Lo que es la vida! He descubierto cuál es mi primer paso en esta vida! Posiblemente he tardado más de 40 años en darlo, pero ahora lo tengo claro! Tengo miedo... Y ser consciente del miedo es el primer gran paso en esta vida! Como suelo sintetizar sobre la vida, o amas o tienes miedo, no hay más opciones!
Cuando somos niños no tenemos miedo a nada! El niño nace y se desarrolla sin tener miedo, ni conciencia del miedo! Para él todo es nuevo, sorprendente y maravilloso, aunque lo desconozca por completo! Todo es una nueva aventura para vivir, descubrirse y descubrirlo tal y como llega. Con el tiempo, el niño empieza a adquirir los miedos que sutilmente le inculca su entorno... miedo al pasado -aunque sea inexistente para él mismo-, miedo al futuro por llegar que no se plantea siquiera, miedo a caerse y/o a equivocarse, miedo a tener miedo, miedos propios y miedos herededados de los demás, sus mayores! Un nuevo mundo de riesgos, errores, mentiras y medias verdades, de desobediencias y de castigos, de caídas, van invadiendo su vida, día a día! Esos miedos van configurando su vida en su crecimiento, cuando todo lo que ve y hace se convierte en una buena razón para tener miedo!
Y ese miedo es, precisamente, lo que configura su personalidad y lo que transformará su vida hasta que se haga adulto! Ese miedo le hará -según versión de sus mayores- más prudente, más maduro, más responsable, más mayor... por llamarle de alguna manera! Y vivirá adaptado a un mundo infectado de miedo por todas partes, donde el sufrimiento, el dolor, la injusticia... campearán a sus anchas por donde quiera que vaya! Aprenderá a girar la cabeza, a escapar del miedo, a ignorarlo para no cuestionar su vida, ni lo que acontece en ella! Será, sin duda alguna, lo que se espera de él y de su nueva vida de adulto!
Pero llegará un día, en la madurez de la verdad -que poco tiene que ver con la mal llamada "madurez" solo cronológica- y de la valentía, que empezará a ver en los demás ese miedo que él tiene incorporado a su personalidad y a su vida! Sufrirá, quizás, situaciones que le causarán dolor, que le dificultarán la vida... de la mano de personas que -como él mismo- aún temen la vida y lo demuestran con su falta de amor, con su odio, con su violencia gratuita, con su competitividad desmesurada, con reacciones y actitudes humanas, pero carentes de amor y de la paz que ansíamos todos! Tal vez entonces creerá que la vida es tan injusta como aprendió -o le enseñaron- a creer y, poco a poco, se considerará una víctima más de este mundo sin escrúpulos, perverso e insano! Y, lo que es peor, empezará a vivir como esa víctima que entonces ya cree ser, quizás incluso sintiéndose culpable de algo que ni siquiera ha hecho... ¿el bíblico "pecado original", tal vez?
Pero llegará -por fin- un día en que se dará cuenta que ese miedo ajeno no es tan fortuito, tan ajeno ni tan arbitrario! Y descubrirá que es su propio miedo a la vida lo que ve en los demás, proyectando sus propios miedos y dándose cuenta de que es el temor lo que le priva del amor, de ser feliz y de vivir lo que realmente merece! Y cuando se dé cuenta de que el miedo de los demás y sus consecuencias (el desamor, la infelicidad y la insatisfacción ante la vida) es algo que, en verdad, lleva él dentro, será capaz de mirarlo de cara, en vez de huir de él como en su día le enseñaron a hacer para sobrevivir en este mundo de locos aparentemente cuerdos... o de cuerdos aparentemente locos! También aprenderá que para abrir la puerta del amor, antes deberá cerrar la puerta del miedo!
