lunes, 20 de diciembre de 2010

LA "OTRA" NAVIDAD



Antes de que nos sumerjamos en la Navidad, permíteme que piense y hable antes de "la otra" Navidad! Cada año me pasa lo mismo: se me echa encima la Navidad, lo reconozco. También es verdad que, cada día más, intento renacer con mis ánimos e iniciar cada nuevo día como si fuera el primero... o el último de mi vida! Claro que la Navidad es un momento, previo al nuevo año que empieza, para reflexionar sobre uno mismo, sobre su vida y sobre ese re-nacimiento que se da cada año en estas fechas!

Pero un año más, ahora pienso en todo lo que pasó en mi vida durante los últimos 365 días y reflexiono sobre todo lo que fue, lo que quise que fuese y lo que, a partir de ahora será. Es, por decirlo de una manera, como si fuera la única licencia anual que me concedo para mirar atrás, en mi vida! Y si miro hacia atrás, lo reconozco, no me siento demasiado bien conmigo mismo. Este año, como casi todos los anteriores de mi vida, pienso que mi vida aún está demasiado llena de espectativas incumplidas, de sueños por hacer realidad -y muchos de ellos escritos- y vividos en soledad, de personas que hoy ya no están en mi vida o cerca de mí y de momentos que me faltaron por vivir! Sí, la Navidad es una época de nostalgia, quizás la única que me permito durante todo el año!

Es tal vez por eso que en la Navidad solo los niños ríen alegres! Nosotros los mayores hemos olvidado cómo reir, cómo vivir el "hoy" y cómo ver la cara amable de nuestra vida -pues siempre la hay-, aunque a veces escondida tras nuestros pensamientos. Estamos sumergidos en la supervivencia, en el miedo a ser y a sentir por nosotros mismos, en el temor a que nos hagan daño o a que nos abandonen... todos ellos fabricados, recuerdo a recuerdo y día a día, en nuestra propia historia mal vivida! Por eso el ayer demasiadas veces nos hace temer el hoy... y el mañana! Seguramente porque llevamos una pesada carga no resuelta... y quizás desconocida hasta que, en un momento dado y por sorpresa, nos traiciona la memoria, haciéndonos reaccionar de una forma inesperada frente a algo nuevo y desconocido, ya sea una persona, un momento o un lugar!

Pero si algo es la Navidad es un nacimiento! Y precisamente por esto, debe traernos esa paz y esa alegría como la que saben vivir los niños! Debemos saber -y querer- recuperar el brillo de nuestros ojos y esa sonrisa que haga olvidar el ayer, despreciar el mañana improbable y nos ponga delante el hoy, nada más! Pero eso cuesta, pensarás mientras lees esto! Sí, cuesta, es verdad, pero por qué no va a ser precisamente este año el año de tu comienzo, ese que siempre habías soñado... y, año tras año, quedó atrás y todo está aún por hacer en tu vida! Porque la vida puede ser corta o larga, ya sabes! No sabes, en cambio, cuánto te quedará por delante, en el futuro! Pienso ahora en todas esas personas queridas -y no queridas y/o anónimas- que este mismo año han abandonado este mundo! ¿Qué hubieran dado muchos de ellos por tener un año más de vida, en su vida?

¿No se te ocurren razones para que brillen tus ojos y para sonreir, ahora? Te daré unas cuantas! Piensa por un momento en el mal llamado Tercer Mundo, donde las epidemias, el hambre, la sed, las enfermedades y la muerte son sus regalos de Navidad y de cada día, toda su vida! Piensa, si quieres, en un poco más acá, en esas gentes -como tú y como yo- que habitan en los rincones de oscuras calles, en los bancos de un parque, en las oficinas bancarias junto cajeros automáticos, en cualquiera de nuestras mismas ciudades y pueblos. Están, sin duda, más cerca tuyo de lo que crees! Piensa, si no, en aquellas personas enfermas, las que yacen en la cama inmobilizadas, en los niños que no salen del hospital para celebrar las navidades, en los que pasarán sus fiestas recostados en la barra de cualquier bar, sin familia ni amigos! Ya sé que pensarás que es un tópico y una hipocresía pensar y hablar de todos ellos solo en Navidad, como si el resto del año fueran invisibles! Y que cuando hablamos de compartir damos limosna, que cuando hablamos de solidaridad brindamos compasión, que cuando hablamos de amor...

Pero aún te daré más razones para que, al fin, brillen tus ojos y sonrías, sea como sea tu vida, hoy! Ahora te invito a pensar en todas aquellas personas que sí serán afortunados y celebrarán las fiestas con sus familias y seres queridos, que comprarán infinidad de obsequios, que compartirán risas a destajo, que irán de aquí para allá en sus lujosos vehículos, que quizás viajarán a lugares remotos y fantásticos, que enviarán miles de preciosos christmas a sus amigos y conocidos, que degustarán los más ricos manjares navideños, que harán felices a sus hijos con infinidad de regalos, que pasearán plácidamente por las calles engalanadas con muchas luces de colores, que reirán sin parar durante todo el tiempo que duren las fiestas... Y ahora te pido, por un momento y en último lugar, que mires tu imagen creada de ellos y observes fijamente sus ojos... y en muchos descubrirás el miedo a vivir de verdad, a amar de verdad y a hacer de su vida un magnífico sueño, a pesar de sus aparentemente envidiables circunstancias! Y ya sabes, donde hay miedo no hay -ni podrá haber nunca- amor!

Y si algo se celebra en Navidad es eso, el Amor o el amor, en minúsculas si tú quieres! Y el Amor y el amor no están en otro sitio que en tu interior, en tu corazón junto a la felicidad, solo hay que saber y querer sentirlo... y tener el valor de vivirlo, cada día! Lo llevas siempre a cuestas, aunque quizás hasta ahora lo habías buscado solo a tu alrededor o solo en tu memoria, donde tal vez crees que algún día existió! Búscalo donde está ahora, búscalo ahora mismo... y compártelo, llega la Navidad! Entonces verás -ahora sí- cómo te brillan los ojos y sonreirás como un niño ante las luces, los colores y la música que te acompañarán -por fin- cada día del año!

Miguel Benavent de B.

 

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