la salud o la educación. "Por eso lo que manda ahora son los libros de espiritualidad y también los que potencian el bienestar emocional y sentimental", continúa Cristina Armiñana.

Con la crisis de ideologías y religiones, los ciudadanos buscan respuestas a sus inquietudes espirituales en otras creencias (budismo, religiones de inspiración oriental en general) o en ideologías alternativas, incluso la filosofía clásica".

Marta Selvas, editora de Luciérnaga (Grup 62), considera que el detonante del éxito de la autoayuda en los últimos años ha sido, más allá de la crisis económica, la espiritual. "La pérdida progresiva de los valores y referentes de las sociedades occidentales, cuyo pilar fundamental era el catolicismo". Eso ha propiciado el fenómeno que conocemos como la nueva espiritualidad. Cita títulos como El poder del ahora, de Eckhart Tolle, o La muerte: un amanecer, de la popular Elisabeth Kübler-Ross. "No puede valorarse un libro de espiritualidad o uno de autoayuda con los mismos criterios que una novela. Simplemente, persiguen objetivos distintos".

Pero no siempre a los gurús de la autoayuda les sirven sus propias proclamas. Hace pocas semanas, la conocida escritora de libros de autoayuda Choi Yoon Hee –una estrella televisiva en Corea del Sur– y su marido se suicidaron en un hotel. Conocida por sus libros sobre la felicidad y la esperanza, la llamada sacerdotisa de la felicidad acabó ahorcándose a los 63 años argumentando lo siguiente: "Los dos últimos años he pasado momentos muy difíciles, sufro del pulmón y del corazón", según rezaba la nota que dejó a modo de disculpa para su familia y amigos. De algún modo, todos sus lectores debieron de sentirse estafados.

 

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