Hoy sé, después de años siendo víctima propiciatoria y voluntaria de mi mundo propio y ajeno, que el miedo está en mi interior, como en el de todos! Pero debo saber verlo en mis propios pensamientos, sentimientos y actos... y en los pensamientos, sentimientos y actos de los demás, que me hacen de espejo de mis fortalezas y de mis debilidades! Detrás de mis propios argumentos artificiales, aparentemente lógicos y razonables... está el miedo a pensar, sentir y actuar... desde dentro, por amor y sin miedo! ¿Cuántas victimas he creado a mi alrededor para vivir esa dilatada mentira en mi vida anterior, ajena y cobarde? ¿Cuántas veces en mi vida he sido yo la víctima del aprendizaje de los demás, ante su miedo y la falta de valentía para el amor? ¿Cuántas veces hablé de amor y era realmente miedo lo que sentía? ¿Cuántas ocasiones dí amor y me devolvieron miedo... o dí miedo y me devolvieron, en cambio, amor? Tal vez por eso -y solo por eso- me sentí culpable, aunque considerara culpables a quienes me rodearon y no supieron darme amor, en vez de expresar su miedo conmigo...
Hoy solo sé que tengo aún miedos en mi vida y que, seguramente, coexistiré con ellos por el resto de mis días, sean pocos o muchos! Pero también sé que, uno a uno, debo abandonar todo eso que me niega a mí como persona y me priva de vivir la vida que merezco, como el miedo! Y que el problema no está en los demás, sino en mí mismo, el mismo quien viste y calza! Hasta que no me dé cuenta de ello, seguiré siendo una víctima más de mi propia vida temorosa... hasta que tenga el valor de verlo, ser consciente de ello y decida cambiar el miedo por el amor que todos los humanos llevamos dentro! Y es por ello que el amor no lo encontraré fuera de mí, en los demás ni en nada concreto, sino adormilado en mi propio corazón, aunque ansioso por salir a mi encuentro, de nuevo... como cuando fui un niño! Y quizás entonces sea capaz de ver el amor también fuera de mí... en alguien con quien quizás empezaré solo compartiendo mis miedos e intentando cambiarlos por el amor que ambos encontremos en nuestro interior y merecemos, aunque ese camino de aprendizaje lo hagamos juntos!
Allí empezará mi nueva vida, de verdad! Reconociedo que ambos, amor y miedo, cohabitan en mi corazón con dificultades y que seré yo quien decidirá cuál de ellos quiero que ilumine mis pensamientos, mis sentimientos y mis actos! Detrás de esa vital decisión, ya sé hoy que está mi felicidad! ¿Amor o miedo? Sin duda, yo elijo el amor... pero reconociendo ahora que... aún tengo miedo!
Miguel Benavent de B.
Cuando somos niños no tenemos miedo a nada! El niño nace y se desarrolla sin tener miedo, ni conciencia del miedo! Para él todo es nuevo, sorprendente y maravilloso, aunque lo desconozca por completo! Todo es una nueva aventura para vivir, descubrirse y descubrirlo tal y como llega. Con el tiempo, el niño empieza a adquirir los miedos que sutilmente le inculca su entorno... miedo al pasado -aunque sea inexistente para él mismo-, miedo al futuro por llegar que no se plantea siquiera, miedo a caerse y/o a equivocarse, miedo a tener miedo, miedos propios y miedos herededados de los demás, sus mayores! Un nuevo mundo de riesgos, errores, mentiras y medias verdades, de desobediencias y de castigos, de caídas, van invadiendo su vida, día a día! Esos miedos van configurando su vida en su crecimiento, cuando todo lo que ve y hace se convierte en una buena razón para tener miedo!
Y ese miedo es, precisamente, lo que configura su personalidad y lo que transformará su vida hasta que se haga adulto! Ese miedo le hará -según versión de sus mayores- más prudente, más maduro, más responsable, más mayor... por llamarle de alguna manera! Y vivirá adaptado a un mundo infectado de miedo por todas partes, donde el sufrimiento, el dolor, la injusticia... campearán a sus anchas por donde quiera que vaya! Aprenderá a girar la cabeza, a escapar del miedo, a ignorarlo para no cuestionar su vida, ni lo que acontece en ella! Será, sin duda alguna, lo que se espera de él y de su nueva vida de adulto!
