martes, 7 de diciembre de 2010

¿QUÉ ME PIDE AHORA LA VIDA?



El gran Victor Frankl siempre se hacía esta pregunta cuando estaba recluído en un campo de concentración nazi y su vida corría peligro, cada día: "¿Qué me pide la vida que haga, ahora?" Desde que la leí, reconozco que continuamente me hago esta pregunta en el desfile permanente de acontecimientos de mi vida! Quizás es porque, ahora más que nunca, soy consciente de lo que sucede a mi alrededor. Seguramente siempre lo he sido, pero durante muchos años envidiaba a las personas de mi entorno, que parecían no enterarse de nada, que vivían una vida aparentemente plácida, segura y feliz. Con el tiempo me dí cuenta de que mi incómodo e inoportuno "defecto de serie" no era exclusivo mío, sino que todos, de vez en cuando, lo padecemos.

Pero, unido a esta -no siempre confortable- conciencia iba unido algo tan preciado como la posible felicidad. Porque, en nuestra vida, o aprendemos a aceptarla tal y como es... o renunciamos a ello y nos condenamos solo a padecer nuestra ignorancia y sus efectos ente los avatares de la vida. Seguramente la diferencia entre una y otra actitud depende de algo tan simple como darle un sentido a todo lo que ocurre en nuestra vida. Eso no quiere decir que ciertos acontecimientos y circunstancias de nuestro día a día no nos superen, nos duelan y nos hagan sufrir, pero con sentido, la felicidad y la infelicidad se viven de otra manera. No se puede cambiar la vida, pero sí aceptarla como es, ni más ni menos, sin juzgarla! Y eso no es resignación, ni como alguien me acusa, fruto de estar "loco" y de vivir un mundo irreal, aunque mejor que el que nos envuelve! Eso no es rendirse ante las evidencias, sino ser capaz de soñar y aceptar que la vida hace con nosotros lo que quiere y que, sin duda, sabe más que nosotros y nos lleva -precisamente- a donde debemos llegar!

Juzgar la vida, en cambio, es entrar en la disquisición de si es justa o no con nosotros o, en, algunos casos, sentirnos culpables, para que nos trate así! Y ambas cosas son absurdas! La vida es, ni más ni menos! Nuestra única responsabilidad es, en todo caso, ser lo suficientemente libres para decidir hacia dónde van nuestros pasos y elejir cómo nos afecta lo que nos pasa en ella! Esa sí que es una gran responsabilidad, aunque trae consigo el sentimiento -sin igual- de sentirse uno libre y, por tanto, dueño de su vida!

Evidentemente esta actitud se convierte en transgresora, en un mundo en el que la individualidad se entiende como un desafío a lo conveniente y la singularidad es vista como una amenaza, por los demás! Ahora cuando, por fin, he llegado -desde la insatisfacción permanente de ser mero espectador- a la opción de elejir mi propia vida, es cuando más resistencia a mi alrededor y más reproches y ataques he recibido en mi persona. Supongo que mi actitud actual incomoda a quien, en su fuero interno me entiende, pero que le duele o incomoda porque se cree incapaz de vivir de esta manera, coherentemente! También he visto que mis palabras y mis actos, aunque causen una cierta admiración en según quien, posteriormente generan miedo o, lo que es lo mismo, miedo, malestar o simple envidia! Aunque no es un sentimiento grato ni estoy orgulloso de él, cuántas veces pienso en el alto coste que he pagado por mi acercamiento a mi mismo y por el intento de ser consistente en mi vida! Hasta llegar aquí, el campo de batalla de mi historia ha quedado repleto de víctimas propias y ajenas, voluntarias e involuntarias, pero el triunfo -si es que existe- no es otro que yo mismo, aunque difícil de explicar... y de vivir, a ratos.

Es verdad que no he hecho más que empezar mi camino -en este sentido- hacia mí mismo y hacia la coherencia en y con mi vida! Detrás quedan sinsabores inexplicables y sin sentido, personas que decían quererme y me dañaron o me ignoraron, momentos únicos e irrepetibles que dejé escapar pensando que volverían, amarres a personas y cosas irrelevantes, pero que condicionaban mi vida haciendo frágil la razón para vivirla... Hoy mi vida no ha cambiado tanto como yo querría y necesitaría ya en ciertos momentos difíciles, pero hoy mis razones para vivirla -sin demasiado miedo e intensamente, tal y como llega- son tantas como las razones para abandonarla en cualquier momento, con la sensación de estar haciendo en cada momento lo que siento y que me ayuda a ser más yo mismo. ¿El premio? ¿Puedo afirmar que soy feliz con todo ello? Quizás mi única recompensa a todo esto sea afirmar que hoy sé encontrar personas, momentos y lugares para sentirme feliz o infeliz -según el momento- y que he aprendido a compartirlos con las personas que amándome, se aman a sí mismas, como yo lo hago! ¿Es todo esto suficiente en nuestra vida? No lo sé, solo sé que es lo único que he conseguido hasta ahora... y que continuamente me sigo preguntando qué me pide la vida ahora y en cada momento...

Miguel Benavent de B.

 

Tell me when this blog is updated

what is this?