martes, 21 de diciembre de 2010

LUNA LLENA... CON SU SONRISA!



Ella estaba sentada y absorta en sus pensamientos y en silencio, mientras su gato ronroneaba acurrucado entre sus amorosos brazos, en medio de la gélida noche que azulea el frío manto de nieve recién caida...

Pero, a medida que fue saliendo la luna llena, la esbelta silueta de ella fue desapareciendo para quedar iluminada con la blanca luz que acorta las sombras, tiñe de plata la nieve recién caída y devuelve el brillo a sus bellos ojos...

Esa misma luna que tantas noches antes había admirado y compartido en sueños con alguien tal vez lejano, pero que la niebla helada y el frío no habían logrado disipar del todo de su corazón hoy entristecido...

Súbitamente, por el suave rostro de ella rodó una lágrima iluminada como una estrella por la luz de aquella magestuosa luna, que resbaló por su regazo, pasó junto al gato, hasta ir a caer en la fría nieve bajo sus pies, dejando al descubierto una brizna de hierba verde que yacía adormecida bajo la blanca alfombra de aquel invierno nostálgico y lánguido...

Y es que esa misma luna resplandeciente y mágica había hecho tantas veces revolotear sus sueños, esos que ella compartía noche tras noche con su mullido gato de pelo suave, sobre su tejado...

Pero esa velada, la luna brillaba de una especial forma, iluminando su rubio cabello y devolviéndole a su cuerpo ese aura especial que solo ella tenía, desde siempre...

Alguien, quizás distante, en ese instante, de ella y de su gato, también estaría mirando la misma luna plateada y pensando en ella, desde su propio tejado...

Pero hoy esa luna hizo mucho más por ella y le mostró, a través de su propia lágrima de pena, que la vida verde seguía bajo aquel gélido y triste manto del invierno, como bajo su propio corazón hoy dolido dormitaba toda esa vida de ilusión y de sueños que ella, ahora más que nunca, necesitaba para volver a sonreir...

Y ella, aún silenciosa y con su gato en el regazo, puso su desnudo pie sobre la nieve y sintió la calidez de la hierba verde hasta entonces oculta... y sintió en su corazón de nuevo la calidez de la primavera de su ser... y esbozó de nuevo su bella sonrisa...

... esa que siempre había mostrado, envuelta en sueños e ilusiones y que, de nuevo, su gran corazón hizo brotar en sus labios de terciopelo... en una noche, como hoy, de luna llena, mágica y compartida!

Miguel Benavent de B.

 

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