Pero llegará un día, en la madurez de la verdad -que poco tiene que ver con la mal llamada "madurez" solo cronológica- y de la valentía, que empezará a ver en los demás ese miedo que él tiene incorporado a su personalidad y a su vida! Sufrirá, quizás, situaciones que le causarán dolor, que le dificultarán la vida... de la mano de personas que -como él mismo- aún temen la vida y lo demuestran con su falta de amor, con su odio, con su violencia gratuita, con su competitividad desmesurada, con reacciones y actitudes humanas, pero carentes de amor y de la paz que ansíamos todos! Tal vez entonces creerá que la vida es tan injusta como aprendió -o le enseñaron- a creer y, poco a poco, se considerará una víctima más de este mundo sin escrúpulos, perverso e insano! Y, lo que es peor, empezará a vivir como esa víctima que entonces ya cree ser, quizás incluso sintiéndose culpable de algo que ni siquiera ha hecho... ¿el bíblico "pecado original", tal vez?
Pero llegará -por fin- un día en que se dará cuenta que ese miedo ajeno no es tan fortuito, tan ajeno ni tan arbitrario! Y descubrirá que es su propio miedo a la vida lo que ve en los demás, proyectando sus propios miedos y dándose cuenta de que es el temor lo que le priva del amor, de ser feliz y de vivir lo que realmente merece! Y cuando se dé cuenta de que el miedo de los demás y sus consecuencias (el desamor, la infelicidad y la insatisfacción ante la vida) es algo que, en verdad, lleva él dentro, será capaz de mirarlo de cara, en vez de huir de él como en su día le enseñaron a hacer para sobrevivir en este mundo de locos aparentemente cuerdos... o de cuerdos aparentemente locos! También aprenderá que para abrir la puerta del amor, antes deberá cerrar la puerta del miedo!
Hoy sé, después de años siendo víctima propiciatoria y voluntaria de mi mundo propio y ajeno, que el miedo está en mi interior, como en el de todos! Pero debo saber verlo en mis propios pensamientos, sentimientos y actos... y en los pensamientos, sentimientos y actos de los demás, que me hacen de espejo de mis fortalezas y de mis debilidades! Detrás de mis propios argumentos artificiales, aparentemente lógicos y razonables... está el miedo a pensar, sentir y actuar... desde dentro, por amor y sin miedo! ¿Cuántas victimas he creado a mi alrededor para vivir esa dilatada mentira en mi vida anterior, ajena y cobarde? ¿Cuántas veces en mi vida he sido yo la víctima del aprendizaje de los demás, ante su miedo y la falta de valentía para el amor? ¿Cuántas veces hablé de amor y era realmente miedo lo que sentía? ¿Cuántas ocasiones dí amor y me devolvieron miedo... o dí miedo y me devolvieron, en cambio, amor? Tal vez por eso -y solo por eso- me sentí culpable, aunque considerara culpables a quienes me rodearon y no supieron darme amor, en vez de expresar su miedo conmigo...
Hoy solo sé que tengo aún miedos en mi vida y que, seguramente, coexistiré con ellos por el resto de mis días, sean pocos o muchos! Pero también sé que, uno a uno, debo abandonar todo eso que me niega a mí como persona y me priva de vivir la vida que merezco, como el miedo! Y que el problema no está en los demás, sino en mí mismo, el mismo quien viste y calza! Hasta que no me dé cuenta de ello, seguiré siendo una víctima más de mi propia vida temorosa... hasta que tenga el valor de verlo, ser consciente de ello y decida cambiar el miedo por el amor que todos los humanos llevamos dentro! Y es por ello que el amor no lo encontraré fuera de mí, en los demás ni en nada concreto, sino adormilado en mi propio corazón, aunque ansioso por salir a mi encuentro, de nuevo... como cuando fui un niño! Y quizás entonces sea capaz de ver el amor también fuera de mí... en alguien con quien quizás empezaré solo compartiendo mis miedos e intentando cambiarlos por el amor que ambos encontremos en nuestro interior y merecemos, aunque ese camino de aprendizaje lo hagamos juntos!
Allí empezará mi nueva vida, de verdad! Reconociedo que ambos, amor y miedo, cohabitan en mi corazón con dificultades y que seré yo quien decidirá cuál de ellos quiero que ilumine mis pensamientos, mis sentimientos y mis actos! Detrás de esa vital decisión, ya sé hoy que está mi felicidad! ¿Amor o miedo? Sin duda, yo elijo el amor... pero reconociendo ahora que... aún tengo miedo!
Miguel Benavent de B.